Las especies exóticas, introducidas en Canarias, constituyen en la actualidad uno de los mayores problemas que amenazan el patrimonio natural autóctono de las Islas. Así lo afirma el catedrático de Botánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Pedro Sosa, investigador del Instituto Universitario de Estudios Ambientales y Recursos Naturales (Iunat), y miembro del comité científico de una serie de acciones encaminadas a erradicar o poner freno a la invasión de especies foráneas como la culebra real californiana, el rabo de gato o la diocalandra, entre otras.

Sosa forma parte del grupo de investigación de Biología Integrativa y Recursos Biológicos del Iunat, en la Universidad de Las Palmas, que colabora en el asesoramiento del proyecto Life+Guguy, formando parte de su comité científico, y en la lucha contra la diocalandra y la conservación de la palmera canaria. Grupo que tiene una presencia importante en las campañas de concienciación ciudadana, ante el convencimiento "de que tenemos que pelear más y concienciar a la gente y a los estudiantes y que haya un cambio en los valores a través de la educación ambiental", indicó.

Para el catedrático de Botánica de la ULPGC, la introducción de especies exóticas, "hoy por hoy constituyen uno de los peores daños sobre el medio ambiente en las islas, porque aparte de crecer mucho y desarrollarse y expandirse se convierten en invasoras ya que no tienen elementos que las controlen. Y en este sentido, Gran Canaria, es una de las islas donde más problemas hay".

Uno de los frentes en los que trabajan los investigadores de la ULPGC es en la erradicación de la culebra real californiana, a través del proyecto LIFE en el que participa el Cabildo y el Gobierno de Canarias, coordinado por Gesplan. El objetivo del mismo es reducir la densidad y abundancia de esta especie en Gran Canaria, con el fin de minimizar su impacto en la biodiversidad de la Isla y, en concreto, en sus principales presas, el lagarto de Gran Canaria ( Gallotia stehlini) y la lisa de Gran Canaria ( Chalcides sexlineatus).

"En el primer semestre del año (hasta junio de 2018) se han recogido más de 840 ejemplares de culebra. Llegará un momento en que no haya lagartos, ni aves?, y teniendo en cuenta que los reptiles son los que controlan a los insectos, éstos se extenderán como si nada, elevándose la cantidad de infecciones, molestias y extensión de plagas", aclaró el profesor Sosa.

El núcleo principal de actuación del proyecto LIFE para erradicar la culebra real californiana en Gran Canaria, son los municipios de Telde, Santa Brígida, Valsequillo y San Mateo (noroeste de la Isla); también se trabaja en el Noroeste, en Gáldar (núcleo secundario); y en San Bartolomé de Tirajana (terciario). "El problema es que la culebra que se introdujo, no tiene aquí depredadores, como los zorros, y eso hace que se estén extendiendo de una forma brutal, de tal forma que no se van a eliminar nunca. Se ha intentando de todas las maneras posibles su erradicación, y se trabaja en el proyecto europeo LIFE, pero no se ha podido erradicar".

Gramínea africana

Otra especie invasora que está causando graves problemas a la flora autóctona de las Islas es la planta conocida como rabo de gato ( Pennisetum setaceum). Se trata de una gramínea africana que fue introducida en la Isla, sobre los años 70, como planta ornamental.

Esta especie exótica, conocida por su enorme agresividad colonizadora, crece sin control en grandes zonas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, fundamentalmente, desplazando a la flora autóctona, ya que elimina completamente todo lo que hay en su entorno. Esta capacidad de crecer y extenderse se ha convertido en un motivo de preocupación, principalmente en las áreas protegidas.

"Aquí, el rabo de gato está presente en prácticamente toda la isla, sobre todo en la parte Norte, Andén Verde, La Aldea... En general está por todos lados, cubre por completo muchas zonas, no sólo en Gran Canaria sino en todas las islas", indicó Pedro Sosa.

Esta planta hermafrodita, posee una germinación continuada durante todo el año, rebrota fácilmente a partir de fragmentos de raíces, posee una altísima tasa de producción de semillas con capacidad germinativa de hasta seis años y las semillas se dispersan con facilidad por el viento, arrastre de agua, por animales, vehículos y usos humanos, además es resistente a los cortes, pisoteo, fuego y a muchos herbicidas. Puede crecer en distintos tipos de ambientes y suelos.

El investigador asegura que su principal amenaza radica en que frena el crecimiento de otras especies a su alrededor. "Al extenderse fácilmente, crea una especie de gran alfombra que impide que otras especies crezcan, con lo cual tenemos un problema importante en nuestros parques naturales", subrayó el investigador.

Para frenar su extensión se ha puesto en marcha diversas acciones, entre ellas programas de voluntariado, como el que lleva a cabo el colectivo Bejeque, integrado por personas y asociaciones ecologistas, que nació el pasado año, con el objetivo de frenar la extensión del rabo de gato en Gran Canaria. "Los programas de voluntariado están realizando una importante labor, tanto de erradicación como de concienciación y formación, ya que el rabo de gato requiere de un procedimiento específico, para que las semillas no se expandan tan fácilmente", concluyó el investigador de la ULPGC.