El empresario Enrique Díaz Fernández sigue, a sus 88 años, en la primera línea de la actividad fabril. Es el presidente de la compañía Piman, con sede en Alcalá de Henares (Madrid), y que se dedica a la fabricación de maquinaria para la industria cerámica. Díaz tiene una gran vitalidad y continúa viajando por todo el mundo para hacer negocios. Acaba de llegar de China y ya está pensando en ir a visitar una factoría de San Petersburgo (Rusia). Su grupo, que trabaja para un gran cliente que le aporta el 90% de su facturación, tiene fábricas en Portugal, Barcelona y Marruecos y da empleo a unas 300 personas.
¿La presidencia de la empresa le obliga a viajar mucho?
El cliente para el que trabajamos mayoritariamente tiene cuatro fábricas en China e Indonesia y eso te hace viajar, y yo aprovecho. Acabo de volver de China, he ido a comer cuatro veces con el cliente, y el resto del tiempo he estado visitando el interior del país con un amigo.
¿Qué opinión le merece China?, hay quien dice que está en crisis.
Para mí el mejor país del mundo es China. Tiene técnica, di- nero...
¿La crisis le impactó mucho a su negocio?
Sí, en 2008 teníamos 700 empleados [ahora cuentan con 300], la crisis fue muy dura.
¿Fuera de España también?
No, la crisis fue en España. No fuera.
¿Y ahora cómo están?
Ahora vamos subiendo, cada año va mejor. En estos momentos, por ejemplo, tenemos un pedido importante para Rusia. Pero ya no habrá el crecimiento que había. El presidente de China, Xi Jinping, lleva dos años repitiendo en su discurso anual que hay que cambiar la cantidad por la calidad, y hay que hacerles caso porque el futuro económico está en manos de los chinos porque son los que más dinero han hecho. En España uno de los problemas es que no hay productividad.
¿Es un problema de los trabajadores?
En lo que es mano de obra cualificada cada día estamos peor. Nosotros llevamos ya unos años formando a nuestro propio personal. Un 30% es de formación propia. Si tú formas a tu gente la formas para lo que realmente necesitas.
¿Y luego los trabajadores no se les van?
Muy pocos. Pero cuando eso pasa yo siempre digo que da igual porque cuando formas gente y se va es que o no la has formado bien o que no es agradecida. Porque una persona que aprende a hacer algo en una empresa y sube de categoría es muy difícil que se vaya.
¿No le convence la FP que hay en España?
En la escuela de Formación Profesional te dan una formación general, que es lo que se tiene que dar en la escuela primaria. No tiene sentido dar Geografía en la Formación Profesional.
¿Y cómo están las nuevas generaciones de comprometidas?
Ése es el gran problema. En nuestra empresa una norma que hemos impuesto es la de contratar a personal de más de 45 años. Es el mejor formado.
Se supone que ésta es la generación de jóvenes mejor preparada.
Será para ser arquitecto o abogado, en la industria no. Se abandonó la Formación Profesional para ser mecánicos y en Alemania están pagando las consecuencias también. Todo el mundo fue a estudiar carreras superiores.
¿Les afecta el tema de la factura eléctrica?
No nos afecta. Para mí prescindir del carbón es un error. En Polonia, por ejemplo, hace diez o doce años empezaron a cerrar minas y llegaron a quedar en la zona donde yo hago negocios once abiertas, y ahora hay 23.
Tiene dos fábricas en Portugal, ¿por allí está la cosa mejor?
Allí hay sólo un 4% de paro. Son once millones de habitantes y el país tiene un problema de futuro porque la gente se iba, pero han hecho algo que creo que realizado España también pero que allí funcionó, y es que a aquellos que inviertan más de 500.000 euros les dan la nacionalidad. Y hay una demanda del sector de la construcción en la costa muy alta.
¿Y Marruecos, donde también tiene factorías?
Es una zona que está creciendo muchísimo porque los americanos y los europeos la están apoyando mucho como estrategia para frenar el islamismo. En Marruecos estamos fuertes.
¿Cómo ve el futuro de Es- paña?
El mejor país del mundo es España. Saliendo por el mundo se echa mucho de menos el sol que hay aquí. En Rusia, por ejemplo, hay una ciudad a la que suelo ir en la que durante cuatro meses no ves el sol.
