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Entrevista a Anna Ferrer

"La dote en la India es una de las causas de la violencia contra la mujer"

"En los últimos 20 años, los proyectos de la Fundación en la India eran financiados en su mayoría desde España", reconoce la presidente de la Fundación Vicente Ferrer

Anna Ferrer, ayer, durante la entrevista. ANDRÉS CRUZ

¿Cómo ha sido la vinculación de la Fundación Vicente Ferrer con las Islas Canarias?

La fundación Vicente Ferrer nació prácticamente en Canarias porque uno de los primeros padrinos socios de la Fundación pertenecían a estas islas. Y los socios de aquí son muy activos y desde hace 20 años apadrinando niños. Tenemos un grupo de padrinos y socios muy fieles en las islas. Y también contamos con el ayuntamiento que, durante años, nos han apoyado y ahora que tienen tiempos difíciles económicamente, siguen con un apoyo moral y colaboración con los eventos de la asociación. Yo veo mucha solidaridad aquí. Empezamos la gira en Ibiza y Canarias, porque encontramos aquí mucho cariño y solidaridad.

¿Y cómo resumirá es la colaboración a nivel nacional?

Tenemos 130.000 socios en todo el país y gracias a su apoyo continuado durante estos 20 años, hemos podido ayudar ya a tres millones de personas. A veces los padrinos sólo tienen que aportar 18 euros al mes, o 15 euros al mes. Y a veces nos preguntan que cómo podemos hacer nuestro trabajo en cuatro hospitales, cientos de escuelas, programas de ecología, mujeres, o personas con capacidad. Pero cuando tienes un gran grupo de personas tienes algo muy grande.

¿Qué apoyo tiene la Fundación fuera de España?

En los últimos 20 años, los proyectos de la Fundación en la India eran financiados en su mayoría desde España. Pero en los últimos cuatro años hemos abierto una oficina en Bombay, para conseguir contactos con las empresas. Los primeros tres años fueron muy lentos, pero el último ha mejorado el número de proyectos. Es un buen momento porque, en la India, se ha aprobado una ley por la cual cada empresa tiene que aportar el 2% de sus ingresos para proyectos sociales. Hace unos años empezamos a hacer los trámites para abrir la fundación en Estados Unidos. Fue muy difícil, y ahora llevará tiempo saber los resultados. También estamos pensando crear una delegación en Alemania y tenemos un grupo de amigos en Inglaterra que están pensando en conseguir padrinos.

¿Qué le impactó más cuando viajó por primera vez a la India?

Fueron dos cosas. La primera fue la discriminación de las mujeres y la segunda la brutalidad de la violencia contra ellas. En todos los países hay violencia de género, y se producen violaciones. Pero en mi país se produce con más frecuencia. También es muy brutal la violencia matrimonial porque aunque el gobierno haya prohibido la dote, todo el mundo mantiene esta costumbre. Así, cuando alguien quieren concertar el matrimonio de sus hijas tienen que dar cientos de miles de rubíes la otra. Es una ruina para la familia y es una de las causas de violencia contra mujeres. Primero esta mujer se casa con una gran cantidad de dote que la familia de ella ha dado a la del marido, pero algunas de las familias del marido siguen pidiendo más. Y cuando la familia no puede seguir aportando empiezan a maltratar a la nuera. Otra cosa que me entristeció está relacionada con la salud.

¿Que casos son los que más le llamaron la atención?

Muchas personas no comprenden la cirugía. Se da el caso de que una serpiente pica a un niño y los padres llegan tarde al hospital y los médicos necesitan amputar. Como los padres tienen miedo vuelven a su pueblo sin aceptar la cirugía. Yo, en estos casos, no puedo dormir hasta que nuestro equipo haya logrado ir a es pueblo y explicarles al padre que tiene que cambiar de decisión. Al final muchas veces aceptan. Pero en otras llegan muy tarde y el niño ha estado sufriendo un dolor innecesario.

Usted conoció a Vicente Ferrer por una entrevista cuando trabajaba como periodista.

Yo tenía 21 años y él 27 más que yo. No recuerdo qué pasó en la entrevista. Qué preguntas hacía yo, o qué contestaba Vicente. Pero yo llevaba tres años trabajando en un periódico. Sin embargo, tras esa entrevista, en un mes dejé mi trabajo y me uní a su campaña en Bombay. Me impactó muchísimo su carisma, su poder para convencer a cada persona. Incluso tenía la fuerza para convencer a sus enemigos. Era un hombre que creía en la acción buena, en la posibilidad de solucionar el sufrimiento y la pobreza en el mundo. Tenía la capacidad de convencerte en cualquier aspecto. Yo también estaba muy convencida y por eso fui a trabajar con él como su primera voluntaria en su nuevo sitio.

¿En qué otras zonas de la India trabaja la Fundación?

Estamos en cuatro zonas nuevas. Y en tres de las cuales el propio gobierno nos pidió apoyo. En una de ellas la administradora habló conmigo y me dijo: "Anna, hay 300 familias que viven en chozas en un cementerio". Me dijo que el gobierno no tenía bastantes fondos para construir casas, pero el gobierno podía facilitarnos la tierra para construir viviendas. Por eso ahora tenemos un equipo allí para construir casas. En otra zona más grandes, el distrito vecino de Anantapur, llamado Kandur, nos pidió ayuda en toda esta zona porque el número de personas analfabetas era muy alto, y nosotros apoyamos al Gobierno para aumentar el nivel de educación. En otra zona, la portavoz del gobierno dijo que había un grupo tribal, llamado los chenchus, que no son muy numerosos, pero que han salido del bosque en el que suelen vivir y hoy están en pueblos. Su trabajo tradicional ha sido la caza y no están escolarizados, y tenemos un equipo trabajando allí.

¿Cómo resumiría la evolución de la Fundación?

Los primeros 25 años consistieron en construir una buena organización que partiera desde cero, en conseguir experiencia en todos los ámbitos del desarrollo, y formar un equipo bueno de recursos humanos. Los últimos 10 años estamos trabajando en zonas nuevas, pero aún así, en Anantapur queda mucho por hacer. Aunque las mujeres han progresado mucho socioeconómicamente, en este problema de la violencia de género queda mucho por hacer. Llevamos trabajando para solucionarlo sólo los últimos tres o cuatro años, y queda mucho para ver el resultado y cómo cambian los valores que tienen millones de familias sobre la desigualdad entre hombres y mujeres. Somos una organización india, y todo nuestro personal, formado por 2.500 personas, son indios.

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