El reto internacional de cruzar el Océano Atlántico a través de un velero no tripulado suma cada año nuevos aspirante, y uno de ellos tiene sello canario. La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), ha logrado colocarse a la altura tecnológica de los grandes grupos de investigación europeos con el pequeño A-Tirma, una nave de apenas un metro de eslora que obtuvo dos premios en la regata científica más importante celebrada en Francia, la World Robotic Sailing Championship 2013.

Entre los artífices del triunfo están el investigador del Instituto Universitario de Sistemas Inteligentes y Aplicaciones Numéricas en Ingeniería (Iusiani), Jorge Cabrera y el alumno del máster del citado instituto científico e ingeniero en Informática, Ángel Ramos de Miguel. Ellos fueron los que viajaron a Francia, pero en la fabricación del velero también participó Antonio Carlos Domínguez, investigador del Iusiani; y los ingenieros navales y navegantes Bernardino Valle y José Daniel Rodríguez, además de contar con la colaboración del Real Club Náutico de Gran Canaria.

La competición europea, que se celebró la primera semana de septiembre, contó con la participación de once equipos en diferentes categorías provenientes de Alemania, Finlandia, Francia, Gales, Portugal y España a través del equipo de la ULPGC, que presentaba el barco más pequeño, el resto estaba entre los dos y cuatro metros de eslora.

Se celebraron una serie de pruebas de navegación en aguas próximas a Brest, entre ellas la organizada por la Escuela Naval de la Armada Francesa en Brest, que consistió en cubrir una distancia de 4 millas náuticas de forma completamente autónoma. Finalmente, el equipo canario se alzó con dos primeros premios al ganar la prueba de resistencia en la categoría Microsail, y lograr el primer lugar en la clasificación general dentro de esa misma categoría.

"La llegada fue un poco accidental porque tuvimos un pequeño incidente con el barco, se nos rompió un motor, pero conseguimos arreglarlo en el último momento. El primer día que nos tiramos al agua pensamos que igual no íbamos a ganar nada, pero ya sólo el hecho de estar allí, entre los mejores, compensaba todo el año trabajando en el barco y superando todo tipo de problemas de programación, hardware y demás. Verlo por ejemplo junto al barco de los franceses que era inmenso, ya nos hizo sentirnos ganadores", afirmó Ángel Ramos.

Según el profesor Cabrera, el A-Tirma (Autonomous Tirma), es un pequeño demostrador de un metro de eslora basado en un barco de radio control de la clase One Meter. "Sin embargo, es algo más que un juguete sofisticado. El objetivo de esta fase del proyecto era desarrollar un sistema de control muy compacto y energéticamente eficiente, que pudiera ser instalado dentro del barco y cuyo tiempo de autonomía fuera superior a 8 horas. El sistema de control se basa en un pequeño microcontrolador de 8 bits a 8 MHz, 128 Kb de memoria Flash (programa) y 8 Kb de memoria RAM (datos). El sistema integra GPS, comunicaciones por radio, grímpola y otros sensores. El A-Tirma pesa 4,3 kg y tiene una autonomía superior a 24 horas".

Entre sus mayores bondades figura su sistema de control, "completamente embebido a bordo lo que le permite verificar una ruta definida por puntos de paso o waypoints de forma completamente autónoma, ajustando automáticamente su rumbo, en caso de que el viento role, para conseguir el rumbo más eficiente".

Con esta tecnología se presentaron en la sexta edición de la World Robotic Sailing Championship, una competición cuyo objetivo es estimular el desarrollo de los veleros autónomos y tecnologías asociadas. Ambos eventos están inspirados por El Desafío Microtransat, originalmente planteado en 2005 por Mark Neal de la Universidad de Aberystwyth (Reino Unido) e Yves Briere del Institut Supérieure de l'Aéronautique et de l'Espace en Tolouse, Francia, que consiste en cruzar el Océano Atlántico mediante un velero no tripulado.

Allí, el equipo de la ULPGC logró hacer un excelente papel, sobre todo en la prueba más dura, la de resistencia. "Era una travesía de siete kilómetros y nosotros nunca habíamos hecho una tan larga y en un mar tan abierto, porque la playa de las Alcaravaneras, donde hacíamos las pruebas, es más controlada y cerrada. Por suerte, el día de la regata cogimos una buena racha de viento al inicio, sacamos bastante distancia al resto, y fue una regata muy bonita. La hicimos en una hora y tres cuarto, y fuimos los segundos en llegar a la meta, aunque los primeros de nuestra categoría, ya que ganó el barco del instituto francés de investigación marina, un barco de 3,70 metros. Nos ganó por cuatro minutos".

No obstante, el profesor Cabrera matiza que dicha regata no se puede enfocar como una carrera, "porque la idea no es correr, sino crear un barco muy resistente, que pueda estar semanas o meses en el mar, aguantar cualquier condición de viento, corrientes..., y ser robusto".

Además de los dos premios, la ULPGC se llevó el reconocimiento de la comunidad científica por su trabajo con un pequeño velero de radiocontrol, de segunda mano, que compraron a un carpintero de ribera en las Alcaravaneras. Su gran potencial es la electrónica integrada en el mismo, de muy pequeño tamaño y una capacidad de autonomía de más de 24 horas.

Financiación

Con el proyecto A-Tirma, los investigadores de la ULPGC demostraron su capacidad para competir entre los mejores, y ahora el siguiente objetivo es trabajar en la obtención de financiación para disponer de un barco mayor, entre dos y cuatro metros, que les permita aspirar al reto de la Microtransat Challenge de cruzar el Atlántico.

En este sentido, el equipo del proyecto dispone ya de varios diseños originales para conseguir un velero con las condiciones óptimas de navegabilidad y robustez. "En este proceso, esperamos surjan oportunidades de cooperación con otros equipos universitarios e instituciones públicas que contribuyan a desarrollar las posibilidades de aplicación de los veleros autónomos en misiones de vigilancia medioambiental y de toma de datos o como demostrador tecnológico. Ahora que hemos demostrado que el proyecto está bien enfocado y a un buen nivel, nos plantear realmente conseguir los fondos necesarios para dar un salto cualitativo interesante en este ámbito", afirmaron los investigadores.