Confesado en estas páginas el chasco que nos llevamos con el buey, que al fin catamos en Ca Joan, Altea, el Club de los Beefeaters y Gastrónomos Excéntricos, con la obligada prudencia, decidió celebrar, hasta nueva orden, solo capítulos con vacas viejas. No obstante, un par de miembros incrédulos se han empecinado en encontrar un lomo de bóvido sin atributos para comprobarlo. Y mientras, el pasado día 26 hubo capítulo con par de vacas en El Churrasco.

El menú, como es habitual, ofreció alguna novedad; se presentó un primer plato con cierto exotismo: Lobster roll. Típico bocado de Main, estado famoso por los bogavantes. Si bien nosotros lo comimos, concretamente el 8 de noviembre de 2015, en el famoso Nathan's de Coney Island, N.Y. Así que se fue a Margrove: el puesto del Mercado del Puerto dedicado al marisco con vivero, se hizo acopio de crustáceos de medio kilo (para dos comensales) y tras sancocharlos se armaron los rolls con trozos de la dulzona carne del crustáceo canadiense. Y rehusamos saber si fueron introducidos vivos en el agua hirviendo; en tales ocasiones nos sobrecoge el artículo, en la desaparecida gran revista La Gula, del erudito de Lorenzo Millo en el que contaba como Hitler había promulgado una ley que lo prohibía por inhumano.

Pero antes, a lo largo del fondo del hueco de un fresquísimo pan bombón, encargado expresamente por el chef Marcos Cabrera a la Panadería La Madera, se depositó la cantidad justa de Coleslow (col y zanahoria, cortadas en juliana muy fina, vinagre, azúcar, sal y Salsa Mahonesa); evitando la cebolleta y el apio, que lleva la genuina receta, pues se trató de no desvirtuar el sutil sabor del marisco. Y ya en la mesa se naparon, utilizando un "biberón", con Salsa Holandesa y se regaron con un magnífico Chablis fresco.

Después llegaron las dos carnes. Una era una chuleta de una vaca no muy vieja, unos tres años, de raza palmera, que se aderezó en la mesa con la célebre Salsa Perigordina, con todita su trufa negra. Carne que importa el cubano Mario, el parrillero del asador El Cortijo. Papas fritas y sencilla ensalada verde, que acompañaría también a un generoso trozo de lomo bajo de Retinta extremeña cruzada con toro común que resultó más sabrosa. Sobre todo porque era más vieja y extremadamente infiltrada de grasa. Carne que distribuye Andrés Armas tras traerla de Extremadura. Con unos días más de maduración hubiese estado de matrícula. Se napó con la dorada Salsa Bearnesa, que cada día nos parece mejor. El tinto fue Agala, Crianza, de Bodegas Bentayga. Tejeda. Toda una sorpresa. Y esta vez, el amable parrillero, Orlando Mallorquín, aceptó nuestra sugerencia: depositó en una sartén trozos de mantequilla y gotas de aceite y cuando estaban muy calientes selló las caras de las chuletas hasta dejarlas torradas; o como se dice ahora: black and blue, negro y crudo, y las acabó en la parrilla. ¿El resultado? Genial.

Vinieron después dos quesos muy parecidos: la extremeña Torta de la Serena y su descendiente, nuestro amado Flor de Guía, ambos adquiridos en La Casa de los Quesos, que se casaron con otro vino grancanario, el dulce Valara, de Bodegas Tunte. San Bartolomé de Tirajana. Verdadera ambrosía; es como masticar la más aromática y dulce de las uvas Moscatel; licoroso que puede competir con los mejores de España. ¡Ah! los vinos de licor canarios. El queso estuvo fenomenal. No así la torta, que resultó secota.

Y para rematar, dos postres, hechos por la esposa de uno de los miembros del Club, una espectacular tarta de chocolate rellena de petit-choux rellenos de crema pastelera (se tomó dos días para la elaboración) y un áureo flan de queso Mascarpone. Y otra novedad: se estrenaron unas servilletas de 50x50 centímetros , con el anagrama bordado del Club, que sirven de baberos, pues en una de sus esquinas se les hizo un ojal para trabar un botón de las camisas. Lo descubrimos en el restorán Jacinto de Lisboa, famoso por su Cozido. Y ahora un lamento: el próximo día 30 cerrará La Casa de los Quesos, la última boutique de quesos que quedaba en nuestra poco epicúrea capital. Rafael y Gloria, excelentes personas, honestos profesionales, nos han venido suministrando no solo los ricos, cremosos y fragantes quesos franceses, sino que nos han enriquecido nuestra cultura de los grandes lácteos galos. Que no es poco. ¡Suerte, amigos!