No hay mejor campaña para la igualdad de género que el ejemplo de una familia como la de Olga Trujillo. Ha sabido inculcar en sus tres hijas y tres hijos los valores de la equidad, la autonomía y el respeto, independientemente de sexos. Un legado tan sólido que se ha ido transmitiendo con toda su fuerza a las siguientes generaciones: 11 nietas y seis nietos, seis bisnietas y nueve bisnietos. "En mi casa siempre se ha educado igual a todos, se han repartido las tareas de forma equitativa y sobre todo, los animamos a estudiar, a las niñas y a los niños, para que fueran capaces de sacarse cada uno sus castañas del fuego", señala.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, Olga Trujillo (89 años), su hija Olga Socorro (65), su nieta Cristina Rubio (39) y su bisnieta Alicia Iglesias (12), difunden su visión sobre el papel social de las mujeres. A pesar de haber crecido en escenarios muy diferentes, estas cuatro generaciones comparten la importancia de la familia y de la educación en igualdad. "Eso de que las niñas ponen la mesa, hacen las camas, recogen... eso nunca lo hemos vivido en casa. Yo soy la mayor y jamás he oído de boca de mi madre hazle la cama a tu hermano, todos hacíamos de todo, sin distinción", afirma Olga Socorro. "Siempre nos decía, ustedes estudien y trabajen para que nunca tengan que pedirle dinero a nadie, que sean independientes, autosuficientes, que puedan administrar sus cosas".

La matriarca de la familia cursó estudios elementales, "y tres años de piano", señala como un tesoro. Su infancia no fue fácil, su padre, republicano, daba clases en la escuela de Perito, hasta que en la dictadura le quitaron todo y le prohibieron trabajar. "Pasamos muchas penas, pero éramos muy felices", matiza. "Vivíamos en La Laja, allí nos escondimos para que no fueran a buscar a mi padre, recuerdo a mi madre que nos cantaba para enseñarnos a bailar, o decía que fuéramos a coger mariscos para hacer una sopa, no teníamos mucho pero éramos felices". Una felicidad y un carácter positivo que ha ido transmitiendo a toda su familia. "Cuando me dicen que viví oprimida, yo lo niego, no sólo no viví oprimida, sino que tuve la suerte de tener buenos amigos, y un marido maravilloso". Se casó con tan sólo 18 años, tuvo seis hijos, y a todos los animó a estudiar.

Universidad

La mayor, Olga Socorro, optó por Ciencias Biológicas en la Universidad de La Laguna "en aquel entonces no teníamos universidad aquí", aunque también se fue un año a Madrid a estudiar Geológicas. Cuando estaba en el cuarto año de carrera, con 22 años, se casó, al año siguiente ya estaba embarazada de su primera hija y aún así terminó sus estudios en junio y en octubre ya estaba dando clases en el Instituto de La Isleta. Con 24 años ya tenía dos hijas, y embarazada de la tercera, Cristina, sacó las oposiciones en Madrid, y posteriormente la cátedra. Son muchos los alumnos que la recuerdan, -sobre todo del IES Pérez Galdós, donde dio clases durante 27 años-, con un cariño inmenso, no sólo por su excelente trayectoria docente, sino por su calidad humana.

Esta profesora, catedrática de Biología y Geología, tuvo siete hijos, seis niñas y un varón, una familia "super numerosa" a la que aspiraba desde muy joven, tal y como recuerda su madre. "Cuando Olga se iba a casar me comentó que quería tener seis hijos como yo, pero le dije que ella no porque iba a trabajar fuera y yo estaba en casa, pero al final hasta me ganó".

Olga Socorro es consciente de que fueron años de muchos trabajo, pero no los recuerda como un sacrificio que llevara exclusivamente su nombre, "mi marido y yo formamos un equipo perfecto, cada uno nos adaptábamos a las necesidades del otro, cuando él estaba estudiando para la tesis o la cátedra, yo me ocupaba más de la casa y los niños, y al revés, cuando yo necesitaba más tiempo para mis estudios era él el que se ocupaba del resto". Ambos cumplen la reivindicación feminista por excelencia, la igualdad de oportunidades y el reparto equitativo de responsabilidades. "Para mi no era nada extraño, lo viví en mi casa, con mis hermanos".

El único bache que Olga (hija) recuerda fue cuando, en tercero, pensó en abandonar la carrera de Biología. "Tenía asignaturas muy duras como Botánica, Zoología o Bioquímica, y hubo un momento que sentí que no podía, pero luego pensé, ¿y si no hago esto a dónde voy?", porque en lo que nunca flaqueó fue en la certeza de que ella no iba depender de nadie, tal y como le inculcó su madre.

Ese mensaje de que cada uno tiene que tener su profesión y ser autosuficiente pasó a sus siete hijos. "Lo único que les dijimos a todos es que tenían que estudiar aquí porque eran muchos y no podíamos mantenerlos fuera, que eligieran libremente y ya después si querían un máster o un Erasmus los apoyaríamos".

"Por fortuna cuando terminamos el instituto ya existía la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y todos estudiamos una carrera", apuntó Cristina Rubio.

En su caso, fue Administración y Dirección de Empresas, le siguió una serie de másteres, de expertos, y trabajó en varias empresas hasta que montó su propio negocio. Además de emprendedora, es madre de tres niñas, de doce, diez y seis años, y al igual que hiciera su madre, se casó muy joven, a los 25 años.

"Mi caso es un poco particular, es cierto que mi generación ya no se casaba tan joven, pero es que conocí a mi marido muy pronto, a los 16 años, estaba en segundo de BUP y él con 18 en 1º de Ingeniería, fue un flechazo y hasta la fecha. Acabamos la carrera y empezamos a trabajar y cuando los dos conseguimos en nuestras respectivas empresas un contrato indefinido, ya llevábamos casi 10 años de novios, y decidimos casarnos".

Aunque muchos le dijeron que eran muy jóvenes, Cristina tenía como ejemplo a su abuela y a su madre, quienes formaron una gran familia sin renunciar a sus aspiraciones personales. "Ellas me han inculcado muchos valores, sobre todo el de la familia, y a medida que te vas haciendo mayor, cada vez los tienes más presente. En mi familia cuando hace falta echar una mano, todo el mundo apechuga, de hecho, cuando hablamos de igualdad, yo la identifico no como igualdad entre hombres y mujeres sino entre personas, todos somos personas, y todos debemos tener las mismas oportunidades, independientemente de ser hombre y mujer. Yo eso lo he vivido como algo natural, incluso desde mi abuelo".

Un mensaje que también ha trasladado a sus hijas. La mayor, Alicia Iglesias, de 12 años, tiene muy claro que de mayor quiere ser "independiente". Estudiante de 1o de la ESO, practica vela y ballet, y por su afición al dibujo, entre sus planes futuros está la carrera de Arquitectura. Asegura que su bisabuela y su abuela le han enseñado "que tengo que ser responsable, y que de mayor puedo ser lo que quiera".

En este sentido recuerda que un año le trajeron los reyes en casa de su abuela, Olga Socorro, el libro Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, compuesto por historias de mujeres extraordinarias que han destacado a lo largo de la historia "y me encantó", confiesa.

El papel masculino

La educación en igualdad no sólo ha venido de manos de las mujeres de esta numerosa familia. "Mi padre siempre ha tenido muy buena actitud y predisposición en casa. Es una persona colaboradora, abierta, tanto que a veces lo veo más proactivo en la casa, y proigualdad que incluso gente de mi generación", confiesa Cristina Rubio. "Es por eso que en casa no sentimos eso del techo de cristal, todos colaborábamos y hacíamos de todo, mi madre, mis hermanas, mi hermano y mi padre. Por eso me choca cuando veo casos de amigos que se quedan sentados en la mesa mientras las mujeres nos levantamos a recoger la mesa, cuando yo he visto toda la vida a mi padre recoger, lavar los platos.... Me da rabia ver estos rasgos machistas en gente de mi generación, cuando la realidad es que no hay tareas masculinas o femenina, son tareas de todos que hay que hacer en equipo".

En este sentido Olga Trujillo, la matriarca, reconoce que su marido era poco colaborador en casa, no así sus hijos, que ayudaban por igual. Cristina, indicó al respecto que, si bien no le sorprendía la actitud de su abuelo, sí que lo hace el hecho de que muchos hombres de su edad sigan pensando que las cosas de la casa y el cuidado de los hijos son cosas de mujeres. No obstante matiza que ve un cambio en las parejas y amigos de sus hermanas más pequeñas. "Cuando vamos a un asadero, o vienen a comer a casa, los mayores no se levantan y los jóvenes sí. Esto demuestra que los cambios en la educación de los hijos empiezan a calar. Los padres tienen un papel fundamental a la hora de fomentar la igualdad en los hijos".

En el caso de Alicia, el machismo en el colegio prácticamente ni existe, "una vez oí a un niño decir que las niñas no importaban nada, que él era superior y sus amigos también, pero era uno, la mayoría no son así".

A modo de ejemplo, Cristina resalta que las cosas están cambiando para las nuevas generaciones. "Sin ir más lejos, mi marido siempre le dice a Alicia, que es la mayor, que ella nunca tenga que plancharle una camisa a un hombre, y yo me quedo pensando porque a él sí se la tengo que planchar yo", dice entre risas. "Por lo menos para su hija no quiere un machista".

Para concluir, con motivo del Día Internacional de la Mujer, las cuatro han querido lanzar, desde su experiencia, un mensaje a todas las mujeres. En el caso de Mamá Olga, que es así como le llaman en casa a Olga Trujillo, el suyo está ligado al respeto mutuo. "Para empezar nadie tiene que decirle a una mujer si sirve para eso o para aquello, cada cual que estudie y trabaje en lo que desee. A partir de ahí, en casa, en el trabajo... todos deben colaborar, unos con otros, sin distinción de sexos".

Para el final deja su mejor consejo: "La familia es lo más bonito en la vida, hay que cuidarse unos a otros y sobre todo no faltar nunca al respeto. Mi mayor riqueza es mi familia, todos somos diferentes y respetamos esas diferencias. La mano tiene cinco dedos y todos son distintos", subraya.

Olga Socorro, por su parte, defiende la autonomía de las mujeres: "Partiendo de que todos somos iguales, cada persona debe exprimir su capacidad para lograr lo que quiera y sobre todo, para que no dependa de nadie. Hay que tener la autoestima alta y capacidad para sustentarse en la vida, que es la base de la igualdad porque cuando hay dependencia de uno a otro es cuando empiezan los problemas a la larga. Y compartir las labores cotidianas es fundamental".

Cristina Rubio es partidaria de que cada persona "sepa sacarse las castañas del fuego" y estar bien consigo misma, tanto a nivel laboral como personal. "Con esta base, debemos tratarnos de igual a igual, hay que acabar con el cliché de hombre o mujer y simplemente, por sentido común, compartir todas las labores doméstica, el cuidado de los hijos y de los mayores. Son nuestros seres queridos y nos compete a todos, independientemente de que seamos hombres o mujeres, somos personas y nos tenemos que cuidar, tratar bien y compartir".

Como ejemplo recuerda cuando tenía que quedarse en casa a cuidar de su hermana pequeña mientras sus amigas salían. "En ese momento decía que vaya rollo, aunque en cierta manera sentía que era necesario, pero hoy te das cuenta que esa responsabilidad que me inculcaron mis padres me dieron herramientas para mi etapa adulta".

La benjamina, Alicia Iglesias, también tiene muy claro su mensaje: "Lo importante es que no dependas de nadie, y siempre estar con personas que te respeten". En este sentido, siempre ha oído en su casa, por parte de su madre, Cristina, como de su abuela Olga y de su bisabuela, que "tengo que buscar que me rodeen personas que influyan en mí positivamente, que saquen lo mejor de nosotros, y que nos hagan mejores", concluyó.