El mayor estudio genético que se ha hecho hasta la fecha de los pueblos que habitaban Canarias antes de la conquista confirma su origen bereber, descarta las hipótesis sobre ancestros fenicios y revela que su ADN no se ha perdido, salvo en el caso de los bimbaches, los antiguos herreños.

La plataforma científica Bioarchive (biorxiv.org) recoge este mes un avance del trabajo sobre el genoma de los antiguos canarios que han realizado las universidades de Stanford (EEUU), Durham (Reino Unido), La Laguna (Tenerife) y Las Palmas de Gran Canaria, con el apoyo de tres de los museos de referencia en las islas: el Canario, el Arqueológico de La Gomera y el Benahorita de La Palma.

Los firmantes de esta investigación, encabezados por la experta en genética de poblaciones antiguas Rosa Fregel, vinculada las universidades de Stanford y La Laguna, han conseguido reconstruir el genoma del ADN mitrocontrial (ADNmit, la carga genética que solo se hereda de la madre) de 48 aborígenes canarios procedentes de 25 yacimientos arqueológicos de todas las islas del archipiélago.

La antigüedad de esos restos abarca un período de 1.500 años que va desde el siglo II hasta el XVII; es decir, desde el momento en el que suele ubicarse la llegada de los primeros pobladores a Canarias (al inicio del primer milenio) hasta las revueltas protagonizadas en periodo ya "hispánico" por los alzados, los últimos indígenas que ofrecieron resistencia desde las montañas a los castellanos.

Los autores de este estudio han comparado esos linajes antiguos con el genoma mitocondrial de 18 canarios modernos residentes en todas las islas, seleccionados entre familias con una larga vinculación con el archipiélago. El resultado indica que los canarios nativos actuales conservan en esa parte de su ADN hasta un 56 % de carga genética heredada de los aborígenes por vía materna.

El resto de su ADN mitocondrial procede de la Península Ibérica (38 %) y de poblaciones subsaharianas (4 %), como resultado del mestizaje que siguió a la Conquista entre europeos, aborígenes y esclavos africanos traídos a las plantaciones de caña de azúcar.

En tres islas esa parte de la herencia genética materna de los canarios contemporáneos sigue siendo mayoritariamente indígena (La Gomera, Lanzarote y Fuerteventura, por ese orden), mientras que las cuatro restantes hay más presencia de ADNmit europeo (Gran Canaria, El Hierro, Tenerife y La Palma, también por ese orden).

Sin embargo, esa fotografía responde a la comparación con una suerte de "ADN promedio" de los canarios antiguos con los actuales, porque el resultado es muy diferente si se examina qué queda en el ADN del canario actual de las personas que habitaban su isla en concreto antes de la llegada de los europeos en el siglo XV.

En los gomeros queda el 55 % de la herencia materna de sus ancestros indígenas; en los palmeros, el 41 %; en los majoreros, el 33 %; en los lanzaroteños, el 25 %; en los grancanarios, el 24 %; en los tinerfeños, el 22 %; y en los herreños, el 0 %, nada.

Los autores subrayan que este último resultado puede resultar llamativo, pero no sorprende, si se atiende a las crónicas históricas de la conquista sobre los bimbaches, que relatan que El Hierro apenas estaba poblada cuando llegaron los castellanos, que sus habitantes fueron diezmados por los traficantes de esclavos y que la isla fue colonizada con aborígenes del resto de Canarias.

De hecho, los herreños de hoy conservan un 36 % de ADNmit aborigen de la muestra "promedio", un resultado muy similar al que ofrecen los grancanarios (30 %) o los tinerfeños (35 %).

El estudio también indaga desde el punto de vista genético en los orígenes de las poblaciones canarias antiguas, para confirmar su parentesco con los bereberes, de los proviene además su carga genética antigua de origen euroasiático (por las migraciones que poblaron el norte de África durante el Neolítico).

El trabajo subraya además otra circunstancia: si se examina el genoma de los antiguos canarios, se aprecia que aparecen nuevos linajes en torno al siglo X, lo que sugiere que la población de las islas se hizo en al menos dos oleadas, una inicial y otra más avanzada y, sobre todo, centrada en las islas orientales, lo que podría ayudar a explicar el gran crecimiento de población que experimentó en tordo a ese tiempo Gran Canaria.

Y finalmente examina si hay alguna traza de los fenicios o cartagineses en el ADN de los antiguos canarios, ya que a veces se ha aludido a ellos como potenciales pobladores de las islas en tiempos previos a la llegada de los pueblos bereberes.

Los historiadores romanos atestiguan que las Islas Afortunadas eran conocidas en su época y los fenicios tenían conocimientos de navegación más que sobrados para llegar a ellas, pero en lo que concierne al ADN esa pista puede darse por descartada: no hay conexión entre el genoma de los aborígenes canarios con el genoma fenicio obtenido en yacimientos del Líbano y Cerdeña (Italia)