La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

"Cuando un corrupto llega a juicio suele estar ya jubilado"

"Desde el siglo de Oro, el que no intentaba vivir del cuento intentaba vivir a través de un sueldo público", señala el magistrado José Antonio Vázquez Taín

José Antonio Vázquez Taín. EMILIO FRAILE

Su último libro, El mar sin fondo, se inspira en la sociedad española, ¿en qué sentido?

Nos hemos olvidado de que somos la sociedad del Lazarillo de Tormes, de la picaresca. Desde el siglo de Oro, el que no intentaba vivir del cuento intentaba vivir a través de un sueldo público. La corrupción en este país es parte de nuestra idiosincrasia y ADN. Es imposible que el 25% de nuestra economía sea sumergida si no fuera porque la corrupción está generalizada. Una forma de calmar nuestra mentalidad es pensar que los políticos también roban y tratamos de focalizarlo en ellos, en los bancos y en cuatro estamentos más a los que generalmente es más fácil echarles las culpas. Pero nos olvidamos de que todos estamos inmersos en una dinámica que creo que es errónea.

¿A qué se refiere?

Somos una sociedad muy moderna, que surgió de la nada hace solo 40 años. Pudimos haber diseñado un Estado distinto, unos estamentos y poderes diferentes y sin embargo, en vez de mirarnos en el espejo de Francia o Suiza, lo hicimos en el de Grecia, Italia. Con las aspiraciones de Finlandia, el dinero de los griegos y la picaresca de los italianos, nos da como resultado un cóctel demasiado negativo. Estamos donde nosotros nos hemos colocado.

Llegó a ser calificado como 'el Garzón gallego' por su intensa actividad contra el narcotráfico. ¿Usted ha pensado en meterse en política alguna vez, como lo hizo su compañero?

Veo la política como un servicio. Pero ojalá todos los que se metieran en política hubieran demostrado antes su capacidad en una profesión anterior. No lo he descartado ni me lo he planteado.

Después del narcotráfico llegaron otros asuntos, como el robo del Códice calixtino o el asesinato de Asunta Basterra. ¿Es fácil ser imparcial con estos casos tan mediáticos?

Hay dos pilares básicos en el trabajo de un juez. Uno es el saber escuchar, ser consciente de que, como mucho, sabemos un poco de derecho y del resto no tenemos ni idea. Así que hay que saber escuchar para aprender de aquellos que sí saben de sociología, medicina o ciencia. El segundo pilar para ejercer su trabajo es una máxima que aprendí en La Coruña, que dice "odia al delito y compadece al delincuente".

¿La virtud de la imparcialidad en este tipo de casos es más complicado tenerla con un jurado popular?

El problema de los jurados es que, teniendo en cuenta que a los que estamos todos los días en Justicia alguna vez se nos engaña, aquellos que deben manejarse en un ámbito que no es el suyo y moverse en ese escenario les impone. Les distrae y no se manejan con la seriedad que necesitarían. Luego está la capacidad que tienen en estos momentos los medios de comunicación para contaminar toda una investigación, a veces incluso afirmando cosas que no están en el sumario. Así que conseguir que el jurado se aísle y olvide todo lo que leyó y se centre única y exclusivamente en lo que va a escuchar en esas sesiones es la tarea principal del juez y es en lo que nos centramos, sobre todo en asuntos tan mediáticos. Es recordarles que todo lo que ha salido publicado puede ser mentira y que se atengan a lo que van a escuchar. Esos aspectos negativos son los que están llevando un poco lejos lo de la democracia a todos los estamentos. Quizá tengamos que exigir más profesionalidad a los jueces y respetar más. No todo el mundo puede hacer periodismo o justicia, del mismo modo que no todo el mundo puede hacer medicina.

¿No comparte la utilidad de los jurados populares?

España es un país al que le gusta mirar en otras instituciones e importar figuras que como son extranjeras, como decía Gila, ya son buenas. El jurado popular en EE UU está justificado porque vienen de los linchamientos públicos y es una forma de decirles que les quitan esa capacidad de linchar gente, pero les dan la posibilidad de que los juzguen de una forma más ordenada. Es una evolución ordenada de la democracia. Pero nosotros, con una Justicia enraizada, porque en este país se ha juzgado hasta a nobles y reyes en la Edad Media, tenemos que pensar en un enfoque más humano y no imitar a otros países, que tienen su propia historia.

¿Qué caso le habría gustado instruir?

Todos los que tienen que ver con la corrupción, por la sencilla razón de que creo que uno de los peores defectos que ha habido en todos ellos es la lentitud. Una justicia que no es ágil no sirve de nada.

¿A qué se debe esta dilación en el tiempo?

Nuestro sistema judicial adolece de lentitud por una serie de vicios heredados y difíciles de erradicar. En primer lugar, los medios no son los adecuados, pero además cuando nos metemos en comisiones rogatorias a otros países, en informes técnicos para jueces que lo único que saben de los bancos es cómo se paga la hipoteca y del resto no tienen ni idea, tenemos que confiar ciegamente en los técnicos especializados. Además, suelen tardar mucho en hacer un informe, luego se pide información complementaria y todo eso nos lleva a meses y meses y cuando te has dado cuenta te has metido en varios años.

¿Hay una solución?

Creo que la forma de agilizar-lo es cambiar el sistema de instrucción. Esos informes se pueden conseguir en pocos meses y exigir además a la parte contra- ria que tenga un tiempo determinado también para realizar el contrainforme. Así el juicio se iniciaría antes.

¿Este retraso ayuda a la visión negativa de la justicia?

En materia de corrupción hay dos tipos, la económica y la política. En la segunda nosotros somos no solo los encargados de detectarla, sino de eliminar a ese político corrupto del poder. Lo malo es que en este país, cuando llegamos a juicio, ya están jubilados. Pocas veces juzgamos a un político en activo y esa labor aséptica de quitar el elemento contaminado del entramado político nunca la utilizamos, solo la labor de ejemplarizar y decirles lo que puede pasar a los que están ejerciendo si siguen por ese camino. El porcentaje que juzgamos es tan pequeño que la mayor parte de la gente corrupta sigue pasando que merece la pena. Hay narcos y violadores porque confían en que no les pillan. La lentitud nos impide ser eficaces.

Compartir el artículo

stats