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Solidaridad

Un presidente utópico y realista

Juan Manuel Suárez del Toro deja la dirección de Cruz Roja Española con la impronta que marcaron sus dos décadas al frente de la organización humanitaria mundial por excelencia

Suárez del Toro, en Gando junto a 30 toneladas de alimentos para los damnificados del terremoto de Haití, en 2010. LP / DLP

A sus sesenta y dos años, con una mujer y dos hijas en el mundo que le han seguido durante años, décadas, en su periplo por Canarias, Madrid y Ginebra, los lugares en los que ha ido instalando y compartiendo su casa de la mano de la más alta responsabilidad en Cruz Roja Española y la Federación Internacional de Cruz Roja y la Media Luna Roja, Juan Manuel Suárez del Toro ha abierto desde el pasado domingo una nueva etapa vital y también en la organización no gubernamental.

Este grancanario, ingeniero industrial y profesor titular en el Departamento de Economía y Dirección de Empresas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), se define como alguien a quien le gusta ser utópico pero realista, disfruta con sus baños de relax y esparcimiento en Las Canteras, la playa capitalina por excelencia, de la que es un eterno enamorado, y guarda recuerdos de sabores, aromas y paisajes del "pueblo tranquilo" que era en sus años de niño y adolescente el barrio de San Lorenzo.

Deja Suárez del Toro, que renunció a una nueva reelección, una organización en España que se ha ido fortaleciendo al paso de los años, y en la que no ha hecho mella, muy al contrario, la crisis económica. En la presidencia de la ONG desde 1994 y hasta el pasado 8 de marzo, el balance lo marcan las cifras. Cruz Roja Española ha incrementado el número de personas atendidas desde que se complicó la situación económica en 2,5 millones. Los socios también han aumentado y hasta diciembre de 2014 sumaban alrededor de 1,2 millones.

Todo un desafío para alguien que se ha mantenido en ese cargo a lo largo de varios mandatos y que, además, lo ha compatibilizado con el ejercicio de la presidencia de la Federación Internacional de Cruz Roja y la Media Luna Roja durante dos períodos (desde 2001 hasta 2009).

Desde la base

La organización en España, que recibe este año ayudas del Gobierno del Estado por 42,7 millones de euros, vivía envuelta en las turbulencias cuando Suárez del Toro alcanzó la máxima dirección después de que su predecesora en el cargo presentara la dimisión a cuenta de supuestas irregularidades económicas.

Fue entonces, en junio de 1994, cuando comenzó un nuevo reto personal, familiar y profesional para el que el apoyo de su mujer y sus hijas ha sido primordial a lo largo de los años.

Pero mucho antes de esa fecha Suárez del Toro ya empezó a escribir esa historia personal y profesional. En 1971 se convirtió en miembro activo del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja cuando decidió ingresar en la Cruz Roja de la Juventud de la sección de Gran Canaria. A partir de entonces, es en la organización humanitaria en donde desplegaría toda su actividad de proyección pública ocupando sucesivamente los cargos de director de la Juventud, vicepresidente y presidente de la Asamblea Provincial de Las Palmas, presidente de la sección de las Islas Canarias, miembro del Comité Nacional, vicepresidente y, finalmente, presidente nacional.

Su interés por la acción internacional se marcó muy pronto. El ahora expresidente reconoce que sus primeras experiencias en cooperación internacional en Senegal y Guinea Ecuatorial fueron determinantes para asumir que trabajar de manera conjunta, compartiendo criterios y principios, es cosa que une a personas de diferentes culturas, credos y opiniones.

Esa experiencia y especial sensibilidad le llevaría después, cuando casi había completado sus dos primeros mandatos en Cruz Roja Española, a que animado y aupado por africanos y latinoamericanos lograra la presidencia de la Federación Internacional, en 2001.

Grandes catástrofes naturales y humanitarias, como el tsunami de Indonesia (2004), el terremoto de Haití (2010), o la guerra de Irak (2003) le han puesto en contacto directo con la tragedia, tanto desde la presidencia española como desde su puesto internacional.

Así que tantas décadas entregado a la causa humanitaria, alentando de fondo la entrega a los más desfavorecidos, estén en el punto del globo que sea, no han podido más que granjearle múltiples satisfacciones, también traducidas en premios y distinciones.

Entre ellos la Medalla de Oro de Cruz Roja Española, la Gran Cruz del Ministerio de Defensa, la Medalla de Oro de Canarias, el Can de Plata del Cabildo de Gran Canaria y el título de Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria junto a distinciones de Nicaragua, Ecuador, Vietnam, Chile, Bolivia, Venezuela, Panamá o Turquía y varios doctorados honoris causa.

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