"Mi argumento como galerista nunca ha sido el de la rentabilidad económica, ni antes ni ahora", sentencia Manuel Ojeda. "La rentabilidad en el arte debe de ser una consecuencia, no un objetivo, porque esto se hace por placer". Una máxima que va pareja con el grado de compromiso que adquiere con cada uno de los artistas que deposita en él su confianza. "Siempre tenía el miedo de comprometerme con los artistas. Vendes un cuadro, pero la responsabilidad es mía. Ya el pintor puede dedicarse a otra cosa, y si alguien viene a revenderme un cuadro que le vendido en su época, lo tengo que aceptar y pagarlo según el valor actual; si no lo hago así, la gente no se fía de mí y pierdo la credibilidad que me he ganado". Diego F. Hernández
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