Un nutrido grupo de barcos engalanados de todos los tamaños -pesqueros, yates, chalanas, la patrullera de la Armada El Rayo, lanchas, los dos catamaranes de Fred. Olsen, el de Armas...- espera en la entrada del muelle de San Sebastián de La Gomera mientras comienzan a sonar las chácaras y los tambores, los "¡Viva la Virgen!" y algún silbido gomero. Es tal el gentío -más de 10.000 personas- que el extremo más cercano al muelle de la Playa de la Villa está cubierto por una niebla de arena negra. Entonces, a las 17:42 horas, el barco de pesca La Gaviota en el que va la Morenita de Puntallana reemprende la marcha hacia la orilla, dejando atrás al resto de embarcaciones, mientras un grupo de bañistas salpica alegría.

La pasión se explica en parte porque todos llevan esperando cinco años. Pero sobre todo por la devoción que le tienen los gomeros a su patrona, la Virgen de Guadalupe. En pocos lugares una imagen tan pequeña -mide apenas 25 centímetros de altura- despierta semejante admiración. "Llevo viniendo desde que nací, hace 53 años, a la Bajada. Ya cuando la veo a lo lejos ya me emociono. Imagínese cuando la tengo cerca... Es la patrona de mi Isla. Y la quiero con locura", asegura María Dolores Darias Herrera, vestida con traje típico de gala de La Gomera -característico por su falda larga azul- y que lleva desde principios de verano en la Isla Colombina esperando este momento. La acompaña su hija Bernarda Arteaga Darias, también con traje típico hecho por su madre y de igual modo erizada por el acontecimiento

Las chácaras, los tambores y los voladores que estallan en lo alto de la montaña se convierten en un estruendo cuando la Virgen de Guadalupe pisa la orilla. Es uno de los instantes más significativos de las Fiestas Lustrales, una tradición que se cree se remonta al año 1872.

Tampoco está del todo claro por qué Guadalupe. La teoría más aceptada relaciona esta elección con las buenas relaciones entre el primer conde de La Gomera, Guillén Peraza de Alaya y Bobadilla, y el monasterio de Guadalupe en Cáceres (Extremadura), donde también se venera una imagen de la Virgen de Guadalupe con tradición propia. Fue precisamente Peraza de Alaya quien construyó el hogar de la Virgen y desde donde partió ayer, como cada cinco años, la imagen en el día más grande de las Fiestas Lustrales. Enclavada en la Reserva Natural de Puntallana, la ermita es la única construcción de esta zona costera de gran riqueza paisajística que brinda una de las mejores panorámicas del Teide. Hasta Puntallana solo van los más devotos, ayer no más de un centenar, que tienen que atravesar una carretera serpenteante y alongada al acantilado hasta llegar a un camino polvoriento que la mayoría hace caminando. Eso en tierra. Porque a las 15:30 horas, en el mar, el nutrido grupo de barcos ya espera frente al pequeño muellito para embarcar y acompañar a la patrona hasta la capital, todos llenos de fieles empeñados en arropar a la Morenita de Puntallana durante todo el recorrido marinero.

Posiblemente el más devoto de todos es Pedro Antonio Rodríguez. Es el mayordomo de la Cofradía de la Virgen de Guadalupe y lleva 30 años mimándola todos los días. "Mi cariño por ella no tiene fronteras. Desde que nací, por herencia de la familia, soy un devoto total", comenta en medio del trajín de los últimos preparativos. El domingo acudió a la ermita a las 7:00 de la mañana y se marchó a las 22:00 horas. Ayer se fue antes porque vinieron a buscar a la Virgen. Eso sí, Pedro Antonio Rodríguez tenía todo preparado. "Llevo días de intensos preparativos, cuidando que todo esté limpio, poniendo las banderitas, adecuando la ermita, rematando la decoración... La verdad es que estoy agotado pero ni me enteró. Por ella soy capaz de cualquier cosa", asegura henchido de orgullo.

Una parranda canta el Dice que te vas para La Gomera en los alrededores de la ermita mientras otro fiel seguidor de Guadalupe prepara el tambor para brindarle sus mejores sonidos. Es Eduardo Duque, un joven muy popular en la Isla Colombina por su defensa de las tradiciones musicales. Verseador, repentista, profesor en el Aula Insular de Folclore de chácara y tambor, Duque explica que es un día doblemente emocionante "por la propia dimensión religiosa y por toda la riqueza cultural que hay detrás de esta celebración". "No puedo evitar pensar en la cantidad de generaciones que han construido esta tradición de venerar a la Virgen de Guadalupe. Yo simplemente me siento uno más de los tantos que hacen posible que este ritual se mantenga de lustro en lustro", asegura.

No es de extrañar que en San Sebastián haya estos días más de 15.000 personas, casi el doble de las que viven de forma regular: 8.700. Lo asegura el presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo, quien detalla que desde hace semanas "no queda una sola habitación libre" de las aproximadamente 8.500 que tiene La Gomera.