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Entrevista | Hani Naqshabandi

"El crimen de mi amigo Khashoggi debe ser condenado con dureza"

"Me niego a asfixiar la novela con un punto geográfico concreto; puede ser cualquiera con exceso de poder" señaló el escritor saudí

El escritor saudí Hani Naqshabandi ayer. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿A qué alude la palabra medio en su novela Medio ciudadano respetable ?

La mitad quiere decir lo incompleto. Al hablar de medio ciudadano me refiero a cómo observa el poder al ciudadano, como incompleto, media persona. El poder completa a la otra mitad. El sistema decide sobre el propio ciudadano. El poder tiene incluso la mitad de la voluntad del ciudadano. En la propia vida del individuo el poder decide en su libertad.

En su fecunda obra periodística y literaria, ¿cuál es el todo al que aspira?

En todos los libros mi principal mensaje es el amor, la generosidad, ayudar al prójimo, sin ánimo egoísta a cambio de algo. En esta última novela, el ciudadano o persona sencilla que sólo tiene la mitad de un todo, no deja de ser la mitad de la crueldad porque a este ser débil cuando se le da poder se vuelve más cruel que el mismo gobernante. Se convierte en más verdugo que su castigador.

En el país donde está prohibido decir No, ¿qué nivel de crítica está permitido?

En un fragmento de la novela cuando rechaza el poderoso la palabra no, no es porque suponga una negación sino porque no sabe lo que significa la palabra porque jamás la ha escuchado. Por esta razón mi próximo texto está escrito como obra de teatro burlesca bajo el título No. En lo que se refiere a Arabia Saudí este libro carece de geografía. Se puede tratar de cualquier país en que la persona sufra del exceso de poder. Incluso los ciudadanos en las sociedades más libres pueden trabajar para el poder de un modo u otro. Me niego a que se asfixie la novela con un punto geográfico concreto.

¿Juega el tiempo de los saudíes a favor de su plenitud humana, o es impasable la línea roja del poder teocrático?

En Arabia Saudí Alá perdona, pero el poderoso no. A pesar de esto debemos separar entre el proceso anterior y el posterior. En el anterior o pasado la religión tuvo un papel de poder. En cambio en la etapa posterior o futura creeremos que la controlaremos. Lo que realmente ocurrirá es que nos volveremos más sumisos ante ella porque nos hemos acostumbrado al sometimiento de nuestra vida a la religión, incluso aunque el gobernante no crea en ninguna. Es decir, que la sociedad hasta ahora ha sido muy religiosa; sin embargo va estando menos aferrada a la religión y de todas formas, se está zambullendo más en la misma. Algunos creen que los pocos aspectos de modernidad, de libertad son sólo una cubierta exterior.

¿Cómo juzga el asesinato de su colega Khashoggi?

Era mi amigo. Se trata de un crimen y creo que quien lo cometió debe ser condenado con dureza no sólo por haberlo hecho sino por ser imbécil.

¿Escribirá una novela sobre ese hecho aterrador?

No, porque me niego a que se relacione la novela con tiempos o espacios concretos. Es sagrada, con personajes efímeros que terminan en esa historia.

En el prólogo de su libro se citan estas palabas de Nietzsche: "Vivir es inventar". ¿Cree en ello como dinámica imparable, o la invención seguirá sufriendo la asfixia de la censura?

Como periodista en un país no democrático me he topado con el poder como con un muro infranqueable, aunque esto ya ha ocurrido desde mi nacimiento y también como novelista, porque me niego a ser medio ciudadano.

¿Cree en la literatura como un " arma cargada de futuro", en palabras de nuestro Celaya?

Absolutamente. En mi sociedad saudí la literatura es más fuerte y más atrevida que el propio periodismo. Por ello es entendible que la venta de mis novelas esté prohibida. En el resto de países del mundo árabe no ocurre así con ellas.

Pérez Galdós, que usted conoce, predijo la llegada de la democracia aún cuando tardase cien años en vencer a la teocracia. ¿Confía en ello?

Las sociedades orientales y, en concreto, la saudí, se quejan del sometimiento al poder. Sin embargo beben, comen, respiran y duermen en el lecho de la religión. Esto no ofende a la sociedad saudí, pero nos muestra su contradicción. Es el mismo caso que aquel que se escapa de un león y se esconde en su casa.

¿Cree que los rodeos, la metáforas de su estilo, calan en los lectores de su entorno?

Por supuesto. Los lectores de Arabia Saudí son mi mayor mercado aunque mis novelas estén prohibidas allí. Mucha gente las compra fuera del país. También hay las ferias de libros. El comisario de las obras, quien tiene el poder sobre su venta, algunas veces se compadece, otras veces está dormido y siempre es un ignorante de la literatura que no entiendo cómo puede decidir qué obras se ponen en el mercado o no. Donde se ha producido el choque para mí ha sido con el poder. La sociedad saudí es muy culta y todas las grandes editoriales en el mundo árabe se centran en el mercado saudí de libros. La Feria del libro de Riad es la que más cantidad de obras mueve y vende del mundo árabe. El problema en algunas ocasiones es que, o bien se prohibe que el libro llegue al lector o el lector se opone a nuevas corrientes de pensamiento. Siempre acusamos al poder de prohibir la cultura pero, en ocasiones hasta el ciudadano de a pié, e incluso los intelectuales se convierten en los grandes enemigos de sí mismos en cuanto a avance y a progreso cultural porque se niegan a los nuevos pensamientos, incluso combatiendo con más fuerza que el propio poder las nuevas corrientes. Es decir, que en Arabia Saudí contamos con dos enemigos: el poder personificado en el comisario que decide lo que se publica o no, y el lector.

Al fin, la mujeres saudíes pueden conducir coches. ¿Le parece un avance objetivo, o un pretexto para negarles otras conquistas?

Hoy por hoy tenemos cines en Arabia Saudí y antes no y las mujeres ya pueden conducir. Pero estos hechos no significan que esta sociedad sea democrática y libre. La libertad representa mucho más. Pero la propia sociedad es una piedra difícil de pulir y de cambiar. De todas formas veo que cualquier acto de apertura rápida en la misma puede ser peligroso. Algunos creen que mi sociedad está evitando el poder religioso, sin embargo es todo lo contrario, como ya mencioné anteriormente.

¿Cuánto tiempo le queda al férreo machismo de su sociedad saudí?

Realmente no existe una humillación a la mujer. Sin embargo en el extranjero se cree que está sometida. Es la propia saudí la que se autosomete. Pienso que la injusticia es algo opcional para muchos. Y quien la acepta se la merece. Hay un sector muy importante de mujeres de mis sociedad que se han acostumbrado a esta injusticia. Aunque las empujes hacia la libertad o hacia la igualdad con los hombres, son felices de ser sumisas. Es la cultura social y no una decisión del poder.

Algunos países han prohi- bido el comercio de armas con Arabia Saudí tras la muerte de Khashoggi, pero España si- gue en el negocio. ¿Qué piensa de ello?

Poseer armas siempre ha seducido a los árabes y a los europeos venderlas. Aquellos adoran tener un arma en su poder. Encuentran la guerra aún habiendo paz. Más importante que que Europa pare la exportación de armas a Arabia Saudí, que sí es importante, es que empuje hacia una dirección de mayor igualdad y democracia, a la creación de amor y libertad. La comunidad internacional debería vigilar se no se vuelva a repetir un crimen como el de Khashoggi.

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