En unas declaraciones televisivas que emitieron ayer en homenaje a Anita Ekberg, la actriz mostraba su cansancio por el constante recuerdo a su baño en la Fontana di Trevi en La dolce vita y, por tanto, el también constante recuerdo a ese filme como símbolo de su carrera. Venía a decir ella un tanto molesta que la cosa, las referencias a la película, ya le resultaba un tanto reiterativa. No obstante, aquella intervención acabó entre sonrisas de ella y de todos los presentes. Al fin y al cabo, hay cosas que persiguen a uno siempre, e inevitablemente la Fontana di Trevi es La dolce vita y La dolce vita es Ekberg.

De hecho ayer se evocaban algunos otros episodios en este sentido que certificaban su personalidad de femme fatale, hasta incluso declaró que fue ella quien hizo famoso a Fellini "y no al contrario". Algo que deja a las claras que su carácter era muy sólido.

La actriz sueca, que fue sin duda la musa de Federico Fellini, falleció el sábado a los 83 años en Roma. Ekberg vivía desde hacía años en Genzano, localidad próxima a la capital italiana. Su nombre real era Kerstin Anita Marianne Ekberg y nació en la ciudad sueca de Malmoe en 1931. Su belleza hizo que muy joven, a los 19 años, conquistara el título de "Miss Suecia" al inicio de los años 50 del pasado siglo.

Sería Federico Fellini en 1960 el encargado de convertirla en un icono de la sensualidad con su papel de Sylvia en la película La dolce vita, considerada una de las obras maestras del neorrealismo italiano y una pieza fundamental en la historia del cine.

Trabajó con frecuencia durante un periodo con del director Frank Tashlin, con el que interpreta un papel secundario en "Cómicos en París", en la que comparte pantalla con actores como Jerry Lewis y Dean Martin. Con ellos protagonizó Loco por Anita (1956), que le valió el "Globo de Oro" a la mejor actriz revelación.

Pero no es hasta la década de los sesenta cuando salta a la fama mundial al interpretar el citado papel de Sylvia, una actriz de reconocido prestigio que encandila a Marcello Rubini (Marcello Mastroianni), un periodista romano que se dedica a perseguir a famosos por la concurrida Via Veneto.

Encontró la fama en una Italia en ebullición, la de Cinecittà, Fellini, Mastroianni, Pasolini, Sophia Loren y tantos otros de aquella bella y magnífica escena italiana que entonces marcaba en cierto modo el paso del cine europeo.

También actuó, entre otros, para el cineasta Alberto Sordi en El gran amante (1966) y para el genial Vittorio De Sica, en la cinta Siete veces mujer (1967).

Desde hace años vivía prácticamente sola y recluida en su villa de la localidad de Genzano, en las proximidades de Roma, y atravesando una precaria situación económica que la llevó a solicitar la ayuda de la Fundación Fellini de Rímini.

Su casa se convirtió por unos instantes en escenario de uno de los últimos trabajos de su mentor, Entrevista (1987), un descarnado análisis con el que Fellini repasa su vida y advertía, hace casi 30 años, de la ofensiva que planteaba la televisión a la gran pantalla.

En la cinta Fellini consigue reunir a Mastroianni y a Ekberg en la casa de la actriz, reviviendo su célebre cita en la fuente romana pero con la diferencia que el tiempo había imprimido en sus rostros, emocionados por el recuerdo de un tiempo lejano.

En una noche desenfrenada en la que los dos personajes se pierden por aquella Roma neorrealista de gatos y sonámbulos, Sylvia decide introducirse en la Fontana di Trevi, retando a su acompañante a hacer lo propio al grito de "Marcello, come here" ("Marcello, ven aquí"). El protagonista, embobado ante la belleza angelical de su acompañante, decide hacerle caso y meterse en el agua, protagonizando juntos una de las escenas más célebres de la historia del cine.

Además de Entrevista, trabajó las órdenes de Fellini en otras dos ocasiones: en la película colectiva Boccaccio '70 (1962) y en el documental para televisión titulado Los Clowns (1970). Lo cierto es que con Ekberg se va uno de esos mitos del cine de los años 50 y 60 que evocan las estrellas de aquel entonces, musas y admiradas por todo el mundo.