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Protección a la infancia

"Hoy hay violencia de género en los menores, pero repiten lo que han visto"

"Nuestros apdres y abuelos eran muy rígidos, pero hoy no nos comunicamos con nuestros hijos", asegura Reyes Martel Rodríguez, magistrada del Juzgado de Menores número 1 de Las Palmas

La magistrada Reyes Martel Rodríguez, durante la entrevista. JOSÉ PÁIZ

El Foro Internacional para la Inclusión de los Menores abordará una serie de nuevas conductas que se están dando en el ámbito delictivo del menor, como la tipología vinculada a las nuevas tecnologías. ¿En qué consiste?

Los delitos con las TICs están a la orden de día. Hay muchísimos delitos cometidos utilizando las redes sociales. Y no los cometen precisamente los chicos que están en una situación más delicada, sino los que tienen la posibilidad de acceder más fácilmente, aquéllos que tienen el ordenador en casa o incluso el móvil de última generación. La culpa la tenemos los padres. ¿Como puedo yo tener un móvil normal y el niño el último modelo? Es que no puede ser, hemos perdido el norte absolutamente. ¿Por qué tiene que tener el niño un móvil con diez años? La sociedad ha cambiado, pero creo que nos hemos pasado un pelín. Es que resulta que todos los niños de la clase tienen uno. Pues lo siento, pero va a ser que no. Mi niño no va a tener móvil hasta que yo crea que podrá usarlo con un criterio. Si el niño lo que ve es que el padre y la madre no hablan entre ellos en casa, sino con el móvil, pues hará lo mismo. Los niños repiten lo que ven y oyen. Cada vez este tipo de nuevos delitos surge más.

Especialmente delicados dentro del ámbito de la violencia intrafamiliar son los malos tratos de menores a sus padres. ¿A qué obedecen estas situaciones?

Pueden obedecer a muchas causas, pero hay algunas que se repiten. Hay muchos casos de lo que llaman el síndrome del emperador. Son niños que se convierten en tiranos y cuando nos damos cuenta el tirano ya es muy fuerte como para enfrentarnos a él. Hablamos de chicos con una corpulencia física y una juventud que no tienen los padres. Cuando los padres se dan cuenta de que no pueden acceder a sus peticiones y empiezan a poner límites y frenos ya es muy tarde, debían haber empezado mucho antes. Hemos pasado de un lado a otro con eso de "a mi niño le tiene manía el profesor" o "a mi hijo lo suspenden". Lo difícil del educador en las aulas ya no es lidiar con el niño, sino con el padre del niño, Y hablamos de familias completamente normalizadas.

Además, en muchos casos estos delitos no se judicializan porque a los padres les duele denunciar a sus propios hijos

Normalmente cuando esto llega a la Fiscalía de Menores es porque ya la situación es insostenible. Tan insostenible que se ha de adoptar una medida cautelar, sacando incluso al menor del entorno familiar para trabajar con él. Volvemos a lo mismo de antes, los padres no sólo le han aguantado lo inaguantable, sino que encima después le han aguantado las tortas. Tuvimos un caso de una familia bastante acomodada, en la que el hijo le había roto la mandíbula a la madre. Esta señora por su formación tenía conocimientos sanitarios, pero llevaba cuatro años sufriendo este tipo de maltratos y aguantando al niño. Tampoco podemos establecer que los culpables en su totalidad sean los menores. Ellos son responsables de lo que hacen y tenemos que hacérselo saber para que asuman sus consecuencias. Pero hablamos de personas que no están totalmente formadas y que ya se están formando mal por culpa de sus progenitores, si los tienen, y del resto de la sociedad. ¿Por qué tenemos que aguantar que un niño nos conteste mal por la calle? Hay una serie de valores que se han perdido.

Llama la atención la aparición de la violencia de género en una generación que debería tener ya metabolizada la igualdad.

Hay violencia de género. Ellos repiten absolutamente todo, son una esponja. Dependiendo del entorno en el que hayan crecido, hacen después lo propio. Y sí, hay chicos de distintos estratos sociales que en la adolescencia, esa edad en la que se inician las relaciones, desarrollan comportamientos machistas que llevan a violencia de género. Control total y absoluto por whatsapp, ese "si hablas con este o si hablas con el otro no me gusta", "si te pintas", "si llevas esta ropa"... Estos delitos están ocurriendo con menores y, efectivamente, esto parece sacado de otra época, pero sigue ahí. ¿Por qué ese chico está haciendo eso? Seguramente habrá algún referente mayor en su entorno que él haya visto desde pequeñito hacer lo mismo. Desde la justicia de menores intentamos reeducar. Es posible siempre y cuando tengamos las herramientas adecuadas.

¿Y se están poniendo esas herramientas? ¿Hay una atención adecuada por parte de las administraciones a un problema tan complejo?

Yo llegué en 2013 de Barcelona, mi anterior destino. Me encontré una lista de espera de medidas judiciales, que en el caso del menor son fundamentalmente educativas, de hasta seis meses. Si esperas seis meses, creas al menor una sensación de impunidad tremenda, con lo cual tendrás cuatro, cinco o seis delitos más y, lo más importante, los problemas que tenía ese menor se habrán multiplicado geométricamente. La Dirección General del Menor hace lo que puede con los presupuestos que tiene, pero no tiene suficientes. Tenemos cerca de 1.000 niños sometidos a medidas judiciales y en el ámbito de protección otros 1.600. En menores hay que actuar de forma urgente porque así lo dicen las leyes nacionales e internacionales, establecen que el interés superior del menor tiene que ir por encima de todo. Las administraciones siguen colocando desde el punto de vista presupuestario a las áreas de menores a la par que otras necesidades, pero estamos hablando de niños, y es nuestra obligación tutelarlos y reconducirlos. ¿Si no nos preocupamos de ellos, que son nuestro relevo generacional, qué nos espera?

Usted señala el ámbito familiar, más en concreto las relaciones paterno-filiales, como un ámbito clave para explicar todos estos cambios. ¿Qué está ocurriendo?

Lo principal es la comunicación, que la hemos perdido incluso con nuestros hijos. Hoy nos enteramos de cualquier cosa que ocurre en el mundo. La comunicación es un arma poderosísima, pero resulta que no nos comunicamos con nuestros hijos. ¡Cuántas escenas no nos gozamos de personas en los restaurantes hablando por móviles! Si le preguntásemos a los padres si están dispuestos a dar su vida por sus hijos, seguro que no lo dudarían. Sin embargo, ¿darían una hora de su tiempo diario por esos mismos hijos? Es hacer un esfuerzo, escuchar al niño y comunicarse con él. Dirá, dependiendo de la edad que tenga, muchas cosas que no nos interesan, pero vamos a poder captar su esencia y saber qué le importa. Eso se pierde por la falta de comunicación. Nuestros padres y nuestros abuelos eran muy rígidos, pero nosotros nos estamos pasando de tuerca. Queriendo trabajar, trabajar y trabajar, decimos que queremos lo mejor para nuestros hijos, los mejores colegios, actividades, másters... ¿Pero eso es lo mejor?

¿Cuál es la problemática de los menores en protección?

Estos no han cometido ningún delito, su único delito es que quienes deben hacerse cargo de ellos no pueden por circunstancias, o simplemente no tienen quién se haga cargo. Pasan por varias fases, en una primera están las familias declaradas en situación de riesgo por los ayuntamientos atendiendo a diversas circunstancias. Quien peor vive eso son los niños. Parece que ellos son más fuertes y no se enteran de nada, pero se enteran de todo y todo les afecta, aunque no lo parezca y lo lleven más alegremente. Si no se interviene adecuadamente desde los ayuntamientos, van a caer en una situación de protección, que es un segundo nivel. Eso supone que por lo que sea no se van a poder hacer cargo de ellos los padres y asumirá la tutela el Gobierno de Canarias o los gobiernos correspondientes. Esto creará un desarraigo, porque el primer hogar que se les destina no suele ser el último, es para ingresar y analizar al menor. Cuando ya está haciendo un vínculo afectivo con el grupo, lo cambian y lo meten en otro hogar. Son rupturas constantes de afecto con las personas. Finalmente, si tampoco logramos intervenir adecuadamente en esta fase, lo más probable es que terminen aquí, en el juzgado.

¿En este marco, qué es lo que pretende hacer el programa UP2U, que usted lidera?

Las medidas que recoge la ley se dividen en dos tipos: las privativas de libertad y las no privativas. Hablamos de menores de entre 14 y 18 años que por lo que sea han cometido un delito. Hemos de analizarlo. Responsabilidad de sus padres y de la sociedad en general es que estos chicos corrijan estos defectos que les han llevado a hacer eso y que pueden ir a peor. El proyecto pretende ofrecerles herramientas que ahora no existen. Así, cada chico tiene su historia personal. El programa de intervención educativa tiene tres pilares: le decimos que tiene que formarse, dejar de consumir sustancias si lo hace, y utilizar su tiempo de ocio de forma saludable. ¿Como lleno ese programa formativo de contenidos si no hay recursos?

¿Como palia esa carencia de recursos UP2U?

El programa pretende ser una canalización de recursos. Hemos logrado sentar en una misma mesa a gente que no lo había hecho, como el Poder Ejecutivo y el Judicial. Además, está la responsabilidad social de muchas empresas apoyando a chicos que hacen música o actividad deportiva. ¿Por qué no canalizamos todos estos recursos en la misma dirección? Hay que pensar que los que cumplen medidas judiciales van a estar haciendo algo que les gusta y además cumpliendo la medida. Por ejemplo, hay un curso de cocina para que un niño que no sabe freír un huevo y al que le ha ido muy mal en los estudios, a partir de 16 años pueda entrar, recibir una formación teórica homologada e ir pasando niveles de seis en seis meses. Con prácticas directas en empresas y bonificación del 100% de la seguridad social de dichas empresas. Y le dices al chico "mira, encima de que te vas a formar en cocina y te vas a llevar el título, vas a cobrar como prácticas de empresa y vas a tener al menos un dinero para pagarte una habitación con baño y poder comer todo los días. Lo que no sabe la gente es que los chicos que están declarados en desamparo, cuando cumplen 18 años van a la calle. Y me refiero a la calle literal, sin formación.

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