El 8 de marzo de 2018 fue un día histórico en el sentido literal de la palabra. La movilización mundial y las masivas manifestaciones se estudiará como uno de los grandes hitos contemporáneos del feminismo y de los movimientos sociales en general.

La historia del feminismo es una historia de éxito y de éxitos. Va lento, pero va lejos. Los avances y el reconocimiento de derechos en relación a la diversidad sexual y de género, así como a la igualdad entre hombres y mujeres son innegables. Es más, en una época de cambio y en un cambio de época como en el que nos encontramos, el feminismo ofrece una caja de herramientas indispensable para repensar la organización social, nuestro sistema económico, las relaciones humanas, la sexualidad y hasta la configuración de las ciudades, por citar algunos ejemplos. Hoy con el feminismo necesariamente tenemos que contar para que la salida a la actual situación de crisis del binomio capitalismo global-democracia liberal sea progresista y no se haga en clave reaccionaria.

Vivimos momentos complejos, de incertidumbres y alertas. De un lado las movilizaciones feministas han permeado en el tejido social, alcanzando una proyección pública y una influencia prácticamente inéditas hasta el momento. Por otro, el ascenso de la extrema derecha internacional y la aceptación de su discurso por las fuerzas conservadoras y pretendidamente liberales nos sitúa ante la posibilidad real de que se produzca una merma de los derechos de las personas LGTBI y particularmente de las mujeres.

En el Estado Español también asistimos a un escenario incierto. El ascenso de un partido de extrema derecha abiertamente antifeminista, misógino, que niega la realidad de la violencia machista y buena parte de los derechos de las mujeres, así como la radicalización del discurso de la derecha, que propone retrocesos históricos en materia de aborto y derechos sexuales y reproductivos, ha generado una sensación de incertidumbre y temor. Este contexto de polarización y el auge de los discursos del odio comporta evidentes riesgos. Hoy una parte importante de las reivindicaciones históricas en favor de la igualdad se ha incorporado al "sentido común de la época" y no son discutidas ni siquiera por algunos sectores conservadores. Pero el estudio crítico de la historia nos demuestra que los avances conseguidos no son irreversibles y que se producen periodos históricos de regresión y pérdida de derechos.

En este contexto resulta imprescindible comprometerse desde las instituciones públicas, día a día y desde lo concreto, en la construcción de igualdad, resulta imprescindible actuar con transversalidad y perspectiva de género, así como contar con una adecuada dotación presupuestaria que posibilite la implementación de políticas públicas feministas y LGTBI que contemplen la diversidad, que tengan en cuenta que no vivimos la desigualdad de la misma manera, que nos permitan acercarnos a la realidad atendiendo a las diferentes variables que la construyen y a cómo éstas interactúan en las personas.

Asumir que las opresiones están conectadas nos permite poner en marcha un diálogo para ofrecer y construir lo común, para profundizar en las soluciones alternativas o contra-hegemónicas a las formas de dominación y exclusión, para defender la libertad y para acoger a quienes están en mayor situación de vulnerabilidad porque esta sociedad los ha situado en los márgenes.

No es casual que los sectores más reaccionarios de la política y de la sociedad hayan puesto al feminismo y a las mujeres en su punto de mira, y que se constituyan fundamentalmente como una reacción antifeminista. Saben que las mujeres y el feminismo son el principal motor del cambio con el que contamos en la actualidad, el que cuestiona de manera más directa y contundente los privilegios de quienes han controlado todos los resortes del poder (político, económico, mediático) y han excluido a la mayoría social.

Por eso, hoy 8 de marzo propongo volver la vista atrás solo un instante, recordar todos los logros alcanzados hasta el momento, para inmediatamente mirar al presente y al futuro y situarnos en la imprescindible tarea que tantos éxitos nos ha deparado hasta el momento. En 2019 sigamos construyendo igualdad.

María Nebot Cabrera. Consejera de Igualdad y Participación Ciudadana del Cabildo de Gran Canaria