Emilio Soler, licenciado en Ciencias del Mar y taxónomo del Banco Español de Algas, experto en Algas rojas, cianobacterias y diatomeas continentales, ofreció ayer en la Facultad de Ciencias del Mar, dentro del ciclo de Ciencia compartida, la charla Diatomeas fósiles de los Travertinos del Barranco de Azuaje (Gran Canaria). ¿Son bioindicadoras de ambientes de aguas termales? En ella explicó algunas conclusiones de un estudio que podría proporcionar "una herramienta para la gestión del agua", como apuntó el propio Soler.

Esta investigación se ha centrado en la microflora fósil (hongos, cianobacterias y microalgas) que se encuentra en los travertinos del Barranco de Azuaje (Firgas), estructuras geológicas originadas hace entre 2.400 y 2.500 años en ambientes de aguas termales calentadas a más de 20º C. Sería precisamente mediante la identificación de estos organismos, caso de las diatomeas y cianobacterias, como se podría medir la calidad hídrica.

El hecho de que "podamos identificar estos organismos, algunos de lo cuales se desarrollan en aguas de características muy concretas, que pueden referirse a un agua buena o mala", permitiría inferir la calidad del agua del entorno, explicó Soler.

El estudio, que realizan desde hace ocho meses el Banco Español de Algas y el grupo de Geología del departamento de Física de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) de forma conjunta, les ha llevado, por otro lado, "a conocer que en el barranco hubo una corriente de agua bastante fuerte, tipo cascada, con una gran desgasificación de dióxido de carbono, que produjo la precipitación de carbonato cálcico con la que se formaron los traventinos", desgranó el conferenciante.

Las sinergias producidas entre la disciplina geológica y la biológica durante este trabajo de investigación científica, que dará como fruto "la presentación de una tesis con las conclusiones a final de año", añadió Soler, ha llevado a los científicos a concluir que "este trabajo conjunto nos ha permitido caracterizar tanto el hábitat en que se formaron los travertinos como los organismos que vivían en ellos". Con ello, el grupo se proponía "averiguar la temperatura de las fuentes hidrotermales" que originaron estas estructuras geológicas, sumergidas en aguas que llegaron a estar "a una temperatura de alrededor de 36º", subrayó el investigador.

El trabajo, además, valió para establecer "cerca de 180 nuevas citas para Canarias de especies de diatomeas vivas", así como la identificación de "tres o cuatro nuevas especies nunca antes descritas".