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Entrevista | Luis Alberto García García

"No se puede seleccionar a un maestro por saber un temario en una oposición"

"El reto del siglo XXI es que la tecnología acerque a las personas, que no quede en una herramienta fría, autónoma, que lleve a las personas a aislarse, sino que acerque más a las personas", indicó el Catedrático de Piscología de la Educación.

Luis Alberto García en el Edificio de Telecomunicación de la ULPGC. Andrés Cruz.

Luis Alberto García, catedrático de Psicología de la Educación de la Universidad de La Laguna, se ha especializado en la mejora de la inteligencia y las habilidades para aprender y pensar. En el marco de las 'V Jornadas Iberoamericanas de Innovación Educativa en el ámbito de las TIC y las TAC' que se celebran hasta hoy en la Universidad de Las Palmas, García abordó el papel de las tecnologías en el ámbito educativo para promover las relaciones y habilidades personales, además del aprendizaje.

'¿Tecnologías para aprender?' es el título de su conferencia. ¿Por qué en interrogación?

Por la necesidad de incorporar la tecnología no sólo a las competencias de aprender sino a las competencias de la vida. Realmente es situar el papel positivo que puede tener la tecnología en la inteligencia para aprender, pero también para pensar, la inteligencia emocional, o las habilidades para relacionarnos. La tecnología se utiliza para aprender pero hay más campos que debemos abrir, y analizar el papel que tiene el enseñante para incorporar metodológicamente la variable humana, la variable persona, dentro de una clase o materia. Hablamos de más competencias y del papel de la motivación en el aprendizaje.

¿Qué otros campos ya abre la tecnología en el aula?

Hay experiencias muy interesantes en el papel que juega las tecnologías para promover, por ejemplo, las relaciones personales. Parece algo evidente, pero mucha veces la tecnología hace que las personas se aíslen, y se trata de incorporar elementos como la empatía, asertividad, la escucha activa, habilidades de negociación o de resolución de conflictos, dentro de un elemento tecnológico. Lo que más me preocupa, como psicólogo, es que la tecnología no quede en una herramienta fría, autónoma, que lleve a las personas a aislarse, sino que las acerque más. Ese es el gran reto del siglo XXI.

¿Un reto factible?

La tecnología puede impulsar estrategias comunicativas, de conciencia y control de las emociones... Tiene que acercar a las personas, primero hacia los demás pero también hacia si mismos. Parece esotérico pero no lo es, porque lo que se está valorando en la sociedad actualmente son mis habilidades comunicativas, sociales, para resolver problemas, muchas veces por encima de mis habilidades para aprender o el currículum escolar.

¿Cuáles son las herramientas con las que ya cuentan?

Hay programas específicos para fomentar el aprendizaje cooperativo, para el respeto a la naturaleza, para el desarrollo de la tolerancia a la frustración...Cada vez el mundo tecnológico se preocupa más por crear un bienestar en las personas, independientemente de aprender.

¿Estas herramientas van más enfocadas a las primeras etapas educativas?

A universitarios, futuros maestros y profesores. Las universidades estamos sacando usuarios titulados a la calle, muy competentes para el aprendizaje, pero incompetentes en la incorporación de las tecnologías para el desarrollo de competencias de habilidades sociales, creatividad o inteligencia emocional.

¿Hacia dónde avanza la investigación en este campo?

Con la crisis, y en un país donde hemos cambiado siete veces de leyes educativas, se ha generado mucha incertidumbre de hacia donde se debe ir y la tecnología está incorporando el sentido común, haciendo a la gente trabajar de una misma manera, y eso puede hacer que mucha gente que estaba perdida se enganche. Es más, los colectivos de renovación pedagógica en España habían desaparecido, y esto está ayudando a que aparezcan grupos de profesores que a través de las tecnologías trabajan habilidades y los contenidos de otra manera.

¿Qué opina sobre la nueva reforma educativa?

El problema es el gran debate que no ha habido en España, que es el debate metodológico, y éste no se ha dado. Aquí se debate si religión si o religión no, filosofía si o no..., y creo que eso no es lo relevante. La gran reforma norteamericana en los 60 no fue un debate como el nuestro, de boletín oficial, sino sobre si lo que estaban haciendo no hacía que la gente se sintiera mejor aprendiendo física, y la física ahora es la asignatura más valorada en el bachillerato americano, hicieron un cambio metodológico. En España han habido seis leyes y seguimos haciendo lo mismo.

¿Cuál debe ser el camino y quién debe capitanearlo?

Debatir sobre qué hacemos en el aula, cómo podemos mejorarlo, y qué incorpora la tecnología, porque ésta puede ser aire fresco si lo mezclamos con las competencias. Y ese debate compete a la sociedad y, sin duda, a la universidad, donde formamos maestros, profesores de Secundaria. La sociedad tiene que entender que hoy en día no se puede seleccionar un maestro sólo porque sepa un temario en una oposición, sino porque tiene competencias digitales, idiomáticas, porque sabe hacer, no sólo sabe un contenido. A ningún empresario se le ocurre seleccionar a alguien por un temario, al contrario, los contratadores buscan poner a gente en situación a ver como la resuelven, y así se selecciona. Y nosotros tenemos que avanzar en esa línea, tanto de lo público como de lo privado, de valorar a la gente por lo que sabe hacer. Y sobre todo, hay que tener en cuenta de hacia donde se va. Nos hemos especializado tanto en la universidad que hemos perdido una visión global de lo que queremos, y la tecnología podría ser el eje que necesitamos para avanzar.

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