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Entrevista | Juan Ignacio Cirac

"Podemos tener un ordenador cuántico en cinco o diez años, antes de lo previsto"

"Durante la crisis, Alemania aumentó la financiación en investigación; estoy muy bien allí" indicó el físico

Juan Ignacio Cirac. MIKI LÓPEZ

¿Cómo ve este nombra- miento?

Fenomenal. Es una buena noticia. Aparte de lo que Pedro Duque pueda hacer, es un buen mensaje nombrar a alguien muy relacionado con la ciencia y la tecnología.

Hace doce años, usted vaticinó que, en el futuro, en lo que entonces era un lápiz de memoria podría almacenarse más información que en todos los ordenadores del mundo juntos. ¿Mantiene hoy ese vaticinio?

Sí. La miniaturización sigue adelante. En un dispositivo pequeño ya pueden meterse terabytes. Hace doce años, eso sólo era posible en superordenadores. Vamos por el buen camino.

Usted recibió el premio Príncipe en 2006 por sus aportaciones sobre ordenadores cuánticos. Por entonces, parecían ciencia-ficción.

Hemos publicado nuevos algoritmos para resolver problemas con ordenadores cuánticos. Están construyéndose ya los primeros prototipos. Van a un ritmo mayor del que yo esperaba gracias a que Google, IBM, Microsoft e Intel se han puesto a construir ordenadores cuánticos. Y en China han dedicado 10.000 millones de dólares para este mismo objetivo. O sea, que se han puesto en marcha no sólo las universidades y los centros de investigación, sino también las empresas, y eso le da un impulso muy grande y acelerará el proceso. IBM habla de tenerlo listo en cinco o diez años... Yo pensaba que se tardaría más.

¿Qué puede esperar el ciudadano medio?

Exteriormente será muy parecido a lo que tenemos. Lo llamativo es lo que ocurre dentro. Espero que las primeras generaciones de estos ordenadores cuánticos se utilicen sobre todo para cálculos científicos y tecnológicos, de ingeniería, cosas así. Serán como lo que hoy son los superordenadores, como el Mare Nostrum, de Barcelona, que los emplea gente para resolver problemas difíciles.

¿Posibles aplicaciones?

El espectro puede ser muy amplio. Por ejemplo, problemas de optimización. Un caso: una empresa tiene que distribuir por cien ciudades distintas y puede tomar muchas rutas; los ordenadores cuánticos pueden ayudar a encontrar el camino óptimo, que es un problema muy complicado. Luego están los campos relacionados con la inteligencia artificial: identificar caras, músicas, sonidos, textos... También con la criptografía. Y, luego, las aplicaciones que más me interesan: diseño de fármacos, estudio de reacciones químicas, diseño de mejores materiales, por ejemplo que conduzcan más la electricidad y consuman menos... El ordenador cuántico ayudará a la ciencia a avanzar, y eso es algo muy importante.

Esas compañías que construyen ordenadores cuánticos, ¿están siguiendo los principios que usted marcó al inicio de este proceso?

Claro, están basadas en contribuciones mías y de otra gente de hace veinte años. Luego hay distintas opciones y han surgido mejoras, que se aprovechan, pero los principios son los que establecimos hace tiempo. Por el momento, existen prototipos medianos o pequeños que demuestran que funcionan bien. Estas compañías anuncian para los próximos años prototipos que empiecen a ser superiores a los ordenadores clásicos para algún problema concreto.

¿Sueña con tener en su despacho en ordenador cuántico?

Sueño en saber qué hacer con él. Lo que importa es que con ellos podamos resolver problemas inabordables con ordenadores clásicos.

En los últimos años ha diversificado sus ámbitos de investigación.

También trabajamos en problemas relacionados con los materiales, la química... Y eso puede tener algunas aplicaciones. Pero lo más tecnológico que he hecho es la computación cuántica y otros ámbitos relacionados: la comunicación cuántica, lo que hoy se llama las tecnologías cuánticas...

En el campo del teletransporte ha protagonizado también aportaciones relevantes.

Sobre el teletransporte hay que empezar diciendo lo que no es. No es que desaparezca materia en un sitio y aparezca en otro, como en Star Trek, sino que desaparece información de un sitio y aparece en otro. Hablamos de transporte de información. La información está almacenada en átomos. Por ejemplo, dependiendo de si los electrones están en una órbita o en otra, eso es información. Si está en una órbita, es un cero; y si está en otra, es un uno. Y eso es lo que puede pasar de un sitio a otro sin pasar por en medio. El primer experimento fue con una distancia de unos pocos metros, y recientemente se han conseguido ciento y pico kilómetros.

¿Utilidades?

La más directa es en el envío de mensajes secretos. La información desaparece de un sitio y aparece en otro, y cualquiera que esté escuchando por en medio no tiene acceso a ella. Por lo tanto, es una forma segura de enviar información.

Es apasionante para un buen uso y para un mal uso.

Sí, como todo. Los métodos critptográficos pueden emplearse bien o mal. Lo mismo que los ordenadores y que todas las tecnologías. Nosotros publicamos algunos artículos al principio. No hicimos el primero, fue otro grupo, pero nosotros dijimos cómo podía hacerse el teletransporte con átomos y para qué puede utilizarse en repetidores cuánticos, para comunicaciones cuánticas. Otros grupos han hecho experimentos con distancias más grandes. Es algo que ya está bien demostrado, y la cuestión es ir progresando.

Usted suena para el premio Nobel.

Obviamente, es un premio muy grande.

Ha estado cerca.

Mucha gente puede estar cerca, pero yo me siento un privilegiado de haber recibido todos los premios que me han dado, incluido el Príncipe de Asturias. Imagino que algún día le darán el Nobel a un español que probablemente no sea yo. Confío en que España recoja los frutos de la cosecha que comenzó hace veinte años, cuando empezó a dedicarse más recursos a la ciencia. En mi campo ya han dado premios Nobel. No es algo que me preocupe y no tengo una gran esperanza. Mucha gente ha hecho contribuciones importantes en ordenadores cuánticos, en sistemas criptográficos y en otras tecnologías cuánticas. Hay un elenco de candidatos bastante grande, y ya veremos a quién le toca.

¿Aspiraciones para los próximos años?

Mis ambiciones son muy grandes. Los problemas que mi equipo y yo queremos resolver son enormes: construir los ordenadores cuánticos, desarrollar una teoría de la física cuántica de muchas partículas, que nuestro trabajo contribuye a un mejor conocimiento del Universo... Son varias líneas de investigación, todas muy ambiciosas, y vamos a por todas. A ver a dónde llegamos...

¿Qué le mueve para seguir dando tanto tiempo y tanta vida a la investigación?

Me gusta la investigación por curiosidad, por entender de qué estamos hechos. Y por otra parte, me interesa la versión más tecnológica: que esta investigación tenga repercusión en la sociedad.

Habla de saber de qué estamos hechos. Cada vez sabe- mos más...

Es un trabajo de todos los científicos. Cada vez vamos rascando un poco esa superficie, pero todavía queda mucho por encontrar.

¿Puede decirse aún que cuanto más rascas mejor aprecias la complejidad del Universo?

Sí, cuanto más sabemos más nos damos cuenta de que sabemos menos.

¿Ese principio sigue vigente?

Creo que sí, pero no nos pasa sólo a los físicos, sino a cualquier científico.

Usted trabaja en Munich (Alemania). ¿Tiene la sensación de que dispone de todos los medios para investigar?

Sí, desde luego.

O sea, que no tiene excusas.

No, no hay excusas. Tengo una situación privilegiada para investigar en las mejores condiciones posibles.

¿En estos años de crisis vio mermados los presupuestos?

Todo lo contrario. Durante los años de crisis, Alemania aumentó la financiación en investigación, desarrollo, tecnología y educación. Estoy muy bien en Alemania.

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