La mujer que conquistó el aire y los corazones de quienes aman las artes escénicas, la reina indiscutible del trapecio, una de las figuras más destacadas de la historia del circo, dentro y fuera de las fronteras españolas, la grancanaria Cristina María del Pino Segura Gómez, más conocida como Pinito del Oro, falleció ayer, tras complicarse una caída doméstica, en el Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín, cuando contaba 87 años de edad.

Apartada de la luz pública por propia voluntad, Hija Predilecta de Las Palmas de Gran Canaria, ciudad que le vio nacer el 6 de noviembre de 1929; Medalla de Oro de Canarias en este 2017, Segura sufrió una caída en su casa y tuvo que ser operada de la cadera. El postoperatorio se complicó, y ayer, a las cinco de la tarde, murió en el centro hospitalario donde se encontraba ingresada.

Nacida en el populoso barrio de Guanarteme, llevaba en la sangre la lona y la arena. Pertenecía a toda una estirpe circense, Los Seguritas, nombre derivado de sus apellidos. Su madre dio a luz a 19 hijos, y la pequeña María Cristina del Pino ocupó el séptimo lugar en la talentosa familia, que era propietaria del Gran Circo Segura, donde fue alumbrada. A pesar de que, en un principio, llegó a pensar que aquel no era su mundo, su trayectoria le situó en las portadas de medios internacionales como el New York Times por su desafío constante a las leyes de la naturaleza, por volar sobre el trapecio, por superarse con cada número y escalar hasta metas que nadie había alcanzado antes.

Tres décadas sobrevolando a un público que, con la vista fijada a doce metros sobre sus cabezas, no podía evitar lanzar suspiros de alivio cuando la veía aterrizar sana y salva, con una radiante sonrisa, y ataviada con su impecable maillot, tras haber logrado una pirueta imposible.

Su ascenso al trapecio comenzó tras el fallecimiento de su hermana Esther, que hasta ese momento se ocupaba de esa disciplina en la compañía. Ella había debutado en el alambre con doce años, pero sin demasiado éxito. Pronto su padre se dio cuenta de su enorme capacidad de sacrificio y tesón. Sería él quien decidió cambiar su nombre de nacimiento por el de Pinito del Oro. A partir de aquí, y después de recorrer ferias de distinta índole, con hasta cinco funciones cada velada, fue fichada en Valencia por un representante en Europa del afamado circo Ringling y tuvo que casarse para que la dejaran ir a América, porque en aquella época una mujer sola no podía realizar el viaje.

Aventura americana

En Estados Unidos, en 1950, ya entre su nueva familia circense, actuó en el Madison Square Garden de Nueva York y ganó un premio internacional que se conoce como el Óscar del Trapecio. Logró en tres ocasiones el título mundial de Reina del Circo, y se puso a las órdenes del enorme director Cecil B. De Mille, para actuar en la película El mayor espectáculo del mundo, donde compartió cartel con estrellas de Hollywood como James Stewart o Charlton Heston.

Más tarde, en 1961, volvería a España, donde, tras un paréntesis de siete años, se enrolaría en el Circo Price, donde se retiró en 1970, tras una grave caída, y ya nacidos sus hijos Maribel y Tomás. Su enorme valentía le llevaba a actuar sin red. Esta era una premisa que quedaba firmada en sus contratos.

Sufrió varios accidentes graves, sobre todo en Huelva, Suecia y Laredo. Uno de ellos, tras un fuerte golpe en la cabeza, le dejó ocho días en coma por un derrame cerebral. Años después volvería a fracturarse el cráneo y las manos, que se rompió hasta en tres ocasiones.

Siempre fue una defensora del mundo del circo, arte del que ella representó la época más dorada, pero que, poco a poco, fue considerándose un género chico. Decidió convertirse en 1992 en presidenta honorífica del Club Amigos del Circo de Canarias, y son muchas las ocasiones en las que, en estos años, se la ha recordado como la más grande trapecista de la historia.

Retirada de la luz pública

En el año 2007, la periodista Marisol Ayala le hizo una entrevista para LA PROVINCIA en la que elegía retirarse del foco de la opinión pública, aunque era consciente de que su trayectoria, sus logros forman parte y son patrimonio de la Historia de España.

Además del circo, sintió una enorme pasión por la literatura y publicó varias novelas, entre ellas La víspera, El italiano y Nacida para el circo. Quedó finalista en los premios Blasco Ibáñez y Ciudad de Oviedo.

Cristina María del Pino Segura, Pinito del Oro, que obtuvo el Premio Nacional del Circo en 1990, de la mano del entonces Rey Juan Carlos, será incinerada hoy en el Tanatorio de San Miguel, a las 20.30 horas. Descanse en paz la reina de las alturas.