"Nos parece una palabra especial, sonreír ayuda siempre, y está en inglés porque también queremos saltar el charco, ya estamos gestionando una posible historia con una organización no gubernamental de Los Ángeles, California", adelanta la presidenta de Smile.ONG, Natalia Ramos, en una breve pausa de la fiesta solidaria organizada el pasado sábado en el antiguo colegio de Sardina del Norte, donde la nueva asociación humanitaria dispone de algunas aulas cedidas por el Ayuntamiento de Gáldar.

Pese al desapacible tiempo, decenas de niños y adultos se congregaron en la vieja escuela para celebrar la aparición de un lugar hospitalario con las familias de escasos recursos económicos o colectivos en riesgo y exclusión social, un evento que contó con la colaboración de empresas como Ahembo, Chorizo Los Nueces, Galletas Bandama, Quesos Caseros de Valleseco y Quesos Madrelagua o Restaurante El Capita. No en vano, pequeños y mayores se divirtieron con talleres y juegos infantiles o con las canciones de la Banda Guanche, pero también almorzaron paella de pescado, tortilla de papas, quesos, plátanos o refrescos en una jornada de confraternización y celebración tras más de un año de compromiso y esfuerzo.

Vecina de Agaete y filóloga árabe, Natalia Ramos arrancó el proyecto en 2016 con alimentos, casualmente, ya que gestionó donaciones de carne y pan a Cáritas para atender las necesidades básicas de varias familias en el municipio del oeste grancanario. Aunque también intentó desarrollar ahí el proyecto educativo, incluso con la celebración de una charla contra el acoso escolar, la ausencia de apoyo del Ayuntamiento de Agaete motivó el cambio de escenario, ahora situado en Gáldar gracias al apoyo brindado desde el primer momento por Teodoro Sosa como alcalde del municipio vecino.

A finales del pasado junio, el Ayuntamiento de Gáldar presentó el proyecto de Smile.ONG a todos los centros educativos durante la reunión del Consejo Escolar Municipal. "Me pareció interesantísimo su planteamiento de servicio a las familias, porque están muy necesitadas, sobre todo económicamente, acudir a un psicólogo o a un orientador cuesta un dinerito, y nosotros tenemos carencias, por ejemplo, en mi colegio solo hay un orientador dos veces a la semana para 250 alumnos, no tiene tiempo para atender todos los problemas", explica la directora del Centro de Educación Infantil y Primaria Fernando Guanarteme, Chany Ruiz, antes de calificar de "estupendo" el proyecto de Smile.ONG.

Con el título Avanzamos educando, la oferta del colectivo se incluyó en el programación general anual de la enseñanza para el curso académico 2017-18 en Gáldar para atender al alumnado con absentismo, expulsiones, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, conducta disruptiva, carencias sociales o víctimas de bullyng. Según subraya el proyecto, "expulsar no es educar", por lo que los niños sancionados con el alejamiento del centro no se quedan en sus casas o en las calles, sino que deben acudir a la sede de Smile.ONG "para analizar el porqué de ese comportamiento, y van a cambiar para volver a clase y a seguir trabajando todo el año", detalla Natalia Ramos, también mediadora y educadora social.

Equipo multidisciplinar

Además, "todos los miembros tenemos una titulación diferente, así que hemos hecho un pack completo según el problema que tengan los chicos y también trabajamos con las familias, porque quizá el problema no está en el menor".

Aparte de Natalia Ramos, Smile.ONG se compone de Tamia Molina, abogada especializada en familias, menores y extranjería; Héctor Morales, psicólogo experto en familias, menores, conductas y conflictos; Míriam Díaz, psicóloga y mediadora; y Jamal Bailoul, monitor intercultural. Todos cuentan con años de experiencia en firmas del tercer sector, pero se desencantaron con sus formas de actuar y decidieron crear su asociación para evitar límites ajenos y aplicar sus propias fórmulas.

Profundiza en la labor realizada con los menores Héctor Morales: "La terapia sistémica familiar parte de la base de que el individuo es integrante de un sistema y los problemas surgen debido a sus interacciones, por lo que interviniendo tanto en la persona como en otros miembros del sistema puede surgir un cambio, en la comunicación, en la estructura, en la jerarquía, en los roles..." Según el coordinador psicológico de Smile.ONG, "ha habido un enganche terapéutico, ya citamos a las familias varias semanas, el mejor indicador para saber que una terapia va por la línea correcta es que el paciente vuelva, por ahora, tratamos chicos y chicas de 7 a 12 años, procedentes de familias con pocos recursos, algunas monomarentales, pregunté a la madre de un chico de doce años, con él delante, si le había levantado la mano y, curiosamente, respondió que todavía no, así que resulta interesante poder intervenir desde la prevención".

Del centro dirigido por Chany Ruiz, por ejemplo, ya se trasladó el caso de "un alumno de 11 años con problemas de autoestima, ansiedad, angustia o fatiga. El colegio es un sitio para venir tranquilo y contento, pero no quiere no quiere entrar ni enfrentarse en el aula a las tareas diarias de salir a la pizarra, no es nada conflictivo, pero el problema frena su rendimiento académico, así que hablé con Natalia y aconsejé a la madre que viniera a Smile.ONG", relata la directora del CEIP Fernando Guanarteme antes de confiar en que la asociación consiga alguna ayuda económica para continuar con el proyecto, que también incluye talleres para los docentes.

Efectivamente, la asociación se mantiene, por ahora, gracias al trabajo voluntario de sus cinco miembros. Aparte de la cesión del local por el Ayuntamiento de Gáldar y las donaciones de alimentos por varias empresas, la financiación externa de Smile.ONG se limita a los 6.000 euros recibidos de la recaudación del Festival BioAgaete Cultural y Solidario, cantidad que piensan invertir en pagar gastos corrientes como teléfono e internet en la sede o gasolina para desplazamientos de los miembros.

Para la presidenta de Smile.ONG, "las administraciones públicas están para hacer lo que estamos haciendo, pero los centros de Gáldar están desbordados y nos llaman hasta colegios del sur, llevamos un año y medio trabajando gratis, ninguno cobra nada y casi todos estamos en paro, hasta rechazamos empleos porque queremos que la iniciativa salga adelante, nos queremos dedicar al 100%, incluso tiramos de tarjetas de crédito, Tamia y yo nos hemos gastado todos los ahorros y vivimos de nuestros padres, creemos que este proyecto es necesario". Todo el mundo necesita una sonrisa, dicen, y Sardina del Norte ya luce una permanente para alegría de los niños de Gáldar.