Hablar de obesidad y malnutrición podría parecer, a simple vista, una contradicción. Nada más lejos de la realidad, ya que el concepto malnutrición hace referencia tanto a un balance negativo de energía, esto es, malnutrición por defecto, como a un balance positivo, es decir, malnutrición por exceso u obesidad.

Aclarado el término y con los datos en la mano, los distintos estudios epidemiológicos constatan que la obesidad es la manifestación más frecuente de malnutrición, tanto en adultos como en niños, en los países desarrollados. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad se ha triplicado desde 1975 y en 2016 el 13 % de la población de todo el mundo era obesa. Se acaba de celebrar el Día Mundial contra la Obesidad, una fecha que se presenta como una ocasión para reflexionar sobre cuáles son las causas de una epidemia que causa 2,8 millones de muertes prematuras cada año en el planeta y cómo frenar su escalada ascendente, especialmente entre la población infantil.

El estudio Prevalencia de nutrición en escolares españoles fue presentado por el director honorífico de la Alianza contra el Hambre y la Malnutrición en España, Alfonso Rodríguez, durante el quinto encuentro que celebró dicha organización en León. "Los datos ponen de manifiesto que se deben promover medidas de prevención primarias por exceso o adiposidad", argumentan los autores del estudio, publicado en la revista especializada Anales de Pediatría, de la Asociación Española de Pediatría.

"En relación con la malnutrición por exceso, las estimaciones son preocupantes, ya que aplicando el punto de corte propuesto por la OMS, la prevalencia de obesidad tiene un porcentaje muy elevado.

Los investigadores aseguran que conocer los datos de la prevalencia de la obesidad es vital, ya que sirven para orientar la implantación de programas de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, así como la detección de colectivos vulnerables. "En este aspecto, los colegios son una pieza clave, tanto en la detección como en el manejo de los casos detectados, por lo que debe concienciar a los profesores sobre este problema y conseguir su implicación en la detección precoz y en su manejo", concluyen.

Terapia psicológica

Los psicólogos reivindican un mayor protagonismo en los tratamientos contra la obesidad ya que, recuerdan, muchos de los problemas relacionados con la alimentación son derivados de problemas mentales. Los especialistas, fundamentales en el tratamiento de trastornos de conducta alimentaria como la bulimia, la anorexia o la vigorexia reclaman que su papel sea más activo ya desde Atención Primaria para detectar precozmente estos y otros problemas relacionados con la comida.

Una de ellos es la psicóloga clínica Rocío Basanta, que está adscrita a interconsulta hospitalaria por lo que trabaja con cualquier especialista médico que demanda apoyo en lo emocional para sus pacientes y cree prioritario "que los psicólogos tengamos más presencia que la que tenemos ahora".

Su especialidad aborda el rol del psicólogo en los procesos de cirugía bariátrica, que reducen el estómago de los pacientes. "Los psicólogos y también los psiquiatras estamos presentes antes de la cirugía para evaluar que el paciente entiende el proceso y que no presenta contraindicaciones pero además de evaluar creo que tiene mucha lógica que también preparemos y acompañemos en todo el proceso posterior", explica Basanta. Así, subraya que la cirugía bariátrica "es mucho más eficaz cuando la intervención quirúrgica es un paso más dentro de un proceso de cambio". Y es que aunque la cirugía sea exitosa, muchas veces los pacientes presentan problemas a medio y largo plazo.

El papel de los psicólogos, remarca, es fundamental para que en ese caso los pacientes puedan afrontar mejor el cambio. "La cirugía puede ser un éxito pero aún así las personas pueden sufrir mucho porque de repente les cuesta reconocerse en el espejo, les cuesta darse cuenta de que han mejorado pero sufren porque habían idealizado el proceso, porque pierden kilos pero no recuperan el cuerpo que tenían años atrás, tienen que aprender a convivir con la piel extra que les sobra y que se podrá operar pero no de forma inmediata", explica la especialista, que subraya que existe un aumento de las patologías entre las personas que se han sometido a esta operación e incluso de suicidios. "Y todo ello tiene que ver con el sufrimiento psíquico de una operación exitosa", recuerda.

Por eso considera fundamental la aportación que puede hacerse desde su campo a estos pacientes, en concreto, y a los que presentan patologías relacionadas con la obesidad, en general. "Habría que empezar por no dejar que las cosas lleguen al punto al que llegan y que la patología avance y se llegue a situaciones desesperadas", indica Basanta en referencia la obesidad mórbida pero también a la anorexia y la bulimia. Para ello cree fundamental trabajar de manera coordinada con Atención Primaria.

Emociones

"Creo que una de las ventajas sería llegar antes y poder prevenir con un enfoque más global porque las emociones forman parte de la salud, y es que no solo son importantes los números del colesterol, la hipertensión o los kilos sino también las vivencias de las personas", afirma. Al respecto de la obesidad, recuerda que "no comemos solo porque tenemos hambre, lo hacemos porque estamos frustrados, nerviosos, porque hemos tenido un mal día o porque necesitamos un consuelo y si esa parte no se aborda corremos el riesgo de que aunque el tratamiento sea eficaz podamos volver a engordar porque volvemos a usar la comida como una manera de solucionar nuestros problemas emocionales". "Las personas no llegan a los 200 kilos por pasarse de la raya un fin de semana, es porque la relación que tienen con la comida no es sana", sentencia.