El 10 de octubre de 2011 la corteza terrestre se rompió a 1,8 km al sur del pueblo pesquero de La Restinga, en la isla del Hierro, a una profundidad de 400 metros por debajo de la superficie del océano, comenzando así la erupción del volcán submarino Tagoro, un acontecimiento científico que ahora, cinco años después, continúa generando información al haberse convertido para los investigadores en "un laboratorio natural" donde está siendo posible abordar en condiciones reales la respuesta natural de los ecosistemas marinos del planeta ante el pronosticado aumento global de las temperaturas oceánicas fruto del cambio climático.

"Los factores fundamentales que intervi+enen en el cambio climático son el aumento de la temperatura; la acidificación oceánica y la desoxigenación oceánica. Éstos se están produciendo en el volcán submarino Tagoro de manera natural y nos dan respuesta, a día de hoy, del comportamiento futuro de nuestros ecosistemas marinos", explica Eugenio Fraile Nuez, doctor en Oceanografía Física por la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria e investigador principal de los proyectos Bimbache, Vulcano I y II y Vulcana puestos en marcha por el Instituto Oceanográfico Español tras la crisis vulcanológica del Tagoro.

Fraile y su equipo posiblemente sean los investigadores que más y mejor conocen qué sucede en los fondos marinos herreños, un hecho que ha convertido a Fraile en un científico de referencia internacional, con decenas de publicaciones en las más prestigiosas revistas científicas del mundo.

"Los modelos climáticos estiman que a finales del próximo siglo, la temperatura media de los océanos aumentará 0,6°C, el pH del océano disminuirá en 0,4 unidades y la concentración de oxígeno decaerá entre un 1-7%. El volcán submarino de la isla de El Hierro expuso a todo un ecosistema marino a cambios que, al ritmo del cambio climático actual, tardaríamos en encontrarnos cientos de años (temperaturas del océano de 18,8°C de aumento, disminuciones en el pH de 2,8 unidades y pérdida de la concentración de oxígeno de entre el 80-98%)", explica Fraile.

"La serie temporal de datos recogidos sobre Tagoro es única en el mundo", prosigue Eugenio Fraile. "Como canarios, debemos sentirnos orgullosos de que la comunidad científica nacional e internacional considere de altísimo valor científico los datos recogidos en la isla de El Hierro", añade el grancanario sobre los especialistas del planeta que desde laboratorios de todo el mundo se 'sientan' ahora virtualmente en torno al cráter volcánico para desentrañar sus secretos.

Esa imagen de cónclave ayuda a comprender que se haya bautizado al volcán submarino como Tagoro, una variante del término bereber Tagoror, que significa "recinto circular de piedras" o "lugar de reunión".

"Gracias a los casi cinco años de investigación y a las imágenes submarinas captadas por los científicos durante todo este periodo", cuenta el científico, "el volcán herreño cumple con creces los dos significados: por un lado, es un gran recinto de piedras de casi un kilómetro de diámetro y forma circular, con un cráter principal de 15 metros de diámetro y 88 metros de profundidad, y, por otro, es un centro de reunión para cientos de investigadores nacionales e internacionales, dirigentes políticos, pescadores, medios de comunicación y de la sociedad en general asombrados por la capacidad de destrucción y, a la vez, de recuperación de la naturaleza sobre uno de sus ecosistemas marinos".

Sobre este último punto, el investigador del Instituto Español de Oceanografía afirma que "las evidencias confirman que tras la erupción se ha multiplicado la vida en la zona; ahora es incluso mucho más rica que antes de la crisis vulcanológica".

Una situación excepcional

En julio de 2011, El Hierro comenzó a temblar de manera inusual. En menos de tres meses, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) registró más de 12.000 terremotos con magnitudes entre 2 y 4,4 que atravesaban la isla. El día 10 de octubre de 2011 se inició la erupción.

La última actividad volcánica subaérea registrada en las Islas Canarias, y por tanto en España, fue hace más de 40 años en la isla de La Palma (volcán de Teneguía, 1971) Sin embargo, no se había registrado ningún proceso eruptivo submarino en los últimos 500 años de la historia vulcanológica de Canarias.

No es difícil imaginar la estupefacción gubernamental y científica en Canarias y Madrid para definir cómo afrontar un acontecimiento excepcional como éste, que acaparó titulares de prensa en todo el mundo. Pese a lo inédito de la situación, el suceso se ha convertido en objetivo de estudio multidisciplinar sin precedentes para la oceanografía española y en modelo de protocolo para afrontar este tipo de crisis a nivel global.

El volcán empezó a emitir al medio marino grandes cantidades de calor, gases y material magmático cuya combinación con el agua de mar produjo fuertes anomalías que ocasionaron un serio desastre ecológico debido al cambio de las propiedades físico-químicas de las aguas próximas al volcán.

En menos de una semana, el Centro Oceanográfico de Canarias (IEO-COC), responsable del estudio de las variaciones de las propiedades físico-químicas, biológicas y geológicas, tuvo que organizar un equipo multidisciplinar de investigadores y técnicos que embarcara a bordo del buque oceanográfico Ramón Margalef del Instituto Español de Oceanografía.

"Este equipo se formó con investigadores y técnicos del Centro Oceanográfico de Canarias, Málaga, Madrid, Cádiz y Baleares, y con la colaboración de otras instituciones canarias, sin cuya ayuda y dedicación, este proyecto no hubiese sido posible, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Universidad de La Laguna, el Banco Español de Algas, el Instituto Hidrográfico de la Marina y el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife. En total, más de 40 investigadores y técnicos de 6 instituciones distintas", explica el investigador. "Las campañas oceanográficas sobre el volcán submarino se han convertido sin duda, en un ejemplo de colaboración multidisciplinar y sinergias entre instituciones nacionales y extranjeras sin precedentes en nuestro archipiélago".

Se realizaron un total de 12 campañas oceanográficas en el contexto de la crisis sísmica alrededor de la isla de El Hierro. Además de estas campañas, se aprovecharon otros proyectos de investigación y buques nacionales e internacionales para la realización de otras 14 campañas oceanográficas, con el fin de continuar tomando datos en la zona y aumentar así la calidad de la única serie temporal sobre un volcán mono-genético submarino. La actividad sísmica en la isla del meridiano no ha cesado; de hecho, ya se han registrado varias etapas sísmicas de períodos de tiempo variable y con media-alta magnitud y deformación del terreno.

"Desde el punto de vista científico", concluye Eugenio Fraile, "en en torno al volcán Tagoro lo mejor está aún por llegar".

La expedición a bordo del JAGO está liderada por el Instituto Geomar alemán y permitió por primera vez el estudio del volcán submarino de El Hierro a bordo de un submarino tripulado. La expedición se enmarca dentro del convenio de colaboración entre Geomar, la Plataforma Oceánica de Canarias y la ULPGC en el que colabora, a través del proyecto Vulcano, el Instituto Español de Oceanografía.