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Entrevista | Imelda Fernández

"Las personas con discapacidad somos motor de empleo y modernidad"

"La ONCE me ha dado todo lo que soy como persona y trato de devolverle lo que pueda", afirma la vicepresidenta de la ONCE

Imelda Fernández Rodríguez LP / DLP

¿De la ONCE se percibe más el medio, el juego, que los fines. ¿Está bien así?

La organización tiene en su propia finalidad la venta de productos de juego. Tenemos 20.000 agentes vendedores que siempre decimos que son centinelas de la ilusión, porque están en todas las esquinas, en todas las plazas, en todos los rincones del país, y son nuestra cadena de interlocución con la sociedad. Con lo que se recauda por la venta de esos productos, nosotros generamos esa inversión en cuestiones sociales, como la cooperación con personas con discapacidad o la prestación de servicios sociales para las personas ciegas.

¿Qué debe permitirle conseguir la vicepresidencia?

La vicepresidencia tiene dos patas muy importantes, los servicios sociales y la participación. Por un lado está la prestación de servicios para llegar a nuestros más de 72.000 afiliados, teniendo en cuenta que más o menos 3.500 personas se acercan cada año a la ONCE por haber perdido vista y tenemos la obligación de darles oportunidades de vida, de autonomía y plena inclusión social. La otra vertiente del cargo me exige ocuparme de los 17 consejos territoriales autonómicos que forman parte de la organización. Somos una institución democrática, que cada cuatro años elige a los equipos que la van a gobernar y el proyecto que se pone en marcha. El 4 diciembre hubo elecciones internas y ahora tenemos un programa de gobierno que nos marca la hoja de ruta para avanzar, mejorar y favorecer la vida de los afiliados.

¿En concreto cómo?

Tenemos que progresar en los servicios de atención personal. Más educación, más empleo, más formación? Más tecnología, porque este auxilio tecnológico es muy importante. Si las tecnologías no son accesibles, las personas ciegas podemos quedarnos atrás. Por eso es tan básico que desde el propio diseño de los productos, o mediante correcciones posteriores, se nos tenga en cuenta y sean accesibles.

¿Cuánto les escuchan las empresas tecnológicas?

Constantemente conseguimos avances, hay mucho conseguido, pero queda mucho por hacer. Por citar algunos, tenemos una aplicación de guiado, otra que nos permite leer prospectos de medicamentos, pero hay muchas cuestiones en las que todavía tenemos que seguir avanzando. Aún nos encontramos con obstáculos cotidianos importantes, por ejemplo con la digitalización de algunos electrodomésticos, o el acceso a los medios de comunicación. Si el autobús no anuncia la parada nos crea un problema, hay muchos hospitales en los que los avisadores son por pantalla y eso no nos permite acceder a una consulta de forma autónoma.

Llevan ochenta años avanzando. ¿Cuánto camino queda?

Ha sido muchísimo lo conseguido. Vivimos, quiero destacarlo, en una sociedad muy solidaria, que día a día colabora con nosotros y se acerca a nuestros vendedores. Nosotros tratamos de devolver esa generosidad, pero todas las colectividades humanas están en permanente transformación y hay retos que nos obligan a seguir avanzando. Los progresos son muchísimos, afortunadamente, pero hay cosas que quedan por conseguir.

¿Cuáles? ¿Las nuevas posibilidades de la tecnología son también las más urgentes?

Tenemos muchas necesidades en las que profundizar. Es muy importante seguir generando empleo, seguir avanzando en el apoyo a las personas con sordoceguera, en tener una educación mejor, en que nuestros niños estén integrados en perfectas condiciones? Yo no hablaría tanto de urgencia como de avanzar en los requerimientos que nos hemos puesto entre todos. Para nosotros, la formación y el empleo son servicios prioritarios, la base para el resto de los desafíos que tenemos planteados.

Necesitan mucha complicidad de las administraciones. ¿La tienen?

Vamos de su mano para ir consiguiendo esos avances y los proyectos que tenemos que poner en marcha para mejorar vida de las personas con discapacidad y construir entre todos una sociedad un poco mejor. Notamos la receptividad. Unos proyectos tardan más que otros, pero somos un interlocutor social muy importante y de la mano de las administraciones estamos consiguiendo muchos de nuestros retos pendientes.

¿Diría que somos gente solidaria, atenta?

España es un país muy solidario, sobra decir que estamos a la cabeza por ejemplo en donaciones de órganos, y es esencial seguir considerando que en esta sociedad tenemos cabida todos. En la ONCE siempre decimos que somos un modelo único de prestación de servicios a través de la venta de productos de juego. Quizá en otros países las personas con discapacidad son consideradas como clases pasivas, o incluso como una carga; en España somos motor de empleo, de modernidad, de aportación a la sociedad de igual a igual, como cualquier otra persona.

¿Qué le ha dado a usted la Organización Nacional?

Absolutamente todo. Cuando yo nací ciega, mi madre se acercó a una oficina de la ONCE, me llevaron siendo muy pequeña al colegio de Pontevedra y allí me dieron la base de lo que soy. Hoy, todos nosotros somos lo que somos gracias a las muchísimas personas que durante estas ocho décadas han trabajado para construir esta institución. Nosotros decimos que tenemos dos familias, la biológica y la de la casa, la de la ONCE. Me ha dado todo lo que soy como persona y trato de devolverle lo que pueda.

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