"Por ahí viene ya Melchor", se escucha gritar a un chiquillo entre el barullo. Es la señal. Como si de una consigna ya establecida se tratase, los pequeños de alrededor preparan sus cartas para entregárselas a sus Majestades que, este año, han paseado motorizados por Las Palmas de Gran Canaria. "Yo se la doy a él porque es el primero", le explica Álvaro Martel, de nueve años, a su hermano de seis, Miguel, que prefiere esperar a que pase su favorito, Baltasar, para hacer lo mismo con su listado de juguetes. La ilusión está servida. Así lo reflejaban muchas de las caras de las 100.000 personas, -40.000 menos que el año pasado-, que ayer acudieron a ver a los Reyes Magos en su tradicional cabalgata por la ciudad, que, para no variar, estuvo amenazada por la lluvia. Una experiencia verdaderamente mágica para muchos que, en esta ocasión, contó hasta con una 'nevada' de confeti que se saldó con batallas de papelillos en plena calle hasta que las cuadrillas de limpieza pusieron el punto y final.

Uno de los que disfruta de lo lindo con los copos de colores es Yeremay Vargas Casimiro, quien no para de corretear de un lado a otro persiguiendo los diminutos círculos de papel mientras el resto de su familia aguarda la llegada del séquito real. Poco después de las cinco de la tarde, tal y como estaba previsto, el desfile arranca. En el ambiente una misma esperanza: que no vuelva a llover como lo estaba haciendo tan solo unos minutos antes. "Esto es como una maldición, no hay carnaval infantil ni cabalgata de Reyes que no llueva", comenta una señora a sus acompañantes. Cierto es que el cielo está oscuro, a diferencia de los días tan soleados que han hecho durante la semana, no obstante, en esta ocasión, ha habido una tregua y lo único que cayó en cantidades industriales fueron los copos de papel que lanzaron desde muchas de las carrozas. En total, fueron 17 las que inundaron el empedrado urbano de música y diversión a su paso. La mejor de todas ella, según el jurado encargado de valorarlas, fue Invierno en la Tribu, de El Corte Inglés ; seguida de Catapum fábrica de sonrisas, de Catapum y Los Mundos de Mowgli, de Tirma.

El desfile lo iniciaron personajes conocidos por pequeños y mayores. Con canciones de Disney de fondo, los protagonistas del Libro de la Selva, Nemo o Aladdín hicieron disfrutar de lo lindo a los presentes, muchos de los cuales, no pudieron evitar tararear y hasta bailar las pegadizas melodías. Si bien por su cercanía, al no ir subidos a ningún vehículo, los que más aluvión de fotos recibieron fueron los miembros de la Guerra de las Galaxias que también quisieron acompañar a sus Majestades de Oriente en su paseo por la capital. Entre los más de 600 figurantes que este año participaron en la cabalgata también hay romanas y romanos. El momento más esperado llega, justo, después de ellos.

A algunos les pilló despistados, pero a otros, que se asomaban cada dos por tres entre el gentío cuales centinelas, no se les escapó la primera visual de la melena blanquecina de Melchor, que abrió el séquito real. A cierta distancia le siguió Gaspar, que llegó acompañado por gaiteros; mientras que Baltasar, el más aclamado, saludó a los chiquillos a ritmo de batukada. Por primera vez, los Reyes Magos dejaron atrás sus camellos y se desplazaron por la ciudad sobre plataformas motorizadas en las que recogieron en mano alguna que otra carta. Las hubo como Paqui González que echaron de menos a los animales.

Con el paso de sus Majestades, esta vez, no llego el punto final al desfile ya que tras ellos, todavía pasaron varias carrozas, así como un grupo de carteros de Correos que para la ocasión llevaban en sus carritos caramelos y merchandising de la empresa pública para repartir entre los asistentes. Aun así, la gran estrella fue el confeti del que no se libró ni un alma y menos los niños que empezaron a tirarse puñados entre ellos, como si de una batalla de bolas de nieve se tratara. Lástima que en cuestión de minutos llegase la cuadrilla de limpieza del Ayuntamiento y, con ella, el fin de la jarana.