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Entrevista | Javier Pons

"Siempre llevo los viajes imaginativos hacia el placer"

"Me gusta representar imágenes que sean ingrávidas en cualquier atmósfera; así serán más bellas y artísticas" expresó el pintor

El pintor Javier Pons sostiene ayer varias láminas de su exposición. J. PÉREZ CURBELO

La colección Taxonírica , ¿sugiere desde el mismo título un espacio de ensueño, o de pesadilla?

De ensueño, nunca de pesadilla porque los viajes imaginativos siempre los llevo hacia el placer, hacia algo parecido a lo que hacía de pequeño cuando me quedaba mirando a los pájaros, paisajes o árboles de manera tranquila. Y con esa misma tranquilidad es como miro hacia mi interior, hacia mi imaginación y busco la belleza. Hay personas que perciben un cuerpo desconocido como un ser posiblemente agresivo y tienen miedo a casi todo lo que no conocen. Sin embargo yo me despojo totalmente de él y miro con admiración, curiosidad, mientras busco la belleza de todos esos seres, nunca desde la pesadilla.

Al distanciarse de cualquier referente real, no se ubica en el surrealismo. ¿Cuál es su filiación estética?

No es surrealismo, es un dibujo realista de algo que no existe. Utilizando el dibujo y la destreza del mismo muestro una imagen inexistente que intento que parezca que sí lo es. Es como si fuera muy detallado, si creara un método de trabajo que permitiera mostrar, no algo abstracto ni difuminado, sino que posibilite al espectador ver algo concreto.

¿Qué es lo que fabula respectivamente en las dos series de la muestra, Biómulos al grafito y Cromoplasmas a la acuarela?

El proyecto comenzó con un viaje, no al Kalahari ni a Galápagos ni hacia todo lo conocido sino, que una vez que he nutrido mi mente de muchos conocimientos sobre la naturaleza y de muchas reflexiones sobre ella desde múltiples ángulos, tales como la zoología, la botánica y la geología, he adquirido la capacidad de agitar en mi cabeza todos esos conocimientos y realizar un viaje de introspección hacia un mundo complejo que uno puede crear en la imaginación. Lo que he querido es mostrar, por un lado, la cartografía de los mapas de los lugares que voy visitando con la acuarela, con sus pigmentos, que te permiten crear paisajes oníricos y, por otro lado, voy encontrando en ese camino biómulos y cromoplastos, es decir, seres que no se sabe si son vegetales, calcáreos o animales. Los voy rescatando mediante el dibujo y pretendo enseñar mi camino, mi viaje y todo lo encontrado en él. Se parecería a lo que hicieron Heckel, Darwin o Humboldt en su momento. Todos tenían su cuaderno de campo, eran naturalistas y artistas. Lo que persigo mostrar es la fusión entre el arte y la ciencia.

Al primer golpe de vista evocan vegetaciones submarinas, incluso restos orgánicos. ¿Qué hay de usted mismo en esas imágenes?

Realmente podrían ser aéreas. Lo que me gusta es que sean ingrávidas. La gravedad es muy tozuda y ciñe la forma a algo muy estructural. Por ejemplo, dos patas, cuatro patas, algo sobre lo que sostenerse... Sin embargo, si los seres son ingrávidos, ya sea sobre agua, líquido amniótico, aire o cualquier otra atmósfera que te inventes, las imágenes son más bellas, más plásticas, más artísticas. Busco la belleza en todas las dimensiones.

¿Cree que los espectadores pueden identificarse con su onirismo?

Absolutamente. Creo que cada persona que lo ve lo interpreta a su manera porque cada uno tenemos un mundo interior, una capacidad de imaginar bestial, lo que nos define como humanos. Si no seríamos un animalillo de monte. Cuando alguien demuestra a los demás que ha podido ordenar el suyo para enseñarlo la gente siente entusiasmo. He comprobado que buscan bautizarlo, decir qué les supone, ponerle un nombre. Lo que pido en la exposición a los espectadores entonces, es que me ayuden a ello. Yo los he nombrado biómulo uno, dos, etc. Quiero que sean los demás quienes los nombren utilizando la taxonomía, inventando latinajos. Pienso que el público se va a identificar con mis dibujos porque realizo formas que vienen de este planeta, no de otros. A lo mejor hay personas que han visto las mismas formas que yo.

¿Por qué se limita a un soporte tan frágil como el papel?

La estética del papel, casi siempre, es bastante etérea. Es como un ser vivo que no va a durar siempre. No utilizo algo tan duradero como el bronce o la piedra. Prefiero emplear un material más liviano. El papel, por otra parte, te permite también crear formas mucho más flexibles. Quería crear esculturas que fuesen como bocetos de lo que son los seres, no quería plasmar la piel, la textura, las mucosidades que los envuelven, sino sólo representar al animal. Para ello el papel es fantástico. Asimismo, este posee la belleza de algo natural. Con la estética japonesa se expresa la calidez, que procede de la naturaleza, que se trata de un material noble aunque no sea madera. Todas esas cualidades le aportan una atmósfera a la escultura coherente con todas las obras.

Sitúe su lenguaje dentro del contexto del arte canario contemporáneo.

No me sé situar en ningún movimiento. No me veo en ninguna clasificación. Puede ser doloroso porque te puedes ver solo y ser algo bueno, porque quizá hay algo de exclusivo.

¿Qué más quiere mostrar al público de su obra?

El placer del dibujo. Es algo que todos deberíamos aprender de entre todas las artes plásticas. Todos los que sabemos escribir contamos con la capacidad de dibujar. Muchos creen que no, pero tengo la certeza de que sí. Se trata de la manera de atrapar lo que imaginamos y de un disfrute impresionante. Así como la escultura es una especie de martirio porque hay que pelearse con los materiales, el dibujo funciona como cantar o bailar, como algo que nos hace sentirnos mucho mejores. Animo a todo el mundo a aprender a dibujar, a conseguir interpretar la realidad por placer.

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