Ayer falleció Alberto Iniesta Jiménez, que fue obispo auxiliar de Madrid-Alcalá entre 1972 y 1998, cuando pasó a emérito. El religioso, que hoy habría cumplido 93 años, se destacó por su labor durante los complejos años de la Transición junto a Vicente Enrique y Tarancón, que estuvo al frente de la Archidiócesis de Madrid entre 1971 y 1983

Iniesta nació en Albacete el 4 de Enero de 1923. Se licenció en Teología en 1958 en la Universidad Pontificia de Salamanca, y fue ordenado sacerdote el 13 de Julio de 1958.

El obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, que durante diez años convivió con Iniesta, lo recordaba ayer como alguien "de gran intensidad pastoral, de diálogo con muchísima gente, muy implicado con los pobres y el respeto de los derechos humanos. Un ejemplo, un hombre evangélico de austeridad, sobriedad y pobreza ejemplares. Tengo un recuerdo muy entrañable de él, el de una persona dialogante".

"Fue un representante muy especial de los años de la Transición. Son años que vive muy intensamente como obispo auxiliar de Madrid. Su dedicación era el barrio de Vallecas, especial por su configuración social. Él recordaba esos años afirmando que se hizo una transición política y otra eclesial, ya que la Iglesia tuvo que digerir el Concilio Vaticano II", añadió.

Cases coincidió con Iniesta durante su etapa como obispo de Albacete, entre 1996 y 2006. Aunque en teoría este último seguía siendo obispo auxiliar de Madrid, pues no pasaría a emérito hasta dos años después, estaba retirado en el seminario de Albacete por problemas de salud. A pesar de esos problemas y de la edad, Iniesta no se acomodó. "Vivió ese tramo de su vida con mucha intensidad, fueron unos años muy aprovechados. No paraba de escribir, ofrecer conferencias, dar servicios espirituales... A pesar de que los viajes eran para él muy problemáticos porque tenía un ojo por el que casi no veía, cogía el tren o el autobús para trasladarse a cualquier parte de España". Este pasado verano coincidieron y lo encontró muy al tanto de la realidad del país.

Cases se preguntaba ayer si la vibrante etapa de la Transición "no opacará lo que Alberto Iniesta ha significado como director de servicios espirituales, consejero espiritual, acompañante de tantas personas. Fue además un gran orante, dedicaba mucho tiempo al día al silencio de la oración".