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Para perpetuar o evitar confusiones

El cambio del orden tradicional de los apellidos se basa tanto en la igualdad como en el pragmatismo

Fernando, de seis años y vecino de la capital grancanaria, heredó el nombre de su padre, que también comparte con un primo, pero al menos se diferencia de sus dos parientes en el primer apellido al lucir antes el apelativo familiar de su madre.

"Así ya no se bloquea internet ni hay confusión en la familia con tanto nombre igual", bromea el padre antes de matizar que acordó con su pareja la decisión de invertir el orden tradicional para facilitar la continuidad del apellido materno, más difícil por otras vías. Nacido en 2011, Fernando se benefició de la posibilidad legal, vigente desde el inicio del milenio, de elegir el orden de los apellidos previo acuerdo y solicitud de los dos progenitores.

Sin problema en el Registro

"No es común, pero no tuvimos ningún problema en el Registro", recuerda Fernando, que prefiere reservar los apellidos familiares, sobre una decisión que durante 2011 solo adoptaron 66 familias en Canarias (31 en Las Palmas y 35 en Santa Cruz de Tenerife), es decir, el 0,38% de todos los bebés nacidos seis años atrás. Desde el pasado julio, se eliminó la prevalencia del apellido masculino, los padres deben elegir el orden y, en caso de disenso, la decisión corresponde a la persona responsable del Registro Civil, aunque la elección del apelativo materno aún presenta datos minoritarias al cifrarse alrededor del 0,5% de las inscripciones de nacimientos tanto en Canarias como en el conjunto de España.

Seis años antes de una reforma legislativa que pretende oficializar la igualdad entre sexos, el abuelo y todos los parientes paternos de Fernando acogieron "con respeto" la decisión de sus padres de apellidar a su primogénito con preferencia materna. "En países como Portugal o Filipinas se aplica por defecto, porque nunca hay dudas de la maternidad", apunta Fernando después de señalar que tanto su apellido como el de su pareja no resultan tan comunes como García o González, otro de los principales motivos para alterar el orden tradicional.

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