La Provincia - Diario de Las Palmas

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Danza 'Sombras'

Todos los gatos son pardos

Cuando creíamos haberlo visto todo sobre el flamenco y pensábamos que ya nada nos podría impresionar de este arte, Sara Baras nos demuestra lo contrario, probando que este género musical sigue vivo, y por lo tanto, continúa su evolución constante. La coreografía de Sombras [en el Teatro Cuyás], con su sombría puesta en escena para hacer honor al título, convierte el tacón en otro instrumento musical y las luces y sombras que acompañan a sus bailarines en parte de la escenografía.

Cuando en un momento vemos las sombras de la bailarina proyectadas sobre el telón de fondo intuimos el sentido de este espectáculo, porque aunque Sombras resuma los veinte años que lleva funcionando la compañía de esta bailaora y coreógrafa gaditana, siempre se mueve bajo uno de los palos flamencos más recientes, la farruca, que constituye la sombra que la ha acompañado desde el principio.

Sin embargo Sombras supera con creces este estilo, porque cambia constantemente, fusionando el flamenco con el jazz e incluso el vals, llegando en este último caso a uno de los momentos más singulares de este espectáculo, cuando oímos la voz del difunto Leonard Cohen interpretar Take this waltz, una emotiva canción basada en el Pequeño vals vienés de Federico García Lorca, demostrando que la música es el lenguaje más universal y que con su fuerza es capaz de unir estilos, idiomas, cante jondo y poesía.

Por lo tanto Sombras es un espectáculo marcado por la fusión, ya que incluso la farruca, que lo encuadra desde el principio hasta el final, se originó de la fusión entre el folclore del noroeste de España con el flamenco andaluz. Probando, por tanto, que todo es susceptible de unirse al flamenco ya que cualquier estilo cabe bajo su alargada sombra.

El virtuosismo de Sara Baras como bailarina, directora escénica y coreógrafa brilla a lo largo de toda la representación matizando la oscuridad de esta puesta en escena en la cual como dice el refrán todos los gatos son pardos, ya que el flamenco, el jazz o el vals, el verso y el canto se encadenan perfectamente bajo las sombras.

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