Seguro que alguna vez te ha pasado. Te has quedado mirando las nubles y has terminado viendo formas, caras o hasta figuras de personas. ¿Y la Luna? Cualquiera que la haya mirado una noche habrá visto dos ojos, una nariz y una boca.

Esta capacidad de ver caras en lugares inesperados tiene un nombre: pareidolia. Se trata de un fenómeno por el cual el cerebro reconoce algo familiar (en la mayoría de los casos caras) en objetos inanimados o paisajes de la naturaleza. De hecho, sólo hace falta percibir la más leve similitud de parecido para que asociemos esas formas desestructuradas con otras reconocibles que tengamos en nuestra memoria.

Aunque ver formas en nubes sea algo más habitual, algunas personas han llegado a encontrarse con rostros como el de Jesucristo en lugares tan sorprendentes como un trozo de manera e incluso una tostada. Pero lejos de parecer algo ridículo, un estudio de la Universidad de Ontario (2014) demostró que esto completamente normal.

La investigación, liderada por el profesor Kang Lee, concluyó que la pareidolia tiene causas físicas y no se debe a una anomalía o a la simple imaginación. Analizando los escáneres cerebrales de las personas que veían caras en distintos objetos, descubrieron que se debía a la labor del lóbulo frontal, el cual envía señales a nuestro córtex visual posterior para hacerlo sensible a las caras.

El estudio también descubrió que las zonas que más se activaban durante esta distorsión de la percepción se encontraban en los lóbulos temporales y occipital. Concretamente, la parte del cerebro que más trabaja es la llamada giro fusiforme.

Esta parte del cerebro, también llamada giro occipitotemporal, está ubicada en la cara basal del lóbulo temporal y es la responsable del reconocimiento facial en nuestro día a día. El giro fusiforme izquierdo es además necesario para la comprensión del significado de un texto escrito y la composición ortográfica. Cuando esta parte se lesiona, provoca una enfermedad llamada prosopagnosia. Este trastorno cognitivo impide reconocer los rostros y se hizo mundialmente conocido gracias a que Brad Pitt lo padece.