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Arquitectura

Cuando Menis era un proyecto de arquitecto

El autor del Magma recuerda sus enriquecedores años de estudiante y sus inicios profesionales

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Fernando Menis, en el 50 Aniversario de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas

Con ocasión del medio siglo de la Escuela de Arquitectura de la ULPGC, el arquitecto tinerfeño Fernando Menis ofreció ayer una ponencia en la que recorrió los más importantes proyectos e intervenciones que ha acometido su estudio, con obra en países como Polonia, Suiza o Alemania. Menis, que a pesar de haber estudiado en Gran Canaria no tiene obra en esta isla, debe parte de la importante internacionalización que ha logrado su quehacer a una circunstancia que en su momento le pareció adversa: el ascenso de su hermano, el fallecido expresidente Adán Martín, a la primera línea de la política regional. "Fue un papel muy duro, cuando mi hermano sube como vicepresidente del Gobierno, yo cierro el estudio de Canarias y me voy de allí porque era incompatible. Abrí estudio en Valencia. En aquel momento fue mi desgracia, pero al final mi desgracia se transformó en mi suerte", reconoció.

Menis, que se apoyó en fotografias y vídeos de sus diferentes proyectos para ilustrar ante el auditorio las ideas que iba incorporando a su exposición, se retrotrajo a aquellos iniciales años de estudiante, en los que el bagaje académico se veía enriquecido con otras experiencias que ensanchaban su comprensión del fenómeno arquitectónico. Así, emprendió un viaje a Lanzarote junto a otros estudiantes para conocer la obra de César Manrique, que le causó una gran impresión. Con el lanzaroteño comparte la voluntad de entablar un diálogo, de imbricarse, con el paisaje que ha de acoger la obra: "Desde que empezamos, consciente o inconscientemente, el paisaje, entendido de una forma u otra, está presente en todos los proyectos".

Ya entonces su sensibilidad arquitectónica iba debrozando afinidades electivas entre el caudal de referencias que la alcanzaba. "Toda la mucha información que yo tuve durante mi periodo en la universidad fue muy basada en Le Corbusier, en la arquitectura ortogonal, muy de Mies [Van der Rohe], pero al mismo tiempo Mendelsohn empieza a estar muy presente por ahí de vez en cuando, y así algunas cosas más orgánicas comienzan a llamarme la atención", rememoró.

Fresas para la arquitectura

El Fernando Menis estudiante no quiso agotar su aprendizaje con lo recibido en las aulas, de forma que no perdía oportunidad de ensanchar horizontes y empaparse de conocimientos sobre el terreno: "Íbamos a Noruega a recoger fresas. Con el dinero obtenido, después bajábamos un año a Alemania, otro a Holanda... así íbamos viendo el urbanismo, toda la arquitectura".

Esta vocación de no confinar su experiencia en lo local se vería redoblada tras acabar los estudios en la Escuela de Arquitectura, gracias a una oportunidad que Menis no desaprovechó, la de trabajar en el estudio de Ricardo Bofill. "Acabo Arquitectura y tengo la suerte de ir a París, me contrata Ricardo Bofill y eso me da la posibilidad de conocer a un grupo de franceses que siguen siendo mis amigos. Hicimos concursos para otros estudios, y aunque como estudiantes ni figurábamos ni nada, me permitía estar en París, que era muy importante para mí entonces, aunque fuera con un sueldo muy básico. Y además podía al mismo tiempo aprender de proyectos de grandes dimensiones", señaló.

Una vez acumulada esta expriencia, Menis estuvo en condiciones de emprender su propia treyectoria, que le ha permitido acumular una importante proyección fuera de nuestras fronteras. El arquitecto reconocía que no ha sido una singladura fácil, con la soledad que es consustancial al trabajo del arquitecto agravada por la lejanía.

Recordó como especialmente dura la construcción del Centro de Cultura y Congresos CKK Jordanki, en Polonia, obra que quedó inaugurada en diciembre de 2015. "Me sentía tremendamente solo. El arquitecto es el que firma todos los papeles y los papeles tienen una importancia tremenda. Me ponían delante a firmar cosas en polaco, con abogados. Todo eso durante un plazo de seis años. Fue muy duro pero muy gratufucante. Me trataron muy duramente pero cuando llegó la inauguración quien la hice fui yo. Eso no lo ves en España, donde inaugura el propietario o el político y dejan al arquitecto de lado. Allí era todo lo contrario".

Menis no ha dejado de aprender desde que culminó sus estudios, si bien no busca necesariamente los conocimientos en otros arquitectos. Así, los ha hallado en Domingo el Cabra, su enconfrador de confianza, o en el director de orquesta Víctor Pablo Pérez, quien estimuló su interés por las propiedades acústica de las edificaciones.

Repasó algunos de sus proyectos tinerfeños, como el centro de artes y congresos Magma o la sede de Presidencia del Gobierno en aquella isla. También la construcción de una singular piscina en Berlín, que sigue la tradición de las piscinas públicas en el Spree de finales del siglo XIX. El proyecto logra una relación más cercana de la ciudad con el río al ubicar una piscina flotante dentro de él. La pileta está en una antigua barcaza de carbón.

También distinguió entre "dos tipos de arquitectura, la que se te mete por la piel, por el conocimiento del usuario cuando usa ese edificio, y la que se te mete por los ojos, esa arquitectura a la que llegas y te deja encandilado".

¿Qué queda de aquel Fernando Menis alumno en éste que hoy gana concursos y recibe prestigiosos premios por sus diferentes trabajos? "Somos todos lo mismo"; les explicó ayer a los alumnos de la Escuela, "la única diferencia es que yo tengo 40 o 50 años más que ustedes, pero realmente es una evolución. En la vida les irá pasando algo parecido".

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