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Entrevista a Ricardo Miralles

"La crisis interna de los socialistas fue lo que más enturbió la imagen de Negrín"

"La resistencia en la Batalla del Ebro no era una locura, sino que tenía una lectura política y diplomática", explica el historiador

El historiador Ricardo Miralles, ayer, en la Fundación Juan Negrín. QUIQUE CURBELO

¿Cómo fue el marco diplomático de 1938, año en que se libró la Batalla del Ebro?

Yo llamo a 1938 el año decisivo, en todo. Lo fue en las renuncias de las democracias occidentales a asumir su responsabilidad en la geopolítica de ese momento. Y también lo fue en la voluntad y en la decisión de las potencias revisionistas, sobre todo, de Alemania, de forzar una renuncia de las democracias occidentales como garantes del equilibrio europeo. La encabezó Gran Bretaña, Francia siguió su estela y así entregaron Europa al dominio alemán. En ese escenario se produjo la Batalla del Ebro, que es incomprensible sin tener en cuenta los parámetros de la diplomacia, en los que Negrín luchó de manera casi desesperada para que las democracias se dieran cuenta de la voluntad de dominio de Alemania y para que, por lo tanto, encontraran en la defensa de la República también su propia defensa.

Por tanto, ¿tuvo sentido el alargamiento de la batalla por parte del bando republicano?

La batalla, en principio, no fue planteada como una batalla sino como una ofensiva, basada en llevar al enemigo a otro terreno. Pero Franco se enfrascó en esa ofensiva republicana porque no podía permitir, dentro de su concepción de la guerra, que los republicanos obtuvieran ninguna ventaja, aunque no fuera una ventaja decisiva. Por tanto, planteó una batalla frontal, que fue un auténtico choque y que los republicanos plantearon desde un terreno geográfico en el que, por su dificultad orográfica, podían obtener ciertas ventajas. Al final, fue una batalla muy cruenta, con muchísimas perdidas a ambos lados y, finalmente, empeñados en esa lucha, lo único que podía hacer la Segunda República era resistir, a la espera de acontecimientos. Y ahí es donde vuelve a entrar la diplomacia porque la exhortación de Negrín, "resistir es vencer", tenía un componente diplomático.

¿En qué consistía esa traducción diplomática?

La Batalla del Ebro fue una ofensiva que se convirtió en una defensiva y, en esa lucha de defensa y de resistencia, se empeñó una política que tenía esa traducción diplomática, basada en que la resistencia -y la derrota- se vendería cara. El alargamiento de la guerra podría conducir a situaciones internacionales insospechadas. Por ejemplo, en el ámbito europeo, podría suceder que la Guerra Civil conectara con la crisis internacional que se estaba viviendo en 1938. Así planteada, la resistencia en la Batalla del Ebro no era una locura, sino que tenía una lectura política y diplomática. Negrín, en su política de resistencia, lo que estaba haciendo era convertir un problema enojoso para Europa no en una solución, sino en una prolongación del problema, porque buscaba una implicación diplomática para acabar la guerra de una manera sensata.

Luego, la imagen de Negrín, símbolo de la resistencia, queda dañada, en parte, desde el seno de su propio partido.

Sí, Franco no tuvo que hacer demasiado para enturbiar la imagen de Negrín, porque ya lo hicieron sus propios compañeros dentro de la división interna de los socialistas. En concreto, en el enfrentamiento entre Indalecio Prieto, dirigente vasco, y el propio Juan Negrín. En realidad, es como lo que está sucediendo ahora; cuando se dice que el PSOE no tiene memoria de escisiones y luchas internas, yo diría que, más bien, tiene una sobreabundancia de crisis internas. En este caso, la lucha se entabló entonces entre dos sectores del socialismo; uno mayoritario en torno a Prieto, otro minoritario en torno a Negrín, quien acabó siendo expulsado del partido por los prietistas en 1946. Franco hizo su propaganda, pero en todos los anatemas, dicterios y mala prensa de Negrín, le dejó el camino expedito la otra parte del socialismo. Entonces, el exilio quedó partido en dos, porque el socialismo se ha partido en dos muchas veces.

Aunque llegase tarde, ¿su readmisión en el partido fue un acto de justicia histórica?

Fue en 2010 y fruto de una labor nuestra, de varios historiadores, y de la Fundación Negrín por su reconocimiento, que ha dado como resultado que, bajo la iniciativa de Alfonso Guerra y del PSOE canario, saliese adelante esta propuesta. Recuerdo que la frase de Alfonso fue: "Ha llegado el momento de ver a Negrín con unos ojos que no sean los de la condena". Y en este sentido, también destaco la labor fundamental de recuperación documental que ha llevado a cabo la Fundación Negrín. Claro, que eso les plantea ahora un desafío.

Dispare.

Si el archivo no está debidamente catalogado, esta documentación es inútil o, al menos, le quita casi toda su potencialidad. Los historiadores, los investigadores; no podríamos ni citarlo. La referencia es esencial y este archivo sería un auténtica mina. Al fin y al cabo, es el mejor archivo que existe sobre la Segunda República.

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