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"Lo de la barriga cervecera es un mito, esta bebida aporta pocas calorías"

¿A qué llamamos consumo "moderado" de cerveza?

Según instituciones internacionales, el consumo moderado de cerveza es aquél que no excede los 20-30 gramos de alcohol al día: es decir entre dos y tres cañas al día para los hombres, y entre una y dos cañas diarias para las mujeres. Lo que hemos visto es que la alimentación de los consumidores habituales de cerveza se acerca en mayor medida a las recomendaciones nutricionales de los expertos.

Hay multitud de tipos de cerveza. ¿Cuáles son saludables y cuáles no?

Cuando hablamos del potencial saludable de las bebidas fermentadas, en concreto de la cerveza, no sería necesario hacer distinción entre los distintos tipos de cerveza. Al fin y al cabo, toda la cerveza que se elabora es un producto fermentado, de baja graduación alcohólica (4º-5º), con unas características específicas en su composición que la diferencian del resto de bebidas y que le confieren un especial interés nutritivo. Al estar elaborada a partir de ingredientes naturales (agua, cebada malteada y lúpulo), tiene un bajo contenido calórico (45 kilocalorías por cada 100 mililitros) y también numerosos nutrientes (vitaminas del grupo B, fibra y minerales).

¿Y la cerveza sin alcohol?

Es la única verdaderamente distinta. Tiene menos beneficios cardiovasculares pero también menos inconvenientes en determinadas circunstancias.

¿Cuál es el modo saludable de consumir la cerveza?

En España, el consumo moderado de cerveza está integrado en el patrón de consumo mediterráneo. Es necesario recordar que la expresión "dieta mediterránea" engloba no sólo la alimentación de una zona geográfica, sino un estilo de vida: las relaciones sociales que giran alrededor del hecho alimentario, el ritmo de las comidas, la forma de preparación y consumo, las formas y horarios de trabajo, el uso del tiempo de ocio y la práctica de una vida activa. En definitiva, una filosofía de vida que define la cultura y los patrones mediterráneos. Por eso, en España, estas bebidas forman parte de nuestras tradiciones, costumbres y gastronomía, y son las protagonistas de un rito tan arraigado como es el "tapeo", que invita al encuentro social con familiares y amigos.

¿En qué tipo de dieta se integra mejor?

El consumo moderado de cerveza podría integrarse en el marco de la dieta mediterránea. Este patrón de consumo contempla la inclusión de bebidas fermentadas -cerveza, vino o sidra-, tal y como pone de manifiesto la Pirámide de la Dieta Mediterránea, reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en noviembre de 2010.

¿Bebidas fermentadas acompañadas de...?

Cada país del Mediterráneo tiene culturas gastronómicas diferentes, pero los ingredientes base de su dieta son los mismos: consumo diario de frutas, verduras, legumbres, cereales y aceite de oliva; consumo moderado de carnes magras, pescado y frutos secos; y, de forma ocasional, productos como embutidos o mantequillas. En este patrón se enmarca el consumo de cerveza de forma moderada y en las principales comidas. Si enmarcamos la cerveza en el marco de la dieta fast-food u occidental se pierden las bondades del patrón global.

Se ha dicho durante décadas que la cerveza genera barriga. Ahora predomina la idea de que es una creencia falsa...

El consumo de cerveza se ha asociado popularmente con la denominada "barriga cervecera". Sin embargo, diversos estudios demuestran que esta relación es un mito y ponen en duda que exista relación entre el consumo moderado de cerveza y la aparición de obesidad abdominal. Esta relación sí que parece patente en el consumo excesivo de cerveza que se asocia a un consumo calórico excesivo y a una dieta poco prudente o saludable. La realidad es que la aportación calórica de la cerveza es muy baja.

¿Puede concretar algún dato?

Una caña de 200 mililitros tiene tan sólo 90 kilocalorías, y en el caso de la cerveza sin alcohol esta cantidad se reduce a una media de 34 kilocalorías. Por lo tanto, es necesario desterrar el falso mito de la "barriga cervecera", ya que la obesidad no es culpa de la bebida, sino de una alimentación desequilibrada, de la falta de ejercicio y, en algunos casos, también de la predisposición genética. Hay investigaciones internacionales que ratifican estas conclusiones y señalan que el consumo de cerveza no produce un aumento de la circunferencia de la cintura.

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