Las predicciones científicas sobre la vida en el mar deberán revisarse si tienen como parámetro la influencia de las partículas de carbono orgánico que hay en sus aguas en suspensión, que son más abundantes de lo que se creía, según un estudio hecho al amparo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

A falta de conclusiones definitivas, el estudio, basado en datos recabados desde el buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa al noroeste de África, ha permitido ya constatar ese error, según explica al arribar el barco a tierra Javier Arístegui, uno de los cinco españoles incorporados al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU.

Recién llegado de una campaña oceanográfica desarrollada cerca de Cabo Blanco por investigadores del CSIC y de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de la que es catedrático de Ecología, Arístegui ha destacado el carácter novedoso de los análisis llevados a cabo, tanto por la tecnología empleada como, sobre todo, porque afectan a una materia orgánica hasta ahora nunca estudiada en detalle.

Esta materia orgánica, explica, contribuye de forma importante a la respiración de los microorganismos, que liberan dióxido de carbono que a su vez hace que las aguas sean cada vez más ácidas, lo que afecta a organismos con esqueletos de carbono cálcico, como los corales o algunos tipos de plancton.

"Nadie anteriormente se ha puesto a mirar esto, nadie ha dicho: 'hay un sumidero de carbono aquí que no estamos teniendo en cuenta", argumenta el científico.

El investigador insiste en que el proceso de acidificación de los océanos "es muy perjudicial" para numerosos organismos, cuya disminución tiene distintas repercusiones negativas para el hombre, pues son elementos clavepara el proceso de absorción del dióxido de carbono que se produce por las emisiones llamadas de efecto invernadero que genera el hombre.

Esas emisiones en parte permanecen en la atmósfera y en parte son depuradas por la vegetación o son absorbidas por los océanos, cuyas aguas profundas albergan grandes sumideros de carbono.

No obstante, matiza que el "secuestro" del carbono en suspensión no se produce en igual medida en todo el planeta, sino que hay zonas donde es mayor y otras en las que es menor, "en función de los procesos físicos, sobre todo, y también de los procesos biológicos" que tienen lugar en cada área.