Pallerols, Palau, Gürtel, Filesa... ¿Por qué los repetidos casos de corrupción que salpican a muchos partidos no se traducen en castigos electorales? Un estudio de la UAB ha demostrado que los simpatizantes de las formaciones políticas aplican un doble rasero a la hora de tolerar estas actuaciones.

El profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Jordi Muñoz ha explicado a Efe que el resultado de la investigación, elaborada a través de una encuesta a 2.000 españoles, indica que los ciudadanos usan habitualmente una doble vara para medir los casos de corrupción en función de sus simpatías políticas.

En la investigación, en la que también han participado la politóloga del CSIC Aina Gallego y la profesora Eva Anduiza, los autores se inventaron una noticia sobre un caso de corrupción, inspirada en un caso real, de un alcalde que había favorecido a unos familiares para colocarlos en su ayuntamiento con empleos diversos.

"Preguntamos a los ciudadanos que valoraran la gravedad del caso de corrupción, un caso bastante estándar, y variábamos la filiación política del alcalde aleatoriamente de forma que a veces coincidía con la simpatía del encuestado y otras no", ha explicado Muñoz.

Antes de preguntarles por su impresión del caso, la encuesta preguntaba a los interlocutores sobre sus simpatías políticas, y así pudieron "comparar las respuestas ante el mismo caso cambiando al alcalde de partido".

"Las respuestas fueron diferentes si el encuestado simpatizaba con el mismo partido del alcalde, si era de otro partido, o si no tenía preferencias", ha explicado el profesor de Ciencias Políticas.

El estudio, cuyo resultado publica la revista "Comparative Political Studies", se limitó a estudiar la tolerancia ante los casos de corrupción de los que decían simpatizar con el PP, PSOE o no tener ninguna simpatía política.

Por eso, de las 2.000 encuestas se descartaron 400 que afirmaron votar a otros partidos y "porque, por ejemplo, un simpatizante de IU no es tan rival para uno del PSOE como lo es uno del PP".

El resultado fue que "los ciudadanos perciben la gravedad del mismo caso en función de si está protagonizado por su partido preferido o por otro", ha explicado Muñoz (Valencia, 1979).

"Los que se declaran simpatizantes del PSOE lo ven menos grave si el caso está protagonizado por el alcalde socialista que si es del PP, y los del PP menos grave si es popular, pero los del partido conservador se muestran más tolerantes con el caso si el alcalde es de otro partido diferente a PSOE y PP", ha afirmado Muñoz.

Además, el estudio ha demostrado que la aplicación del doble rasero a la hora de juzgar los casos de corrupción disminuía a medida que los encuestados tenían una mayor formación política.

A más formación, menos tolerancia

"Esta doble vara de medir es mayor entre la gente que tiene menos sofisticación política. A medida que están más informados políticamente crece su intolerancia a la corrupción y es igual de intolerante si es de los suyos como si es de los otros. El doble rasero es más evidente en las personas menos formadas".

Para saber su grado de formación política, la encuesta incluyó preguntas como: ¿En qué año se aprobó la Constitución Española? o ¿quién gobierna en Cataluña?.

"Lo que queríamos saber es la respuesta de los electores a la corrupción, por qué los electores perdonan la corrupción y no la castigan suficientemente, y ahora sabemos que funciona este doble rasero partidista, en el que los votantes distorsionan la percepción de la realidad", ha señalado Muñoz.

"Es como cuando se produce una falta al borde del área, que unos ven penalti a favor de su equipo y los rivales dicen que ha sido fuera", ha puesto como ejemplo el investigador, que también ha señalado la influencia sobre los electores de la información que transmiten los medios de comunicación sobre los casos de corrupción.

"La gente muy informada es menos propensa a perdonar la corrupción, pero la credibilidad que le dan a la información de los medios también está mediatizada. Si la acusación de corrupción la hace un diario no afín a su ideario político, la persona tiende a pensar que es una fabulación de la oposición. Esto funciona mucho a nivel municipal", ha afirmado Muñoz.

Según Eva Anduiza, "el principal mecanismo que ampara esta relativa tolerancia parece ser el intercambio implícito: buena gestión y captación de recursos a cambio de un castigo electoral limitado para los corruptos".

Sin embargo, Anduiza ha advertido de que "el castigo sobre los gobiernos con casos de corrupción se acentúa en contextos de crisis económica" por lo que considera "deseable" que "la tolerancia disminuya en un contexto económico y social como el actual".