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Entrevista a Pedro L. Yúfera

"La Conquista de Canarias es una gran desconocida en España"

"'El último rey de Tenerife' es una novela con historia, un libro de aventuras para iluminar al lector", explica el abogado y novelista

El abogado y escritor Pedro L. Yúfera. LA PROVINCIA / DLP

Usted es de Barcelona y ejerce como abogado. ¿De dónde sale ese interés por escribir una novela sobre la Conquista de Canarias?

Mi suegra es de Tenerife y cuando aún era novio de mi mujer, cuando viajaba a las Islas para visitarla, me regaló dos tomos sobre la Historia de Canarias escritos por Viera y Clavijo. Debía tener 20 o 21 años. Empecé a estudiarlos y me gustó lo que leí. Tanto que pensaba, para mí, que si algún día escribía un libro, lo haría sobre este tema. Me interesó desde ese momento.

¿Qué encontró en esos libros que le interesó tanto?

En España conocemos la Conquista de América, se ha escrito mucho sobre esa parte de la Historia, pero la Conquista de Canarias es una gran desconocida. Y a partir de ahí, quise saber más. El trabajo que realizó Viera y Clavijo en el siglo XVIII es abundante, pero parece que contiene también mucha leyenda. Así que, con sus dos tomos sobre la Historia de las Islas como base, pasé a estudiar a Juan de Abréu y, sobre todo, a Rumeu de Armas.

Más allá de esos grandes historiadores, ¿encontró alguna referencia más?

No. Y me sorprendió bastante. ¡Me alucinó que no hubiese novelas! Está el trabajo de Rumeu de Armas, que es inmenso, pero apenas hay ficción. Encontré dos novelas sobre el tema, de los años 60, pero poco más. Es fácil encontrar material sobre la Conquista de México, sobre la Conquista de Perú, pero de Canarias, que es una región más cercana a la Península, que forma parte del Estado, hay muy poco o casi nada. Y eso me extrañó, porque la Conquista de Canarias fue un proceso con sus claroscuros, y al mismo tiempo me entusiasmó para seguir estudiando sobre el tema.

¿A qué cree que se debe ese silencio?

No lo sé, me pareció curiosísimo. Más allá de Viera y Clavijo y Rumeu de Armas, hay muy poca cosa. Ni siquiera ese monstruo que tienen en Canarias, Alberto Vázquez-Figueroa, tiene una novela sobre ese tema. Y la verdad es que no lo entiendo.

Y de todo lo que leyó, ¿qué le fascinó?

Es una parte de la Historia muy interesante. Desde el principio hasta el final. Desde las primeras referencias, desde la Antigüedad con los griegos y los romanos, sin olvidar a los vikingos, hasta el inicio de la Conquista. Ese proceso, el de la Conquista, duró casi cien años. Y fue muy particular, porque confluyeron varios intereses: los de la Corona de Castilla por conquistar tierras y los de los nobles a cuenta de sus propios negocios. Y entre unos y otros llevaron a cabo una Conquista sangrienta y larga que acabó con los guanches, que fueron exterminados en combate, por culpa de la enfermedad de la modorra y por la esclavitud. Hay referencias de la venta de aborígenes canarios como esclavos en mercados de Sevilla, Valencia o Barcelona. Por eso no entiendo que la Historia de Canarias esté tan aislada, tan apartada.

Hasta hace poco, esa parte de la Historia ni siquiera se estudió en los colegios. ¿Por qué cree que ocurrió eso?

Lo desconozco, pero insisto: es un tramo de la Historia fascinante. Sobre todo desde el punto de vista de la población aborigen de islas como Tenerife, Gran Canaria o La Palma, con sus héroes y sus traidores. Y también por lo que proyectaron allí los peninsulares. Lo que hicieron primero en Canarias, lo que ansiaban, lo cometieron luego en América. Toda esa historia es una gran desconocida en España. Es curioso. Sobre todo porque después, en concreto a partir de la publicación de este libro y durante su promoción, me he encontrado en la Península con muchísima gente de Canarias o con personas que tienen amigos canarios a los que les interesa el tema.

Como usted apuntaba, en la Conquista aparecen personajes muy curiosos. Por ejemplo, Fernando Guanarteme. Aborigen de Gran Canaria que, tras ser derrotado, se convierte en cristiano y colabora con los castellanos en la conquista de Tenerife.

Sí, para algunos un traidor y para otros un héroe. Es uno de esos personajes que llaman la atención porque al final apoyó la Conquista.

El mundo conoce las matanzas que realizaron los conquistadores castellanos en América, pero un personaje como Alonso Fernández de Lugo pasa, a día de hoy, totalmente desapercibido.

El conquistador de Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Un personaje excesivo, que mató y esclavizó aborígenes canarios. En un momento de su vida, con necesidad de dinero, llevó la crueldad al extremo. Tras la Conquista se estableció una política por la que los guanches que no se habían convertido al cristianismo podían ser vendidos como esclavos ya que no se les consideraba personas. Consciente de esa ley, Alonso Fernández de Lugo organizaba bautizos masivos para la conversión, pero en realidad eran trampas: una vez dentro de la iglesia, los encerraba y antes de que pudieran recibir el bautismo los apresaba para luego venderlos en la Península como esclavos.

Una joya, igual que su mujer: Beatriz de Bobadilla.

Beatriz de Bobadilla fue amante del rey Fernando el Católico y de Colón, que hizo una escala en La Gomera, donde ella estaba desterrada, en su primer viaje a América por amor. Ella mandó matar a guanches y también los vendió como esclavos. Alonso Fernández de Lugo utilizó los bandos de guerra para que la población delatara a los aborígenes que no se habían convertido, pero su ambición por hacer dinero elevó la presión y tras el final de la Conquista, cuando los bandos de guerra se convirtieron en bandos de paz, las delaciones continuaron porque necesitaba esclavos para seguir ganando dinero.

En su novela, uno de los protagonistas es un abogado, igual que usted.

El libro arranca a partir del robo de unos documentos en un monasterio de Valladolid. Cuando Fernando aún era heredero de la corona de Aragón, los Reyes Católicos firmaron el Concordato de Segovia. En ese documento se establecían las normas generales para gobernar Castilla y Aragón. Antes de sellar ese acuerdo, ambos se pelearon. Y después también entraron en conflicto, por lo que firmaron otro pacto secreto que se escondió en ese monasterio de Valladolid, por orden del cardenal Mendoza, donde parte la historia. A partir de ahí, los caminos de un soldado con problemas con la Inquisición y de un abogado que cae en una trampa por la que debe abandonar su profesión se unen en Canarias: uno en busca de ese documento y otro convertido en espía.

¿Se animará a seguir escribiendo sobre la Conquista de Canarias?

Si a los lectores les gusta, ¿por qué no? De momento las críticas son muy buenas. Es una novela con historia, no una novela histórica. Es un libro de aventuras, con la intención de entretener e iluminar al lector sobre una parte de la Historia tan cercana como desconocida.

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