Los restos de Lucio de Las Casas Henríquez (Los Llanos de Aridane, 1908 - Las Palmas de Gran Canaria, 1998) descansan desde hace quince años en un nicho de su propiedad en el cementerio de Las Palmas que adquirió unos cuantos años antes de fallecer, un deseo que quedó expresado en su testamento en el que, además, dejó prácticamente la totalidad de su patrimonio a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Quince años después de su muerte su tumba aparece sin lápida, adornada con unas flores de plástico descoloridas y hechas jirones por el sol, y con la sola inscripción de sus iniciales sobre el cemento entonces fresco que cerró su nicho el día de su inhumación, tras fallecer el 28 de enero de 1998 apenas dos meses antes de que cumpliera los 90 años.

El testamento de este hombre, al parecer hijo de una familia palmera acomodada, y con un sólo hermano al que sobrevivió, lo firmó menos de un año antes de su muerte, en abril de 1997. Soltero y sin descendencia directa, solo un sobrino que vive supuestamente en Miami y al que dejó en usufructo vitalicio el chalé de Tafira en el que vivió hasta su muerte, De Las Casas pensó que su fortuna tendría el mejor de los destinos posible si se administraba para beneficio de los estudiantes que, sin recursos, quisieran realizar una carrera universitaria.

"Siempre decía que los jóvenes tenían que prepararse y, para ello, la universidad era sitio de obligado paso", explica Miguel Guerra, la persona que ejerció como ayudante (para hacerle gestiones, llevarle a donde necesitara en sus autos de marcas de alta gama, etc.), durante los últimos años de vida del benefactor de la ULPGC. Él mismo De las Casas fue estudiante universitario en algún lugar de la Península, aunque no se conoce qué formación siguió, si obtuvo alguna titulación y si, siendo así, cuál fue ésta, señala Guerra.

Don Lucio, además de su actividad como funcionario, tenía varios apartamentos en el Sur de la isla que vendió, y asimismo se dedicó al negocio tabaquero lo que, presumiblemente, le proporcionaba pingües beneficios. Guerra no sabe dónde compraba el tabaco su antiguo patrono, posiblemente llegado desde América, ni qué destino tenía el producto una vez pasaba por sus manos, quizá para las manufactureras de los muy cotizados entonces habanos de La Palma.

Toda esa actividad que le procuraba beneficios la sumaba a las rentas de un hostal que tenía en un edificio de la capital grancanaria, en la zona de Puerto - Canteras.

Con cuatro plantas, un local y un sótano, don Lucio optó, en un momento en el que el negocio fue a menos, por cerrar la pensión y decidió reconvertirla en edificio de viviendas de alquiler. Siete en total, en cada una de las dos alas que tiene el inmueble, además de un local ocupado ahora por un restaurante y que, además, tiene también un sótano y una oficina, según la información proporcionada por la ULPGC.

Su hermano habría emigrado a América y regresaría tiempo después de Cuba con cierta fortuna, lo que le permitió, al parecer, comprarle a don Lucio la mitad del edificio del antiguo hostal.

Eso explica el legado que administra en la actualidad la Universidad grancanaria a través de la Fundación Canaria Lucio de las Casas, constituida el 29 de febrero de 2000: solo un ala del edificio con 7 viviendas, y el local, el sótano y el lugar para oficinas del restaurante.

La otra parte del inmueble salió, por tanto, de la propiedad del mecenas que siempre tuvo intención, tal como conoció su entorno, de legar a su muerte su patrimonio para beneficio de los universitarios.