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Entrevista a Sonia Mauricio

"En estos tiempos tan contradictorios la fragmentación es un tema complejo"

"Toda reflexión filosófica o estética lleva a pensar sobre el mundo y cómo nos situamos en él", explica la doctora en Derecho, profesora de Derecho Tributario y filósofa

Sonia Mauricio. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Es posible definir "la fragmentación" en una entrevista periodística?

En una entrevista periodística lo que sí se puede decir de la fragmentación es que en tiempos tan contradictorios como los actuales, preguntarse por la fragmentación estética supone la constatación a priori de una realidad compleja cuya aprehensión va a ser parcial. Por ello, el debate que envuelve la construcción de la razón artística hasta su posterior deconstrucción es tan amplio y variado.

¿Qué periodos de la historia del Arte analiza y comenta?

Se trata de abrir líneas conceptuales en el Barroco, la Ilustración, el Romanticismo temprano, con Hegel y luego con Nietzsche hasta la posmodernidad. En este sentido, se utilizan asociaciones de la experiencia artística en la pintura, la arquitectura, la música, el cine o la literatura unidas a la reflexión estética. De ahí, Kant con Shakespeare o Sade y Nietzsche con Wagner y Andreas-Salomé o Derrida con Eisenman y Zizej con Von Trier.

La fragmentación en la obra de arte ¿refleja un fenómeno similar en la sociedad o en la conciencia individual?

Efectivamente, toda reflexión filosófica o estética lleva a pensar sobre el mundo y cómo nos situamos. Y en ese sentido, en la actualidad, la fragmentación personal significaría entender que todos tenemos una parte consciente e inconsciente para vivir nuestra realidad y que a la vez coexistimos con una totalidad ya abierta y fluida.

¿Cuáles son la parte buena y la mala de la fragmentación?

Creo que, en la actualidad reducir el discurso estético o personal a la dualidad bueno o malo significaría reducir la complejidad que todos y todas tenemos dentro y expresamos también a través de la filosofía y el arte. Por ejemplo, Walt Disney y sus películas serían un hecho estético cinematográfico, donde las mujeres son princesas o brujas y los hombres príncipes o villanos. Esa dualidad que nos hemos creído desde niños nos ha hecho mucho daño porque no existe en la realidad.

¿Es el concepto de fragmentación homologable al de deconstrucción en Derrida?

Sí, en la posmodernidad ya nos encontramos con que el discurso estético queda deconstruido, descentralizado y diseminado, que es lo que dice Derrida, y se caracteriza por la discontinuidad y la dispersión a partir de la imposibilidad de abarcar una realidad compleja en su totalidad.

¿Y la diferencia con este concepto de "diseminación" del que habla, que irrumpe en el presente y el futuro inmediato?

La diseminación es un concepto, como ya he dicho, también posmoderno de forma que, en muchos casos, coexisten tanto los discursos clásicos con los modernos y los posmodernos, de modo que al final esta diseminación nos viene a decir que en este revival estético ya no se pueden desechar ni tendencias ni estilos aunque sí hay un componente nuevo que es el que marcan las tecnologías.

Su prisma entonces parece posmoderno, ¿se puede ser neutral en este caso en la valoración del arte del pasado?

Creo que la neutralidad, como juicio objetivo, no existe ni en el arte ni en la vida porque todos y todas miramos la realidad de acuerdo con nuestra experiencia estética. En ese sentido, si yo voy al Prado y contemplo las Pinturas negras de Goya esa obra me va a seguir impactando cada vez que la vea porque eso es lo que tiene el Arte con mayúsculas. Lo mismo sucede si escucho Tristán e Isolda de Wagner, que va a seguir conmocionándome como el gran maestro quería dos siglos atrás.

Cuénteme la gestación de su libro...

Este libro es producto de la tesis de estética que leí en Madrid en la UNED en 2015. Responde a que cuando yo ya fui profesora titular de Derecho Financiero, que coincidió con mi maternidad, me planteé (figura en la dedicatoria del libro) que no podía renunciar a mi deseo más profundo de hacer un doctorado en Filosofía y Estética. Mi madre y mi abuela fueron muy felices en lo personal, pero en lo profesional no pudieron cumplir su sueño y yo me planteé que podía cambiar la historia respecto a mis hijas. Por eso el libro está dedicado a todas ellas.

De modo que como profesora universitaria que ya es, ¿cambiaría la docencia jurídica por la filosófica?

Cuando cumplí mi deseo más profundo de hacer esta tesis es cuando me he reconciliado con el Derecho y los mecanismos jurídicos que uno entiende en su complejidad con la madurez. Ahora estoy muy satisfecha de dedicarme a la docencia y a la investigación jurídica y cuando puedo lo compatibilizo con mis incursiones estéticas.

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