"La verdad es que no me he puesto a calcular pero hemos perdido más de 10.000 euros", aseguró ayer uno de los responsables de La Almena de San Miguel, Marcos Rodríguez Oliva, mientras recorría el restaurante junto a su hermano. "Nosotros veníamos dispuestos a trabajar hoy porque teníamos muchas reservas hechas pero, al ver cómo está todo, hemos tenido que llamar para cancelarlas", agregó.

Este negocio es solo uno de los muchos que resultaron afectados por el temporal de mar que ha afectado a la Isla durante este fin de semana. Pese a que son varias las zonas costeras que han padecido el fuerte oleaje, el litoral de Garachico se ha llevado la peor parte. "La noche del sábado teníamos a gente cenando en el restaurante cuando entró el mar, muchos clientes se subieron sobre las sillas, otros salieron corriendo escaleras arriba, a la parte alta. Se saltó la palanca, la maquinaria se ha visto afectada por el agua, los baños están inservibles y el género se ha estropeado", comentó Marcos Rodríguez Oliva.

Unos pocos metros más allá del restaurante La Almena de San Miguel, una mujer llora desconsolada mientras oculta el rostro ante la puerta de su negocio, una tienda de souvenirs. "Ha pasado la noche en el coche, ya no puede más", explicó un joven que trata de consolarla a la vez que la agarra del brazo y la hace entrar en un portal.

Las escenas de angustia y nervios se repiten desde la noche del sábado en Garachico. "La noche fue bastante larga y angustiosa", rememoró el alcalde de la localidad, José Heriberto González, quien se refirió a los vecinos de los dos edificios que tuvieron que ser desalojados debido a la fuerza del mar. "Estaban muy nerviosos", agregó el regidor municipal, quien confió en que el Gobierno de Canarias habilite una línea de ayudas extraordinarias para poder hacer frente a los desperfectos que ha causado el mar en la localidad.

"Me preocupa mucho la situación en la que se encuentran los locales comerciales de la avenida Marítima porque hay mucha gente que vive de ellos", relató el primer edil de la localidad. "Garachico es un pueblo turístico y su avenida es un hervidero de gente todos los días", añadió González mientras recorría la avenida Marítima para conocer el alcance de los daños.

Hace más de 31 años que el municipio no vive una situación como la del pasado sábado. Ocurrió un martes 13 de febrero de 1987, cuando Lorenzo Dorta era alcalde de la localidad. En aquella ocasión, el mar se llevó a un hombre de Valladolid y a un joven de Santiago del Teide, voluntario de Cruz Roja, que trató de rescatar al hombre arrastrado por las olas. Cuentan los mayores de la zona que el cuerpo del hombre apareció unas semanas más tarde en aguas de Buenavista del Norte mientras que el del chico de Cruz Roja no apareció nunca.

Pese a que el temporal del 87 se llevó varios coches que estaban aparcados en la avenida, los daños materiales que han provocado las olas durante este fin de semana son mucho más cuantiosos que los registrados hace 31 años. "Dicen los mayores que este ha sido peor pero aún tenemos que calcular los daños", manifestó González, quien recordó que "el dique se había construido en el 87, ahora y pese a tenerlo, en la punta del muelle viejo se ven trozos de grandes dimensiones de hormigón".

Sandra Acosta es una de las vecinas que tuvo que abandonar su casa en la noche del sábado. "Nos desalojaron en torno a las diez de la noche y hoy nos han dejado entrar a ver cómo están las cosas", explicó a la vez que contemplaba los daños provocados por el mar en su propiedad. "En 200 años nunca ha pasado esto", exclamó Acosta al ver uno de los muros de su casa, en concreto, del garaje totalmente derruido. "El mar no solo rompió el muro, sino que también ha estropeado la puerta del garaje que acabábamos de poner", se lamentó la vecina.

Apoyado en muro y contemplando el mar a la salida de Garachico está José Miguel Delgado Guanche, es natural de la localidad pese a haber estado más de 50 años en Venezuela. "He vuelto porque allá no se puede hacer esto, pasear tranquilo", dijo mientras observaba a los visitantes aproximarse al casco histórico desde el mirador con la escultura en honor al emigrante.

"El viento y el mar no me dejaron pegar ojo, estuve despierto hasta las tres de la mañana", explicó José Miguel Delgado Guanche, quien continúa hablando con todos los curiosos que le prestan unos minutos y que han tenido que aparcar sus coches a dos kilómetros del casco histórico de Garachico. Esta no es la única vía que los agentes de la Guardia Civil cortaron al tráfico ayer por precaución, pues el acceso a Garachico por la costa, la TF-42, permaneció cerrada y los vehículos tuvieron que ser desviados por la carretera de El Tanque.