"Al final esto es una medida que incide en que los alimentos ultraprocesados sean un poco más sanos, pero el verdadero paso es que el peso de estos alimentos en la dieta no sea tan importante como ahora, y que realmente controlemos mucho mejor lo que comemos, priorizando los productos naturales". Así valora el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Lluis Serra Majem, el acuerdo alcanzado entre el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social con unas 400 empresas alimentarias y de bebidas para reducir, de media, un 10% de azúcar, grasas saturadas y sal en sus productos de aquí a 2020.

El especialista en Nutrición y Dieta Mediterránea, y director del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias de la ULPGC también advierte de la importancia de evitar el efecto de "compensación" que suele acompañar a medidas como esta. "Cuando se reduce un 10% la ingesta de sal, tiene un efecto sobre la hipertensión arterial y sobre la mortalidad cardiovascular, sobre todo cerebrovascular. Sin embargo, hay que constatar que esa reducción de la ingesta se hace, porque a veces, ocurre que se producen sustituciones, es decir, uno consume a lo mejor menos azúcar a partir de alimentos procesados o ultraprocesados, pero en cambio añade más azúcar al café. Esto es lo que se llama compensar, me quito azúcar de un refresco pero lo tomo luego en el postre. Esto sucede y hay que ser muy consciente para no caer en ello".

Respecto a la reducción del 10% de media de sal, grasas saturadas y azúcar en los alimentos procesados o ultraprocesados, Serra Majem asegura que lo ideal sería llegar al 20 o al 30%, "pero de cara a que el consumidor no lo note, ese 10% se puede llevar a cabo sin problemas", y añade que en el caso de Canarias "donde normalmente los productos que se elaboran aquí llevan un poco más de azúcar que en otras partes", esta medida es importante.

Teniendo en cuenta que la iniciativa en la que lleva trabajando el Ministerio desde hace un año para conseguir una alimentación más saludable, tiene como objetivo lograr el máximo consenso de la industria alimentaria, Serra señala la necesidad de seguir apostando por añadir más empresas a la lista de adhesión al acuerdo. "Aunque se ha conseguido consenso con unas 400 marcas, que implica un buen apoyo, habría que preguntarse qué pasa con las que no han firmado. 400 empresas son bastantes, pero no son ni el 50%, cierto que se han sumado las grandes, que llegan a un consumo mayoritario, pero a lo mejor determinados productos se han quedado fuera", subrayó.

Calidad

Sobre las grasas, el especialista internacional en Nutrición matizó la importancia de priorizar la calidad de las mismas. "No es tan importante la cantidad en el caso de las grasas saturadas -que si que es importante y que conviene reducirlas-, sino el origen de estas grasas, es decir, deberíamos poner más el acento en cuál es la grasa que hemos añadido a este alimento ultraprocesado. Hablo en concreto de que reducir un 10% de aceite de palma en un producto no es suficiente, hay que quitarla, y sustituirla por otra grasa más noble, más cercana a nuestro entorno y más sostenible, como el aceite de oliva o el de girasol".

Con todo, el profesor Serra Majem valora de forma positiva el acuerdo alcanzado con las empresas alimentarias y de bebidas, de hecho, estima que de hacerse efectivo, redundará en la salud de la población a corto plazo. "Si realmente se produce esta disminución de la ingesta de sodio (sal) en un 10% y no se compensa por otras vías, que habría que evaluarlo, tendremos rápidamente una disminución de las cifras de hipertensión arterial, seguro, en los próximos dos o tres años, no más allá. Y también va a haber incidencia, aunque ésta será menor, en la obesidad, pero no si es una acción aislada. Sólo puede ayudar en la medida de que esto forma parte de una política de prevención de la obesidad", subrayó.

En resumen, el catedrático de la ULPGC, ve necesaria la estrategia de reformulación liderada por el Ministerio para mejorar la salud poblacional, pero insiste en que la clave está en los alimentos naturales.

"Debemos recordar que a la reformulación hemos llegado porque hay una serie de alimentos ultraprocesados que sustituyen a otros alimentos más naturales". Como ejemplo señala las magdalenas que muchos tienen en su despensa y que duran meses, en lugar de cocinarlas en casa, o comprarlas en hornos tradicionales. "Cada vez compramos en mayores cantidades y almacenamos para ahorrar tiempo, y la industria ha tendido a facilitar este proceso. Pero ahora lo que estamos viendo es que es un proceso erróneo, y sería interesante volver a los productos naturales, a los ingredientes frescos, sin tantos aditivos, espesantes... Reformular es necesario pero también cambiar los hábitos del consumidor", concluyó Lluis Serra Majem.