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Educación

"Castigar a los niños no es la solución, aprenden si les ayudamos a cumplir"

"Si a las primeras de cambio subimos el tono, no obtendremos resultados", apunta Josefina Rodríguez

Josefina Rodríguez, psicopedagoga especialista en autismo y profesora en la Universidad de Alicante. LP / DLP

¿Los niños pueden llegar a corregir malos comportamientos sin ser castigados?

Lo que necesitamos es que los padres diferencien claramente entre lo que es poner límites y castigar, porque vemos que les resulta complicado. Hay gente que si tiene un mal día puede pasarse un poco en su proceder con los hijos. Hace falta distinguir, porque cuando se determina que algo 'es así porque lo digo yo, y punto' ya pasa a ser un castigo del que el niño no ve unas consecuencias que pueda entender. No es ninguna solución.

¿Cómo se hace ver eso a los padres?

Hay que intentar que los padres se digan a sí mismos que no pueden dejar que un niño haga lo que él quiera, eso está claro, pero también tienen que saber diferenciar porque poner límites no es castigar. Lo que hay que hacer es acompañar al niño para que vea las consecuencias, estando a su lado, para que sepa que cada cosa que hace tienen unas consecuencias. Y donde lo ven es en el ejemplo de sus padres.

¿El ejemplo de lo que hacen o de lo que dicen?

Lo que uno hace es el ejemplo de lo que ven en casa. Si te levantas de mal humor porque tienes que ir a trabajar, y estás diciendo que es como un castigo, no puedes esperar que luego tu hijo vaya contento al colegio por más que se lo repitas. En la Escuela de Padres compartimos muchos casos diarios con los papás para que logren interpretar cuánto daño podemos hacer si no sabemos ponernos nuestros propios límites. La incoherencia es lo primero que ve un niño.

¿A qué edad considera que un niño puede empezar a comprender una reprimenda y que le sirva de aprendizaje?

Desde bien pequeñitos saben si su padre le dice que recoja la mesa, que eso es bueno, siempre que le ayudemos a hacerlo, no por una simple orden. Tienen mucha importancia tanto el tono como las formas. Saben que todo lo haces por algo y depende mucho de cómo lo digas.

¿Con las formas se refiere a que se eviten las voces y gritos?

Es que si a las primeras de cambio subimos el tono y decimos aquello de 'te he dicho que hagas tal', no obtendremos resultados. Incluso si lo hemos dicho una quinta vez, sin resultado ¿qué será mejor?, ¿gritar o buscar otra manera?. Subir el tono no es solución.

¿Qué propone en concreto?

Lo que yo misma experimento en el aula con alumnos de capacidades distintas. Sin un solo grito, buscando alternativas. En el ejemplo de recoger la mesa se le puede decir al niño aquello de 'igual si estás muy cansado, tú coges un plato y yo otro'. Si no acompañamos, no hacemos de ese comportamiento un valor.

¿Dice que le da resultado incluso con niños discapacitados?

No hace mucho una compañera insistía una y otra vez con una alumna en que hiciera un trabajo, e iba subiendo el tono. Me acerqué a la niña y le ofrecí '¿quieres que haga uno y luego sigues tú?' Los acabó haciendo todos, lo único que necesitan es un poquito de ayuda, desde pequeños. Sea cual sea su capacidad, con seis años todos son muy capaces si les acompañamos. Es fácil. Yo antes lo veía más difícil pero ahora veo que es muy sencillo. Si no me hubiera dado resultado no aportaría esa ayuda a los demás. Tengo a mis nietos viviendo conmigo todo el día y a niños con necesidades especiales en el aula.

¿Siempre hay salida?

Hay que esforzarse en buscar soluciones porque somos los adultos, no hay que hacerse el niño. Veo a muchos papás en centros comerciales que se hacen los niños. Nada más entrar, ponen reglas: 'ya te he dicho que no me pidas nada'. Se anticipan y el niño ya sabe cuál es la forma de llamar la atención, que es pidiendo todo lo que vea.

¿Qué habría que hacer en ese caso?

La alternativa sería, por ejemplo, explicarle que vamos a comprar esto y lo otro, y que tenemos equis dinero para todo y no llega para comprar lo que el niño está pidiendo, que quizá otro día.

Pues entronces habrá que comprárselo otro día de todas formas.

Por supuesto, pero siempre que responda con su comportamiento. Si se trata de un niño muy activo y se ha dominado, hay que decirle que nos gusta su actitud, que aunque no podamos comprarle lo que quiere está ayudando. Es la forma de potenciar su esfuerzo y cuando pasen un par de días se le compra lo prometido. Lo tengo claro, lo que da resultado con niños que no tienen todas las capacidades, resulta con todos los demás.

¿Dónde reside la clave para asegurarnos de que cualquier niño responda?

En la paciencia. Los papás con niños que aparentemente no tienen problemas, no suelen tener esa paciencia. Piensan que sus hijos tienen que ser unos iluminados, pero hay que acompañarles siempre. Vivirán más a gusto todos porque esta manera de actuar hace mucho más fácil la convivencia. Cuando oigo eso de que 'ay mi hijo, no puedo con él', recuerdo siempre que hay que darles más oportunidades, todas las que hagan falta.

Póngase en situación. El niño está viendo dibujos en la televisión y no hay quien le arranque de la pantalla.

Igual es que nos repetimos demasiado. Si se lo hemos dicho ocho veces, mejor cambiar de actitud y ponernos a su lado en una silla. No se trata de actuar como un robot, porque el niño con su actitud te está enseñando a ti precisamente que tienes poca paciencia y creatividad. Si le cambiamos la actividad en la que está inmerso por otra cosa para hacerla juntos, da mucho más resultado, pero también exige un esfuerzo por nuestra parte, porque ellos se dan cuenta perfectamente si estamos de mal humor, y cualquier discusión la viven además como un desastre emocional en su interior. Hay que cuidar muchísimo el día a día.

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