Cumpliendo con la tradición, La Noche + Freak puso en la madrugada del viernes al sábado la nota gamberra al Festival de Cine, con un maratón de tres cortos y otros tantos largos que por segundo año consecutivo tuvo como escenario el muy respetable Teatro Pérez Galdós.

El humor fue el elemento de conexión principal de la programación, seleccionada como siempre por Jesús Palacios. El único título no encuadrado de manera clara en el ámbito de la comedia, y que aún así tenía su toque bufo, era el thriller psicológico 'Samchon' ('The Uncle'), del coreano Kim Hyoung Jin. Tal y como destacó Palacios en su presentación, los tres largometrajes de la velada los firmaban directores noveles en ese formato, circunstancia que, lejos de resultar un lastre, se dejó notar por el entusiasmo que desprendían sus propuestas.

Pero repasemos antes los cortos: el maratón freak empezaba con 'Clanker Man', un simpático falso documental británico. Más que de terror, hablaríamos aquí de ciencia ficción muy de andar por casa. El 'clanker man' o 'rechinador' del título es un un especialista en hacer ruiditos al servicio -se supone- de una misteriosa agencia que manipula la realidad cotidiana, en la línea de la película 'Destino oculto'. Entre las críticas a los recortes de los servicios públicos, y la reflexión sobre la necesidad que tiene el ser humano de rellenar como sea su vacío existencial, esta pieza de Ben Steiner lanza ideas estimulantes que podría haber desarrollado un poco más.

Los otros dos cortos desmostraron que se puede hacer comedia de casi todo, también del satanismo. 'Stay', del estadounidense David Mikalson, juega con las expectativas en torno a los géneros cinematográficos tomando como punto de partida un ritual para invocar a un demonio (no sé qué pensaría al respecto el bueno de Kenneth Anger). Y con 'Fucking Bunnies', el finlandés Teemu Niukkanen dibuja una fábula sobre los prejuicios entre vecinos. Nunca unos adoradores del diablo resultaron tan tiernos, y ahí está la gracia.

El primer largo de la noche, 'Game Of Death', se situó a medio camino entre 'Jumanji' y 'Battle Royale'. La trama es justo eso, un híbrido de fórmulas de éxito, y como tal, tan efectivo como previsible. No obstante, los directores canadienses Laurence Morais-Lagace y Sebastien Landry solventan con notable el apartado estético (mención especial para las secuencias de animación con diseño de videojuego de 8 bits) y dicen todo lo que tienen que decir en tan solo 75 minutos, de modo que este 'juego de la muerte' en el que participa un grupo de incautos adolescentes nunca pierde fuelle.

De 'Samchon' puede decirse que es de ese tipo de películas que intentan maquillar la casquería bajo una pátina superficial de introspección psicológica. También le pondría otras pegas: subraya demasiado con la música, y los numerosos flashbacks a la infancia traumática de la protagonista solo añaden confusión. Pero la historia de una joven que lleva años sin moverse de la cama por una parálisis psicosomática (ahí me acordé de 'El sacrificio de un ciervo sagrado', la última de Yorgos Lanthimos) se sigue con interés y desemboca en una especie de ejercicio de autoayuda gore, deliciosa contradicción de términos donde las haya.

Y al contrario que ocurriera en alguna que otra edición anterior, una producción española rayó a mismo nivel, si no superior, que el resto de títulos de La Noche + Freak. Se trata del largo 'Matar a Dios', de Albert Pintó y Caye Casas, comedia negrísima que merecería convertirse en el 'Ocho apellidos vascos' del terror patrio. Al igual que aquella, tiene un humor que no calará demasiado bien fuera de nuestras fronteras, y es una pena, porque al margen de los chascarrillos su guion sorprende y está muy bien montado.

Concluía así la sesión, poco antes de las cinco de la mañana, desentumeciéndonos mientras nos levantábamos de las butacas e íbamos saliendo del teatro. Dios había muerto, y faltaban un par de horas para el amanecer.