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La asociación Hestia impulsa la emancipación de jóvenes extutelados

El colectivo trabaja en el proyecto Ítaca, que favorece la integración y la autonomía de personas de 18 a 23 años en situación de desamparo o con riesgo de exclusión

La asociación Hestia impulsa la emancipación de jóvenes extutelados

Un pasaje hacia la emancipación y una oportunidad para lograr autonomía. Así se presenta el proyecto Ítaca, que lleva a cabo la asociación Hestia y que preside Juan Carlos Martín, profesor titular del departamento de Educación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Se trata de una iniciativa que nace en enero de 2017 con el claro objetivo de ofrecer a jóvenes con edades comprendidas de los 18 a los 23 años y que se encuentran en situación de desamparo o en riesgo de exclusión social la posibilidad de conseguir una vida autónoma, facilitándoles acompañamiento social, educativo y psicológico. "Para lograr nuestro propósito trabajamos con grupos de 12 personas, y así podemos realizar un seguimiento individualizado", explica Verónica Padrón, licenciada en Psicología y coordinadora del proyecto.

Además de Padrón, el equipo de profesionales que trabaja en esta iniciativa lo conforman el educador social Graziano Pellegrino y la trabajadora social Ágatha Ojeda. "Nos basamos en un plan integral de autonomía, a través del cuál vamos estableciendo diferentes objetivos, en función de las necesidades que requiera cada joven, y de sus características personales", explica la psicóloga.

Asimismo, según cuenta la coordinadora, de las 12 personas que ahora mismo participan en la iniciativa, " cinco de ellos presentan algún tipo de discapacidad". Además, Padrón resalta el gran compromiso que mantiene la asociación con el proyecto al decir que "estamos supervisando a otros cinco jóvenes, que en su día formaron parte de Ítaca, y que a pesar de ya estar desvinculados, continuamos interesándonos por conocer sus situaciones actuales".

Alojamiento y formación

Con respecto a los recursos que les brindan a los jóvenes que forman parte del proyecto, la coordinadora asegura que se distribuyen en varias áreas. Por un lado, se encuentra el piso de tránsito, dirigido a jóvenes sin hogar, y con capacidad para cinco personas. Por otro, el respaldo educativo, que les permite acceder a una beca hasta un máximo de 500 euros para destinarlos a la formación académica. Además, "ofrecemos inserción laboral, intervención familiar, gestión e integración en redes y del ocio y tiempo libre", expresa Verónica Padrón.

En cuanto a los perfiles de los chicos y chicas con los que trabajan, la coordinadora manifiesta que "suelen ser jóvenes que carecen de referentes afectivos, con una red familiar escasa, o en muchos casos nula, y con niveles muy bajos de formación".

Se trata de un proyecto financiado por el Cabildo de Gran Canaria, y que cuenta además con el respaldo de empresas como Satocan y la Obra Social La Caixa. "Muchas veces los jóvenes acceden a nuestro proyecto porque vienen derivados desde el Cabildo, que tiene visualizados a los chicos que están saliendo de los centros de menores", comenta la coordinadora.

Sin embargo, esta no es la única vía para acceder a Ítaca. "En otros casos, las derivaciones proceden de las redes que trabajan con chicos que presentan estos perfiles, o bien, a través de la información que nos llega por medio de otros chicos que participan en nuestro programa", explica la psicóloga. "A partir de entonces", indica, "comienza un proceso de selección que consiste en realizar varias entrevistas en profundidad, lo que nos permite evaluar las necesidades que presenta cada individuo y el riesgo de exclusión al que está sometido. Además, nos ponemos en contacto con los hogares de acogida en los que han estado anteriormente, con la finalidad de solicitar informes".

Asimismo, según expresa la coordinadora, los seleccionados deben firmar un contrato a través del cuál manifiestan su compromiso a facilitar datos "y a poner toda su voluntad para poder ser auxiliados en los diferentes niveles que cada uno precise, para así poder dar lugar a un cambio". Tras este pacto, el grupo de profesionales se reúne y establecen los objetivos que debe cumplir cada participante. "Las metas varían muchísimo de una persona a otra, porque no todos tienen las mismas necesidades ni las mismas aptitudes", dice la coordinadora.

Por lo que concierne al tiempo máximo de permanencia que pueden permanecer en Ítaca, Padrón explica que se ha establecido como límite los 23 años, "sin embargo, somos flexibles y conscientes de que no todas las personas tienen las mismas facilidades para cumplir los objetivos, por lo que, en estos casos, podemos ampliar el margen".

En cuanto al balance que realiza del proyecto, la coordinadora es contundente al afirmar que "es una gran oportunidad para las personas que no han tenido la posibilidad de crecer en un hogar, para que desarrollen autonomía y dar respuesta a los retos que cada chico o chica se proponga".

Siguiendo esta línea, Padrón asegura que, muchos de los jóvenes que acuden a la asociación, "no saben realizar trámites administrativos básicos, ni manejarse en el día a día. Gracias a nuestro trabajo detectamos estas carencias y logramos que se produzcan mejoras muy notables a nivel emocional y psicológico".

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