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Cooperación

Cristianos que se la juegan

La misionera canaria Expedita Pérez describe el complejo día a día de su confesión en Egipto, país de mayoría musulmana

Cristianos que se la juegan

A veces sólo una tragedia consigue que fijemos nuestra atención en crudas realidades que nos pasan desapercibidas. El pasado 11 de diciembre un tremendo atentado contra la iglesia de San Pedro y San Pablo en El Cairo se cobró 25 vidas y nos detonó la realidad en la cara. Vimos entonces supurar una herida, la que mana de la difícil convivencia de la minoría cristiana en un territorio musulmán como Egipto. La religiosa grancanaria Expedita Pérez, afincada en ese país desde hace cinco años, dibuja un panorama contradictorio, donde la buena voluntad gubernamental y ciertos avances en el encaje social se solapan con frecuentes actos de violencia de intensidad variable.

"La situación es hoy mejor que hace dos años, hay más libertad y más inclusión, el clima que se respira fuera es mucho más alegre, más fraterno", comienza explicando esta misionera comboniana afincada en Alejandría tras una larga etapa en El Cairo, que, no obstante, lamenta que "siempre exista algún grupo minoritario, pequeño pero extremista, que ataca en nombre de dios aprovechando fiestas como la Navidad". Pérez alerta contra el reduccionismo de identificar a esta minoría de violentos con el conjunto de la amplia comunidad musulmana. "Hay musulmanes a los que les dan vergüenza estos actos, que afirman que no conocen ese Islam, aunque los violentos usen el nombre de dios para llevar adelante esos atentados", añade.

Expedita nació en El Tablero de Maspalomas y hoy es en Alejandría la coordinadora de un ambulatorio para gente pobre que recibe entre 200 y 300 personas al día, una guardería con 300 niños (de los que sólo 15 son cristianos) y una casa que acoge a religiosas ancianas. Conoce, pues, a la perfección las complejidades que se derivan de la interacción social entre personas de diferentes confesiones en un territorio tan marcado por el hecho religioso. "La gente tiene algo de miedo", asegura, "hace poco sucedió, no lejos de nuestra casa, que un exaltado degolló a un cristiano en nombre de dios porque vendía alcohol. Debemos tener precaución porque hay personas exaltadas".

Pero la precaución tiene también su límite, porque los cristianos de Egipto no están dispuestos a que el goteo de violencias coarte totalmente su libertad y les impida acudir a los actos culturales y otras celebraciones de su comunidad. Eso significaría doblegarse ante la fuerza insensata de esa minoría cruel. "Lo ocurrido tras el atentado de la iglesia de San Pedro y San Pablo fue algo que me emocionó; las iglesias estaban repletas. Aquí en preparación de la Navidad la comunidad cristiana tiene muchas vigilias y oración, y esta vez los templos se llenaron mucho más de lo normal. Es una afirmación de que no vamos a vivir en el miedo, vamos a seguir celebrando nuestras fiestas y, si nos matáis, seremos testimonios de nuestra fe. La fe ha salido reforzada desde lo sucedido en la iglesia de El Cairo", asegura la religiosa isleña.

Las mujeres cristianas en Egipto ven agravadas todas estas fricciones por la vigencia de usos propios de una sociedad con resabios machistas. Sobre ellas pesa una doble losa, la religiosa y la patriarcal. Expedita Pérez señala una situación muy elocuente en este sentido: "Una joven cristiana no puede subir sola a un taxi, debe hacerlo acompañada, porque se arriesga a que un fanático la lleve a su casa, la violente y la obligue a casarse con él. Esto sucede de forma muy frecuente, sobre todo en los barrios más pobres, donde hay más ignorancia. Aquí el sentido del honor, de conservar la virginidad es muy fuerte, por lo que incluso las familias de ellas prefieren que se case con el agresor".

Estas circunstancias son más o menos homogéneas para todo el país, pero en el caso concreto de Alejandría hay algunas especificidades convivenciales que la misionera detalla. "En esta ciudad hay una fuerte presencia de los Hermanos Musulmanes [una organización política islamista considerada terrorista por el gobierno egipcio], de hecho hay barrios donde son mayoría", explica. En esas áreas los cristianos optan por hacer el menor ruido posible, y de hecho ni siquiera tienen la posibilidad de edificar sus propios templos, por lo que se ven obligados a encadenar dos o tres medios de transporte para acceder a una iglesia.

Todos estos desalientos están llevando a muchos cristianos a plantearse la búsqueda de nuevos horizontes fuera del país egipcio, una especie de éxodo silencioso que constata Expedita. "Hay que tener en cuenta que en las últimas revoluciones las atrocidades más grandes se cometieron aquí. Las estadísticas dicen que los cristianos suman un 10% de la población egipcia, pero nosotros estimamos que hoy alcanzan un 8%. Hay una diáspora muy fuerte de cristianos fuera de Egipto, sobre todo a América, pero también a Europa". Esta salida de cristianos se justifica porque estas personas "no se sienten libres. Es cierto que hay más inclusión, pero tienen menos posibilidad de trabajo que los demás. Sobre todo cuando es a nivel de empleos que tienen que ver con lo gubernamental, reservados para los otros".

Finalmente, la misionera canaria valora de manera positiva los mensajes y esfuerzos que emanan del Ejecutivo del general Abdelfatah Al-Sisi en aras de una integración nacional que no segregue según creencias o confesiones. "El Gobierno denunció el atentado de El Cairo como una violación contra el pueblo egipcio, afirmó que somos todos egipcios, está trabajando muchísimo por esta confianza como pueblo sin hacer diferenciación entre cristianos y musulmanes", asegura Expedita Pérez, quien atestigua "manifestaciones de solidaridad muy fuerte. Todo el Gobierno acudió a felicitar a la comunidad cristiana ortodoxa, que es la más fuerte. En ese acto, antes de la Eucaristía el presidente hizo un discurso muy lindo, acerca de no diferenciar a los cristianos". Durante su etapa en El Cairo, esta religiosa estuvo trabajando en escuelas de refugiados sudaneses, una experiencia que le dejó una importante huella.

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