La misma batalla entre el alma y la mente en tres ocasiones distintas. Reyes de Miguel Renedo, la bombero tinerfeña que vivió el devastador terremoto de Nepal, ha viajado tres veces al corazón del Himalaya para encontrar los cuerpos de sus dos hermanos alpinistas fallecidos hace 25 años en una brutal avalancha. Por caprichos del destino, todas sus durisímas expediciones por la montaña han acabado igual: a un paso, unos metros o un último esfuerzo de pisar la misma tierra donde perecen sus familiares. Sin embargo, De Miguel no cree en la mala suerte. Todo lo contrario. "He sentido que mis hermanos me protegían. Han sido mis ángeles de la guarda y me considero una verdadera afortunada", confiesa la bombero emocionada. Su viaje aún no ha acabado.

A Reyes de Miguel le unen unos lazos irrompibles con Nepal. En 1989 y tras tres días sin noticias de sus hermanos, la televisión confirmó lo que toda la familia ya sospechaba. Sus dos allegados y otros dos expedicionarios habían muerto a pocos metros de coronar la cima del Pumori (a 8 km al oeste del Everest.). Un grupo de escaladores recogió los cuerpos y los enterró en la base de esta montaña, a unos 5.000 metros de altitud. La familia tuvo entonces la posibilidad de repatriar los cuerpos pero no quiso. La razón estaba clara. "Mis padres creyeron que allí es donde querían estar mis hermanos y que allí es donde debían quedarse", relata De Miguel.

Desde ese momento, la bombero sintió que ese también era su lugar y que debía llegar al sitio que sus hermanos tanto amaron y que a partir de entonces se convertiría en la razón de sus existencia. Lo intentó al poco tiempo del fallecimiento, pero fue imposible.

"En ese entonces Nepal vivía numerosas revueltas y se temía que cerraran los pasos fronterizos", recuerda la sevillana que reside en Tenerife desde hace más de 25 años. En 1995 lo consiguió. La tacharon de loca. Apenas tenía dinero en los bolsillos y solo sabía chapurrear algunas palabras en inglés. En su mapa, un punto al que dirigir sus pasos y en su interior todas la esperanza que una persona puede cargar.

Pero sus ángeles de la guarda, como Reyes los llama, la acompañaron. Así lo confiesa la protagonista quien lo describe como "un viaje mágico, lleno de casualidades preciosas". Y eso a pesar de que lo tenía casi todo en contra. "En esa época nadie viajaba a Nepal y menos solo. Pase por poblados en los que jamás habían visto a una turista", relata De Miguel. Durante esa expedición de más de un mes por el Himalaya, la bombero contó con la ayuda inestimable de un guía serpa que fue "el hermano" que le faltaba. El día 3 de octubre, exactamente seis años después de que la siempre imprevisible montaña acabara con sus familiares, alcanzó la cima. Esta vez no era el pico lo que Reyes, que también lleva el alpinismo en la sangre, quería coronar sino un lugar que ya era sagrado para la tinerfeña.

Reyes dio por hecho que había pisado la misma nieve que sus hermanos. Pero no fue así. " A la vuelta y a través de la información que se iba destapando del accidente descubrí que ese no era exactamente el sitio. Me había quedado a unos escasos 200 metros", cuenta la bombero. Una espinita se clavó entonces en la tinerfeña así que hace dos años, cuando tuvo la oportunidad, le propuso a su marido, el también bombero Víctor Hernández, regresar a Nepal. El isleño dijo que sí de inmediato y Reyes le planteó su sueño también a dos de sus hermanos, Gonzalo y Santiago De Miguel Renedo. "Yo sabía que a ellos les hacía ilusión ir pero no se sentían preparados ni capaces para afrontar un viaje de este tipo", confiesa De Miguel.

Sin embargo, la bombero confiaba en sus hermanos mucho más que ellos mismos. "Les aseguré que sí podían y que lo íbamos a conseguir", señala Reyes. Fue así como el matrimonio de bomberos empezó a preparar al resto de familiares para la expedición. "Volábamos a menudo a la península donde residen mis hermanos para entrenar con ellos", añade la tinerfeña.

A los pocos meses llegó el momento de volver a partir. "Fue un viaje muy bonito y mis hermanos respondieron muy bien", recuerda la bombero. Pero el azar y la rabiosa naturaleza volvieron a confabulase para que la familia no pudiera escribir el final que tanto ansiaban. "Al llegar al último pueblo empezó a caer la que después consideraron como una de las mayores nevadas de la historia del país", describe De Miguel. En total, fueron cinco días aislados, completamente atrapados a más de 5.000 metros de altitud. "Todos los turistas ya se habían marchado por el miedo pero nosotros esperábamos", admite la alpinista.

La esperanza no se apagaba. "En esos momentos, la razón te dice que tienes que marcharte, el alma que solo estás a un paso de encontrar los cuerpos de tus hermanos", confiesa aún con dolor De Miguel. Hicieron lo imposible, aguardaron lo inimaginable, pero al final tuvieron que desistir. "La nieve nos llegaba a la cintura así que llenos de coraje y rabia decidimos regresar", destaca Reyes.

Lejos de dejarse llevar por el desaliento, la familia De Miguel Renedo cogió aún más fuerzas y apenas un año después organizaron el tercer viaje. "Pensamos, ¿a la tercer va la vencida no?", recuerda con humor la isleña de adopción. Con los ánimos por las nubes y enormes dosis de motivación, De Miguel, su marido y sus dos hermanos volvieron a pisar Nepal. Pero a 4.400 metros de altitud, la tierra tembló. "Lo primero que piensas es en el seísmo, en salvar tu vida, pero luego te vuelve otra vez esa sensación amarga de estar muy cerca", desvela Reyes.

El día posterior a la sacudida apenas tuvieron tiempo de que el corazón sintiera. "Inmediatamente nos pusimos a ayudar y a trabajar para rescatar a los alpinistas de la zona", describe la bombero. Sin embargo, vivir esa situación hacía volar sus mentes hacía 1989. "La imagen que estás viendo se mezcla con el corazón. Nos recordaba todo muchísimo a lo que habían pasado mis hermanos", reconoce Reyes de Miguel.

Tomar la decisión de alejarse del que era el destino final de su viaje fue esta vez mucho más duro que la anterior. "Se te pasan muchas emociones por el cuerpo, pero las réplicas eran continuas y seguir allí suponía un gran peligro para nuestras vidas", confiesa. Aunque De Miguel y su marido están "acostumbrados" a verle la cara a la muerte, lo que experimentaron en Nepal les sobrepasó. Así lo afirma la protagonista quien destaca que vieron "pueblos totalmente arrasados, donde no quedaba ni una casa en pie".

Solo ha pasado un mes desde su regreso a la Isla, pero Reyes ya sabe que su viaje continúa. Es más, asegura que sí por ella fuera "hubiera vuelto al día siguiente". "Si tuviera la posibilidad, estaría allí ayudando. Ahora es cuando Nepal nos necesita", garantiza la bombero, que ha dirigido durante muchos años la ONG Bomberos Sin Frontera en Canarias. Su historia personal no acabará aquí. "Estamos organizando una nueva partida para octubre. Todavía no es algo seguro, el país tiene que recuperarse primero de todo esto", desvela la bombero.

Reyes reconoce que no sabe si volverán los cuatro. "De corazón estoy segura que sí, pero de posibilidades no lo sé", puntualiza. Y es que los años han pasado por la bombero pero nada ha apagado sus emociones. Porque De Miguel se enfrenta a su cuarta expedición "con todas mis fuerzas, el coraje que siempre he tenido y las mismas ganas e ilusión que la primera vez". Quizás tampoco lo consiga. No le importa. "Llegar al sitio exacto es importante, pero no es lo principal. Lo primordial es todo lo que he vivido allí en estos tres viajes", confiesa De Miguel

Y es que Reyes aún no ha visto el cuerpo de sus hermano pero ha conseguido algo mejor: sentirlos. "He notado que ellos han estado conmigo y que su presencia me ha acompañado y ayudado", asegura sin poder contener las lagrimas. Las expediciones han logrado también unir a su familia. Así De Miguel no tiene dudas al afirmar que "las risas, los duros entrenamientos, la complicidad... todo eso vale más que estar delante de una piedra". Según relata la propia expedicionaria, el corazón del Himalaya no es fácil de alcanzar "No puedes coger un avión y plantarte allí sin más. Es todo el camino, el esfuerzo físico, el sacrifico y lo que dejas detrás lo que hace magnifica la experiencia", añade De Miguel.

Aunque el viaje aún no ha acabado, la familia De Miguel Renedo ha llenado un vacío que hace 25 años les resquebrajó. "Cuando apareció el Pumari ante nosotros nos echamos a llorar. Son muchas cosas las que llevas dentro", destaca. Ahora, la bombero cree que ha llegado el momento de contar su historia como un ejemplo de muchos relatos que laten tras los escombros de un seísmo o que aún sobreviven a una brutal avalancha. Y así lo hará este fin de semana en una de las charlas organizadas por la acción solidaria Canarias con Nepal de la que es una de las promotoras. Su objetivo no es otro que ayudar al país que tanto le ha dado. "Amo Nepal y no solo porque mis hermanos duerman allí", concluye De Miguel.