"Erradicar bollera o maricón como un insulto costará años", dice Pedro Rodríguez sobre una palabra que también se emplea a la ligera, además de en las aulas, en las aulas y los hogares. "Niños y padres con actitudes homófobas siempre los habrá pero no se puede permitir que existan profesores homófobos", declara sobre una situación que ha vivido en sus propias carnes "y que es el origen de muchos de los comportamientos contra adolescentes gais, lesbianas, transexuales y bisexuales en edad escolar". Este es, según él, otro de los factores que justifican la implicación "visible" de profesores LGTB en las aulas de institutos de Canarias. "La tolerancia se contagia y el profesor debe propiciarlo", añade.

"Los profesores gais no incitamos a nadie sino que ponemos las herramientas para que alumnos gais o lesbianas o trans sepan que ellos son como el profe, que pueden ser uno más", añade Rodríguez. "Los centros escolares han servido para que los alumnos gais o lesbianas se escondan y debemos trabajar para que se muestren tal como son? Y los gais se esconden porque es lo que les enseñan", añade sobre un asunto que también implica a la familia. De hecho, todos los entrevistados coinciden en que hay alumnos a quienes sus padres les impiden participar en actividades relacionadas con la diversidad afectiva sexual.

El coordinador de Igualdad y Diversidad del IES Amurga, en San Bartolomé de Tirajana, el primer centro de secundaria de Canarias donde existe un cartel en la puerta donde se lee "están prohibidas actitudes homófobas", asegura que "algunos compañeros de profesión me han dicho que defiendo a los alumnos homosexuales porque soy gay; yo les respondo que no hay que ser ballena para ser de Greepeace".

En ese sentido coincide con Eusebio Marrero, profesor de Educación Física de primaria en Tenerife. "Como docente me he sentido muy solo en muchas de estas luchas. Hay profesores que se implican y otros que miran hacia otro lado", asegura.