Como una coreografía perfecta o como un plan ultrapreciso para atracar un banco. Así se gestó Hablar, el último experimento cinematográfico de Joaquín Oristrell, con Goya Toledo, un retrato de la España en crisis rodado en una sola toma de 79 minutos a lo largo de 500 metros del barrio madrileño de Lavapiés. Oristrell (Barcelona, 1958), que hace años estuvo en la primera división del cine español ("Entre las piernas", "Boca a boca"), se pasa así al bando de "ese otro cine".