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Música Sociedad Filarmónica

Concierto y contexto de un quinteto berlinés

Muy poco después de la caída del Muro, hace casi 30 años, tomó Barenboim la dirección de la Staatsoper de Berlín y de su orquesta titular, la Staatskapelle. Aquellos entes funcionariales de la vieja RDA están hoy en los primeros planos de la protéica oferta berlinesa. Solistas de la orquesta son los cinco admirables músicos (flauta, oboe, clarinete, fagot y trompa) presentados por la Sociedad Filarmónica. El Quinteto ha hecho un programa "americano", incluyendo en el concepto el Cuarteto de cuerdas Op.96, de Dvorak, escrito en EEUU y precisamente subtitulado Americano. Firma David Walter una leal transcripción de las cuatro cuerdas a cinco vientos, pero estos arreglos siempre son problemáticos. La esencia y la forma dimanan en buena parte de los colores y timbres elegidos por los autores. El cambio las altera y despista la memoria musical del oyente, disociando el concepto del contexto nativo.

Otra cosa es cómo se interpretan, impecablemente en este caso. Los cinco berlineses plasmaron con riqueza lo que ha sido indudable fuente de inspiración de la épica del cine de las grandes praderas y la lírica de los bailes y fiestas populares. Este depósito de temas y ritmos creado a vant la lettre (1904), siendo el cine rigurosamente mudo y nada comercial, dió inagotables ideas a los compositores cuando el "séptimo arte" ya era una de las dos aportaciones caudales de los USA al mundo entero. El gran compositor bohemio tiene indudables derechos de paternidad.

La otra aportación musical norteamericana es el jazz. Gershwin firma los tres Preludios para piano trasplantados por Willian Hoyt a quinteto de vientos, que abrieron el concierto con satisfactoria lectura de los ritmos, los breaks y las gangosidades melódicas. Después de Dvorak, la primera obra original para conjunto de vientos fue una Suite de Günther Schuller, moderna de escritura e impregnada de swing en los dos movimientos vivos, con un precioso Blues central. Bajando hacia el Subcontinente, los cinco Aires tropicales de Paquito d'Rivera, dieron brillante cuenta del patrimonio rítmico-cantable del Caribe, si bien despojado de la fundamental percusión. Y ya en el espacio sonoro argentino, la suite Belle epoque in Sudamérica, de Julio Medaglia culminó el recorrido comenzando por el indispensable tangazo y cerrando con las cómicas llamadas de un requinto tañido por el clarinetista. Como bis, el Tico-Tico de ordenanza.

En suma, un concierto agradable y expresivamente recibido por el público filarmónico.

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