Resultaba algo sorprendente (y, por qué no decirlo, también frustrante), que regresara a los escenarios cualquier banda de medio pelo de los ochenta y no lo hiciera Flesh for Lulu, una de las formaciones más injustamente olvidadas de la época. Pero era cuestión de tiempo, y tras superar un cáncer, Nick Marsh volvió a los escenarios en 2013 para reverdecer viejos laureles. La cita de Valencia es única en España, y motivo más que suficiente para ponerse al habla con él y rememorar su carrera.

¿Qué te motivó a reactivar la banda en 2013?

Toco con Urban Voodoo Machine, pero solo me ocupo de la guitarra, y me apetecía cantar, así que empecé a hacer shows acústicos en solitario. No tardé en añadir algo de percusión, que finalmente fue una batería completa. Entonces me di cuenta de que sería mejor cambiar la acústica por una eléctrica. Obviamente, al hacerlo, tuve claro que hacía falta un bajo. Así que llamé a Keith McAndrew, que había tocado en Flesh for Lulu 10 años antes, y de inmediato resultó evidente que necesitábamos otra guitarra. Solo quería cantar, pero la banda volvió por sí sola.

Echo en falta a Rocco, vuestro carismático guitarrista.

Puso en marcha un negocio de fabricación de gafas y cuando le llamé me dijo que no disponía de tiempo.

Surgís en 1983, en plena resaca post-punk, pero vuestra versión de 1970, de los Stooges, demuestra que su sonido se nutre de influencias más antiguas.

Sí. Nuestra mayor influencia fue el glam rock de los setenta, antes del punk. Crecí escuchando a T.Rex, David Bowie, Alice Cooper, New York Dolls, The Velvet Underground... El punk estuvo bien, fue divertido, pero la música importante, para mí, se había hecho años antes.

En España se les prestó atención gracias al mini LP?Blue Sisters Swing (1985), que además resultó polémico por la imagen de portada, con dos monjas en liguero y besándose en un convento. ¿Causó problemas?

Recuerdo un show en California, compartiendo cartel con Christian Death. La combinación ya parecía una broma. Uno de ellos vino y me dijo que había gente fuera del local quemando copias de nuestro disco. Le comenté que era buena señal, porque quería decir que los habían comprado antes (risas). Fue muy divertido.

En ese disco estaba Seven Hail Marys, uno de vuestros mayores hits. ¿Cómo nació?

Aunque es algo que descubrí después, la melodía es de Cruising with Ruben & The Jets (1968), un disco de doo-wop que Frank Zappa grabó con los Mothers of Invention. Contiene un tema llamado Jelly Roll Gum Drop que escuché a los cinco años. De algún modo, se quedó grabado en mi cabeza, pero no identificaba su origen, hasta que, muchos años después, un tipo me dijo: "¡Eh, eso es de una canción de Zappa!" Y yo: "¿De verdad?". Estaba en mi subconsciente. La letra me la inspiró la ilustración de portada, Les heureuses, de Clovis Trouille: Dos monjas besándose y una tercera persona espiándolas a través de un hueco en la pared. Ese fue el catalizador.

En 1985 grabáis Big Fun City, con el legendario productor Craig Leon. ¿Cómo fue el trabajo con él?

Fantástico. Cuando salimos de Polydor fichamos por otro sello, Statik Records, y nos preguntaron con quién queríamos trabajar. Yo sabía que Craig Leon estaba en Londres. Vino a vernos en directo y aceptó producir el disco. Nos contó historias increíbles. Y la guinda fue grabar en los Olympic Studios, donde se habían registrado clásicos de los Rolling Stones como Let it bleed y Beggars Banquet. La combinación fue perfecta.

Long Live the new flesh (1987) era una frase de la película 'Videodrome', de David Cronenberg, y en el maxisingle de Baby Hurricane aparecían fotos de Ava Gardner y Brigitte Bardot. ¿Sois cinéfilos?

Por supuesto. Todos lo éramos en aquella época. En los años setenta y ochenta, el cine tenía mayor importancia que ahora, su influencia en la cultura era determinante.

¿Es una impresión mía o en 'Plastic Fantastic' (1989) buscaban sonar más modernos?

Bueno, yo diría que eran la compañía discográficas y los productores quienes iban tras ese sonido más moderno (risas). Nosotros éramos jóvenes e influenciables. No buscábamos un sonido moderno, sino que nos llegó por añadidura. Quizá a algunos del grupo les gustara, pero no a mí.

¿Tocáis de manera distinta?

Sí, suenan más orgánicas. Desde Long live the new flesh, los directos de Flesh for Lulu fueron diferentes a los discos, porque siempre hemos sido una banda de dos guitarras, bajo y batería, pero cuando entrábamos en el estudio sabíamos que no era necesario trabajar con las restricciones que eso impone en directo.

Os separasteis en 1992, cuando el 'grunge' conquistaba el mundo. ¿Os afectó?

Eran momentos de cambio. Es cierto que el grunge relegó a Poison o Mötley Crüe, pero nosotros simplemente perdimos la química, nos faltaba el espíritu del principio, nos hacía falta un cambio, ya no éramos felices entrando juntos al estudio. La sensación de excitación y peligro se había quedado por el camino. En el fondo, sí que hay alguna relación con el grunge, porque bandas como Nirvana sonaban peligrosas y crudas, tenían la pureza del rock and roll.

En los noventa, artistas como Paul Westerberg (The Replacements) o Goo Goo Dolls grabaron vuestra canción 'Postcards from Paradise'. ¿Os hizo sentir reconocidos?

Es muy agradable que hagan versiones tuyas, aunque Paul Westerberg metió la suya como hidden track en su disco y por tanto no apareció acreditada. No pone en ningún sitio que la canción es nuestra. ¡Que le jodan! (risas) Debería haber puesto el nombre, como hicieron Goo Goo Dolls... No, me gusta Paul Westerberg, solo estaba bromeando.

En la década de los ochenta tocasteis a menudo en Valencia. ¿Qué recuerdos conservas de aquella época?

Lo que más me llamaba la atención era que la gente coreaba las canciones en los conciertos, aunque no tenían ni idea de inglés (risas). ¡Pero se sabían las canciones!

Sin embargo, venís para ofrecer un solo concierto.

Cuando hablamos por primera vez, yo estaba todavía convaleciente a causa de una intervención quirúrgica para extirparme un cáncer. Aceptamos un solo show porque no sabía si iba a estar bien para hacer una gira completa. De hecho, será mi primer concierto con Flesh for Lulu después de dejar definitivamente atrás la enfermedad.

¿Qué podemos esperar de él?

No buscamos la perfección, sino sangre y tripas salpicando la pared, peligro y emoción. Es lo que fuimos y lo que queremos volver a ser, como al principio. He tenido un cáncer. Antes de la cirugía me dijeron que quizá no podría volver a cantar, que la quimioterapia y la radioterapia afectarían a mi garganta. He tenido suerte, he sobrevivido a esa mierda y en el escenario quiero hacer exactamente lo que siempre imaginé que debía ser una banda de rock. Y la idea es volver pronto para hacer una gira completa.