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Entrevista | Javier Bauluz

Javier Bauluz: "Con la política migratoria nos jugamos el futuro de los próximos cien años"

"Hago las fotos en mi cabeza en blanco y negro. El color disfraza o atenúa elementos fundamentales" destacó el fotoperiodista

Javier Bauluz: "Con la política migratoria nos jugamos el futuro de los próximos cien años"

Llega directo desde Cádiz.

Sí, de buscar muertos por las playas de Barbate y Caños de Meca. Ya llevan 21 cadáveres recuperados. Llevo 22 años con el tema de la inmigración y no hemos aprendido nada. Es como el agua, si tú cierras una ruta, el agua busca otra. Lo único que causa esto es más sufrimiento y más muerte.

No estamos en verano, pero ¿se podría haber repetido aquella foto de los turistas tomando el sol en Tarifa junto a un cadáver de otro inmigrante?

Fue una cuestión de tiempo, había gente surfeando en el mismo sitio donde una hora después vino una ola y pum, otro muerto.

Abandonó la carrera de Psicología argumentando que todos estaban locos. Habrá quien piense que es usted quien lo está.

Tal vez sean los locos los causantes de esta realidad. O los que no hacen nada para cambiarla, o los que no la cuentan, o los que la ocultan.

¿Sigue creyendo en ese periodismo humano?

El periodismo tiene que estar al servicio de los ciudadanos y no de otros poderes económicos o políticos. En la portada siempre tenemos a los mismos. Y los 'nadies' que decía Eduardo Galeano solo salen en portada cuando se mueren muchos juntos de una vez.

¿Cómo está la salud del fotoperiodismo?

El fotoperiodismo, excelente. La salud de los fotoperiodistas para vivir de este maravilloso trabajo, mal. Los medios no invierten prácticamente nada, les vale cualquier fotografía hecha de cualquier manera por cualquiera.

¿Ha hecho mucho daño la llegada de las nuevas tecnologías?

Las tecnologías son maravillosas, ahora te permiten hacer cosas en las que antes tardabas una eternidad. El problema de los instrumentos no son los instrumentos sino el uso que se hace de ellos. Un cuchillo puede servir para degollar gente o para cortar chorizo. Creo que los ciudadanos intentan hacer información porque los periodistas hemos fallado.

¿En qué han fallado?

Han perdido el foco de las personas. Antes, en una redacción había dos partes: la periodística y la administrativa. Había un biombo en medio que las sepa- raba. Pero alguien lo quitó y quien quedó al mando fueron los de la parte administrativa, los de la parte económica. En muchos sitios, lo único que se pretende es ganar dinero. Está bien ganar dinero pero, ¿cómo? Si un carnicero vende carne maravillosa, magní-fico. Pero si vendes carne podri-da, no. Cuando todo vale para sacar dinero, cuando el único fin es el ánimo de lucro, llegamos a ese punto.

Es fundador del medio digital Periodismo Humano. ¿Es rentable económicamente?

No. Cuando nacimos tuvimos mucho éxito de crítica. Tenemos cerca de 300.000 seguidores en Facebook pero no conseguimos hacerles entender que si tú quieres un periodismo humano, independiente y profesional, los periodistas son unos cabrones a los que hay que echarles de comer. Si nos dieran un céntimo por cada Me Gusta, hubiéramos hundido al New York Times en pocos meses. Ahora el proyecto está parado.

Pagar por la información o por la fotografía sigue siendo una utopía.

Parece que la gente no se acuerda cuando hace cuatro días si querías tener información ibas a un quiosco, comprabas el periódico y sabías lo que pasaba. Los periodistas necesitan comer, hay que pagar por el periodismo. El error es que muchos quisieron hacer de los medios máquinas de hacer dinero con publicidad en vez de primar la calidad de la información.

¿Y hay espacio y tiempo para los reportajes en profundidad en los medios?

En papel hay unos límites pero en Internet el espacio es infinito. Ahora no vale esa excusa, aunque es cierto que vivimos en la tiranía del clic. Hay muchos 'corresponsales' en Youtube o vídeos de gatitos que dan más clics que una información periodística hecha en profundidad. Pero eso a la larga no funcionará. Es como hacer una película mal porque te sale más barata. A lo mejor la primera vez la cuelas, pero a la siguiente nadie va a ir al cine.

Pese a la pérdida de poder económico, ¿sigue teniendo el fotoperiodismo el poder necesario para remover conciencias y provocar cambios?

La fotografía tiene un poder pero no puede obligar a nadie a hacer nada. Eso es responsabilidad de cada uno. Y es una cuestión de racismo y de aporofobia, de miedo a los pobres. Nos iría mucho mejor si nos pusiéramos en el lugar del otro y tratáramos a las personas como personas.

En sus fotos aparecen muertos y heridos. ¿Cuándo una imagen deja de ser informativa y se convierte en morbo?

Desde hace muchos años, yo trazo esa línea entre que las fotos vayan al corazón y a la cabeza y no al estómago, básicamente.

¿Por qué prefiere el blanco y negro?

Hago las fotos en mi cabeza en blanco y negro. El color disfraza o atenúa los elementos fundamentales como las luces, los gestos, las líneas o las caras.

¿Qué ha aprendido de las personas a las que fotografía?

La capacidad de resistencia, resiliencia, valor, amor... mucho.

¿El trabajo le ha provocado consecuencias personales a nivel emocional?

Antes no había un término médico ni un diagnóstico para lo que hoy conocemos como síndrome de estrés postraumático. Yo lo pasé después de Ruanda, cuando tenía a un millón de personas muriéndose de cólera delante de la cámara durante doce horas. Era algo que te sobrepasaba. Para torear con eso sirve un poco tener la conciencia tranquila con lo que haces. La única medicina que conozco contra la xenofobia es la empatía.

Pero el discurso del odio y la campaña del miedo se están imponiendo en todo el mundo.

Sí, a una velocidad de vértigo. En 2016 empezó una campaña de criminalización de los refugiados con aquella famosa noticia de "Todas las mujeres de Colonia, rubias y alemanas, han sido violadas por los refugiados", a la que siguió la de "Ahora vienen a matar a nuestros hijos en atentados" y eso ha dado rienda suelta a todo ese discurso xenófobo, primero con refugiados, luego musulmanes, migrantes, defensores de derechos humanos... esto va a seguir escalando. Como no haya una reacción, esa xenofobia ganará a la empatía, ese odio ganará al amor. Ahora mismo, ayudar al prójimo es un delito en muchos sitios.

¿Y por qué sigue propagándose ese odio?

Lo están utilizando muchos partidos tradicionales mayoritarios para meter miedo y no perder votos. Te dicen: "Esos te van a matar pero yo te voy a salvar". Un dos en uno. Está creciendo de una manera muy rápida, tan rápida que me hace recordar a lo que mucha gente dijo en los años treinta: "No nos dábamos cuenta de lo que estaba sucediendo, iban pasando pequeñas cosas hasta que de repente un día todo se derrumbó y ahí ya no podíamos hacer nada". Y cuando esta gente toma el poder, lo ejerce. Con la política inmigratoria nos estamos jugando el futuro de los próximos cien años. Tendremos un mundo de los derechos humanos o un nuevo fascismo.

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