¿Por qué escogió el título Muerte del ibis? ¿Qué representa el mito de esta ave sagrada en su poesía?

Se trata de una cuestión simbólica. El ibis era una de las aves sagradas de Egipto pero, sobre todo, era el atributo del dios Thot, considerado el mensajero de los dioses y que, entre otras cosas, fue el inventor de la escritura y el escribano que tomaba el acta en el Juicio Final. Para mí tiene una significación muy importante en torno al libro porque trato los temas de la escritura y del paso del tiempo.

En el libro reflexiona mucho sobre el oficio del poeta, parece que se reconoce y, a la vez, se desconoce en él.

Así es, uno va recapacitando sobre lo que hace y sobre su trayectoria en general. A veces, se forma un vaivén entre lo positivo y lo negativo, entre creer que se está haciendo algo bonito y que al mismo tiempo puede parecer inútil. Ese lugar entre dos aguas puede generar frustración.

A lo largo del poemario se dirige de forma constante a un amigo, al estilo de los diálogos de Platón.

Por un lado, es un homenaje al diálogo platónico pero, por el otro, parto de que el diálogo es la forma de expresión del humanismo, es decir, es lo que hace al ser humano, porque es la forma en que nos comunicamos con los demás frente a la violencia. Nos hace falta dialogar más y ahí reside también el espíritu democrático, y con esto nos remitimos a la Antigua Grecia, porque somos más humanos cuando dialogamos y, hoy en día, en la sociedad actual, se nos está negando esa posibilidad y eso nos embrutece. La primera parte de mi libro se llama Pórtico, porque en Fedro es el lugar que se establece para dialogar. Luego, el libro es también un diálogo conmigo mismo y, al mismo tiempo, con amigos míos. Muchos poetas piensan que la poesía es un ejercicio elevado y que lo que se dice va a misa pero no es cierto, la poesía es un ejercicio de duda y de cuestionar el propio trabajo, y ese es el hilo de mi libro.

Al igual que sucede en la obra platónica, muchos de sus poemas giran en torno a la idea de la Belleza. ¿La poesía es una forma de aproximarse a ella?

El libro es, en parte, un homenaje a Platón porque trabajo a partir de dos diálogos platónicos que tienen que ver con la idea de la Belleza: Fedro y El banquete. En general, mi libro es toda una reflexión sobre la belleza, pero entendida en todos los sentidos, desde la construcción de un poema que puede ser bello hasta un grupo de niños harapientos jugando en un barrio o el cielo de un cuadro azul añil. Busco cosas que tengan algo que ver con la belleza, intento apreciarlo y luego traducirlo en palabras.

Ahí se aleja de la teoría de Platón, que eleva el ideal de belleza al "mundo de las ideas" mientras que para usted parece más bien una cuestión de sentimientos.

Exacto, Platón la eleva al mundo de las ideas mientras que yo, aunque en el libro me baso en Platón y en la tradición clásica, trato de ser crítico e irónico, y le doy una vuelta al mito para jugar con él. En cuanto al mundo de las ideas, yo prefiero quedarme con la belleza que está aquí en la tierra, no siento que me haga falta alcanzar ese nivel de abstracción que proponía Platón porque siento que entonces me pierdo la sonrisa humana.

Tanto el tono como los temas que aborda en Muerte del ibis son muy intimistas, ¿diría que es su obra más personal?

Todo lo que escribo es personal, pero quizás sí es la obra más íntima en el sentido de que pongo toda la carne en el asador. Yo siempre trabajo por itinerarios: en mi libro anterior, Un rumor bajo las ramas, trabajaba un paseo por la ciudad y el anterior a ese, La montaña de Tauro, es otro recorrido hacia el interior de la isla. Es como si huyera de un lugar para luego encontrarme con lo esencial de ese lugar, y a la vez te vas encontrando a ti mismo en ese contexto. Pero este libro es un paseo por las abstracciones y por mi mundo interior y, por eso, es quizás el más "intimista puro".

¿El conocimiento es lo que nos hace libres, como dice el citado filósofo?

Sin duda. Como poeta, nunca busco al lector fácil sino que me gusta que los lectores sean activos. Creo que tenemos que educarnos para ser lectores críticos porque si no estamos yendo a lo "simplón", y cuanto más vayamos a eso, más contentos estarán ciertos gobernantes porque seremos más ignorantes. Tenemos que ser más inquietos y, tanto en el cine como en el arte o la literatura, hay que buscar cosas que nos saquen de nosotros mismos para crecer.

Como profesor universitario, ¿hace a sus alumnos leer poesía?

La verdad es que no, porque trabajo una materia muy especializada donde enseño metodologías para enseñar la lengua. Pero también porque intento separar mi pasión por la escritura de mi profesión para que no se contaminen, y también creo que obligar a leer puede crear prejuicios contra la literatura. A veces pienso también que un escritor no debería ser un filólogo, porque conoces demasiadas herramientas desde dentro y eso quizás mata la inspiración y la emoción. Eres el tecnócrata de la literatura, porque una cosa es enseñar la lengua y otra es escribir. Aun así, reconozco que soy también un apasionado de la enseñanza, adoro las aulas y al alumnado, y cada año aprendo más siendo profesor. Creo que, si dejase de serlo, me encerraría en una torre de marfil, como decía Juan Ramón Jiménez. En este caso, prefiero estar en medio, me quedo con ese vaivén.